jueves, 10 de marzo de 2011

Reflexiones del barón

Así como avanza el tren esta mañana, el día se despierta en tonos de suave luz todavía mortecina, pero que ya promete un cielo despejado y de un refulgente azul celeste. La gente, a estas horas, tiene en los ojos y en la cara un rictus adormilado, que se va despejando al tiempo que lee las noticias del día, pues como ya es costumbre no nos sorprenden en absoluto pero nos dejan estupefactos y sin entender casi nunca las cosas de la política. Lo que a casi todos nos parecería una coherente actuación, lógica y normal, para ellos, los políticos, no debe ser así y sus palabras y decisiones en asuntos tremendamente graves para todos, parecen salir de la boca de seres extraterrestres. Pero volviendo al mundo real y sencillo de lo cotidiano, podemos ver en el tren que otros, que suelen ser todavía bastante jóvenes, el tiempo de cama les pareció corto y dormitan recostando la cabeza recién peinada, con gomina o sin apelmazar ni reprimir el movimiento a sus cabellos, en el respaldo del sillón, hasta que el revisor les pida que le muestren el billete y se lo pique. Ya se puso en marcha el convoy y bordeamos la parte interior de la ría, que también amanece y se desperezan las aguas marinas con el incesante coleto de miles de peces y la lenta agitación de los crustáceos en su interior. Y dentro de mí también habitan sensaciones y sentimientos que no cesan de dar coletazos queriendo aflorar, o se balancean cadenciosos al ritmo del recuerdo que todavía perdura y alimenta la añoranza del pasado, sin impedir por ello que vea un presente cargado de emociones y promesas todavía. Todos somos lo que fuimos, porque aunque cambiemos mucho, siempre llevaremos gravado algo de ese mundo del que venimos; y no sin esfuerzo quizás logremos superarlo. Pero, además, ya somos en parte lo que seremos o deseamos ser, pues nuestra voluntad se adelanta a los hechos y nos martillea el cerebro soñando con ese porvenir que esperamos alcanzar. Y como el tren, vamos parando en las estaciones, que son la etapas que vivimos, para dejar pasajeros y recoger otros nuevos, en forma de ilusiones o proyectos que desgranamos unas veces despacio y otras con demasiada precipitación, que no suelen salir como imaginamos por acelerarnos sin meditar del todo las consecuencias. Mi tren arranca otra vez y va cogiendo marcha para llegar a la estación final del recorrido. Espero poder decir que el viaje ha sido por lo menos tranquilo y sin sobresaltos desagradables, ya que no me venturo a pedir que sea feliz


2 comentarios:

  1. Que tu viaje sea tan dulce y te produzca tantas sonrisas como tus palabras a mi.
    Besotesssssssssss
    Eli
    ( Estuve de vacaciones por eso mi ausencia, lo extrañe Maestro!!! ahora a ponernos al dia con las lecturas, de su novela y de sus reflexiones! Abrazos)

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  2. Yo también eché de menos tu compañía en este espacio que nos une aún sin vernos. Besos

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