viernes, 25 de marzo de 2011

Reflexiones del barón

Cuántas palabras se gastan hablando de libertad y que huecas suenan en boca de quien más las dicen para justificar muchas veces la represión sistemática de las ideas. Qué vocablo menos respetado y al que se cambia con frecuencia su sentido y se le encorseta a gusto del que más puede para acallar a quien discrepa de su opinión. A los oradores que gustan de discursos grandilocuentes, aunque vacíos de contenido y sobre todo de verdades e ideas grandes y generosas para el resto de la humanidad, les gusta alardear de demócratas y manejan este término con gratuidad y abusando de la paciencia ajena, con el descaro propio del que sabe que miente impunemente y le da todo igual con tal de mantener su situación de privilegio a costa de los incautos que lo escuchan. Son pájaros de presa en sus mejores momentos y carroñeros cuando declina su estrella; y en épocas electorales esto es demasiado para poder soportarlo sin chillar y levantar la mano para arrearles cuando menos unos capones detrás de las orejas. Y qué bien les sentaría a estos tipejos que les ajustasen las cuentas y les tapasen la bocaza haciéndoles un nudo con su misma lengua mendaz. Cuántas memeces dejaríamos de escuchar o leer y que ahorro de mala leche tendríamos el resto de los pobres sufridores de sus manejos y de esa sarta de invenciones que no resisten el menor análisis para no caerse por su mismo peso; pero que dañan y corroen más de lo que imagina quien las suelta irresponsablemente al pronunciar su perorata interesada y banal. La libertad ya vive demasiado condicionada para ser libre de verdad. Y nadie hace nada para rescatarla de su fatídico destino ni liberarla de esas manos que la manipulan sin el más mínimo recato ni vergüenza

No hay comentarios:

Publicar un comentario