domingo, 27 de febrero de 2011

Reflexiones del barón

Soñar o volar. Qué sería mejor, poder volar con tus propias alas, sintiendo la fuerza del aire en la cara, y elevarte sobre los montes para jugar entre nubes, o soñar que vuelas sobre el mundo sin necesidad de recobrar el aliento ni recuperar fuerzas posándote en la rama de un árbol o pisando de nuevo la tierra con los pies. Subir a lo más alto y no tener vértigo ni temer la caída. Ni saber cuando terminará ese vuelo fantástico sin alas ni necesidad de energía alguna que te impulse hacia el cielo. Me gustaría poder volar por mí mismo, pero prefiero soñar y sentirme tan libre como desee en mi sueño. No tener ataduras que me retengan, ni lastre que me haga perder altura. Porque a veces no basta con ver las cosas por encima, sino que es preciso remontar hacia el infinito con la fantasía de la imaginación para perder el sentido de una realidad ingrata y recuperar la pureza de la sensatez, aunque a otros les puedan parecer perversas nuestras inclinaciones más íntimas. Esa sensación de perder pie y subir flotando en el aire tiene que ser algo estupendo y emocionante, aunque a los pájaros les parezca de lo más normal y lograrlo carezca de mérito para ellos. Pero creo que mucho más delirante es ver sin abrir los ojos y sentir sin más sensaciones que la tranquilidad de tu respiración; y, sin embargo, hasta puede hacerte sudar el esfuerzo imaginado de alzar un vuelo sin limite de cota ni duración. Quizás no tengas destino definido en tu quimera, pero no por ello deja de ser sugestivamente emocionante y hacer de ese viaje la mayor y más arriesgada aventura del hombre en un mundo irreal, pero más cierto que la vida cotidiana que nos asfixia sin remedio con sus rutinas y sus miedos a casi todo y a nada en concreto

lunes, 21 de febrero de 2011

Reflexiones del barón

Cordura; qué es cordura. Qué significa esa palabra y que se encierra entre sus letras. El diccionario de la lengua dice que equivale a prudencia, buen seso, juicio; o también hacer reflexión. Y yo quiero reflexionar a cerca de la cordura. Pero no hacer reflexión simplemente sino llegar al fondo de la cuestión y determinar que conducta nos hace parecer cuerdos y no locos. Y llegado a ese punto, cabría decir si es mejor lo primero o lo segundo. Eso que llamamos buen juicio o tener seso, acaso es mejor que hacer lo que nos dicta el cerebro movido por el corazón, aunque parezcamos locos?. En ocasiones puede que lo sea, pero hay otras veces en que quien debe mandar son los sentimientos y no la razón pura y dura de lo socialmente correcto, que suele confundirse con al cordura y sólo es conveniencia y falso pudor para demostrar lo que sentimos y queremos. Acaso estar cuerdo es ocultar el deseo cuando aflora al exterior y reprimirlo aunque nos cueste el mayor dolor que podamos padecer?. Eso es tener seso o privarnos de eso otro que suena igual y sólo se distingue por una letra?. Pero aún evitando el sexo, qué pasa con el posible amor que haya detrás de esa atracción pasional de los sentidos?. Ese fuego interior lo podemos apagar con buen juicio solamente?. Nos basta el consuelo de estar cuerdos para no sentirlo y vivir sin el gusto del placer?. Yo no creo que eso sea estar cuerdos sino ser un puñetero orate encaminado a la infelicidad crónica; y aunque pueda ser prudente no es bueno porque nos castra el alma y nos frustra el corazón

miércoles, 16 de febrero de 2011

Reflexiones del barón

Un salto en el aire. Un vuelo ingrávido es necesario para vencer barreras y remontar los convencionalismos estúpidos que lastran el pensamiento. Deja atrás lo que no te gusta o no es tu inclinación verdadera y se natural en tu comportamiento para no sufrir ni hacer desdichadas a otras personas. Por tu comodidad o tu miedo no castres ni tu vida ni hagas que otras se realicen a medias. No dejes que se ajen tus cualidades, ahogadas en prejuicios impuestos, y caigan marchitos y oliendo a hipocresía tus pobres valores como pétalos de una rosa que agoniza, a veces por falta de luz y de agua y otras, anegadas en ella o quemada por el sol. Por un exceso de calor puedes abrasarte y salir mal parado de una pasión auténtica, bien gozada en tu carne y tu alma. Pero al menos habrás sido un ser dichoso al sentir ese delirio que lleva a la locura más radical. A la cúspide de la realización y del placer. Y al estar allí, o incluso cuando te bajen y puede que hasta te des un batacazo contra la realidad del suelo. Podrás decir que has vivido y oído el canto de la felicidad. Y ese recuerdo será duradero y una música sutil e imperceptible colmará tu soledad cuando de tus lozanos pétalos ya no quede ni el recuerdo. Todo pasa menos aquello que nos hizo libres y auténticos


domingo, 13 de febrero de 2011

Reflexiones del barón

Amaneció un día lluvioso y veo como golpean la gotas en mis cristales, incansables, tercas, sin detenerse ni estar quietas y empeñadas en correr hacia abajo como en locas carreras que terminan en el borde inferior del ventanal. Dónde creerán que van las muy bobas. Ahora son pequeñas, pues no cae con fuerza, pero en cuanto arrecie de nuevo serán gruesos goterones que arrastrarán a estas otras más débiles. En todo y con todo es la misma historia y el superior acaba por empujar al inferior porque sencillamente es más fuerte. Aunque a veces parece que eso no ocurrirá y el pequeño y humilde logrará desplazar de su sitio al más potente. Sólo espero que en algunos casos, todavía recientes, eso no sea solamente un espejismo y todo vuelva a ser como antes o peor. Ojalá que realmente la historia haya tomado otro rumbo forzada por esos que han dicho basta y supieron socavar los podridos pilares de una fortaleza desde la que los subyugaban sofocando todo intento de libertad. Ahora se mueven como las gotas en el cristal trasparente de la ventana, pero ellas no van donde quieren sino que una fuerza exterior las lleva haciendo un sesgo hacia uno de los lados, para terminar escurriendo hacia abajo por su propio peso. Pero si por algo merece la pena ser y estar esperanzado, es precisamente por ver que ya no habrá vuelta atrás para quienes se atreven a plantar cara y ganar la dignidad de ser dueños de sus vidas y destinos que otros se empeñaron en negarles. Quizás sonó la hora del verdadero cambio en el orden mundial y como en Jericó caigan las murallas al toque estridente de las trompetas que celebran el triunfo de los seres honrosamente humildes y sencillamente humanos. Que, sin necesidad de más armas que su voluntad y su ansia de vivir dignamente, pueden vencer a todo ejercito que pretenda oponerse a sus legitimas aspiraciones. Yo sigo viendo como juegan las gotas de lluvia en el cristal, iluminadas ahora por un incipiente rayo de sol que las torna más brillantes y les da un tono dorado, como si ya las revistiese de triunfo por alcanzar la meta por la que tanto se están esforzando

viernes, 11 de febrero de 2011

Reflexiones del barón

Hacia años que no veía una rata, al menos de esas de color pardo feo, que corren a cuatro patas y tienen un rabo largo y fino. Porque de las otras, las que suelen salir en las noticias aferradas al calor del poder y que salen huyendo cuando el edificio donde engordan ya se derrumba, o el barco se empieza a ir a pique, de esas si las suelo ver con más frecuencia de la que quisiera. Pero hoy se cruzó ante mis pies una de las otras. Las que nos resultan repulsivas por su aspecto y por saber que viven entre desperdicios y basura. Las otras también se alimentan de los desechos humanos, pero la diferencia con las otras está en que son ellas mismas quienes los crean. Esos miserables roedores de fortunas mal ganadas amontonan miserias ajenas y se nutren de ellas para vivir con largueza de medios, más de los que podrían consumir en varias vidas. Las otras, las despreciadas por ser pequeñas y feas, e incluso decimos que son sucias y dañinas, sólo cogen lo que necesitan para sobrevivir y hasta nos ayudan a eliminar los restos que vamos dejando día a día. Y vaya si son dañinas las otras ratas que visten prendas caras a la moda y llevan ostentosos objetos que sólo sirven para mostrar su poder y deslumbrarnos con su riqueza. Esas son las que más vemos y sufrimos ahora y curiosamente no nos causan tanta repulsión como las otras; y si las tenemos delante hasta las adulamos. Y aunque parezca mentira, las de verdad no son tan cabronas. Lo que ocurre es que se reproducen con facilidad y son las primeras en salvarse de cualquier catástrofe. En esto las otras casi les ganan, pues también saben nadar y guardar la ropa para mantenerla siempre seca y no mojarse en nada que no les sea provechoso   

miércoles, 9 de febrero de 2011

Reflexiones del barón













Hileras de espuma blanca veo surgir a los costados de mi barca y al mirar atrás, la estela también se alarga y se desvanece en la distancia mientras avanzo y surco el agua azul y espesa de este mar que me vio nacer y me baño con su olas desde mi niñez. Es parte de mí, con su viento y su sal y sus algas y todos esos seres que habitan en su fondo o nadan en su inmensidad. Sin esa masa enorme, que ronca en la playas y se agita desde el fondo enseñando los dientes en cresta, que levanta airada para advertirnos que no se juega con ella, no sería yo mismo ni nada en mi existencia hubiese sido igual. Quienes vienen a este mundo a las orillas del mar, quedan macados por la salitre y los vientos fuertes que zarandean un barco y asolan las costas durante la tempestad. Pero no le tenemos miedo aunque se enfade y truene el cielo y la mar salada se ponga furiosa golpeando las rocas de la escollera. Es precioso ese espectáculo regio viendo saltar la espuma blanquísima que nos salpica la cara y hace que retrocedamos unos pasos por miedo a ser engullidos por tanta belleza. Y porque es poderosa, la mar tiene piedad y también sabe cuidar de quienes la aprecian y la respetan. Es la amante eterna a la que cantan los poetas que enamora con su brisa. Es la vida y la muerte para los que no pueden prescindir de estar en ella y meterse en su seno como si quisiesen volver al claustro materno donde se generó su vida. Y para los que no pueden olvidarla ni estar mucho tiempo separados de sus aguas, es el mundo entero que se vuelve líquido para refrescarle los pies a la orilla de una playa, de arena blanca y muy fina para que no dañe nuestras plantas y parezca que al pisarla nos las besa porque nos quiere y porque nosotros también la amamos

domingo, 6 de febrero de 2011

Reflexiones del barón

Y, sin embargo, era una oscuridad entrañable, pero no buscada, sino forzada por la ausencia. Por la falta de luz, por las tinieblas que me rodeaban. Giré la cabeza de repente hacía donde creía suponer la existencia de una puerta, que en lugar de ser de salida, sería de entrada por la que vendrías esa noche, como otras muchas en las que te esperaba sin sueño. Sin ganas de estar solo ni de dormir sin antes volver a verte. Pero sin luz no pude saber si eras quien venía y me levanté a tientas. A oscuras y sin ver donde pisaba mis pasos no fueron firmes y titubeaba al darlos como un niño que empieza a caminar. Y al tercer paso me golpeé contra algo. Por el daño tuvo que ser una esquina. Pero cualquier dolor es inferior a la ausencia y menos insoportable que la ansiedad de querer tenerte. Querer aprisionarte y no dejarte ir sin sacarte del alma eso que más me gusta de ti. Eso que te hace diferente y entrañable y rezuma por tu piel al color de la mía. Esa vida tuya que vuelve la noche tan clara como el día y disipa mis temores y vuelvo a sonreír mirando como me miras. Mas esta noche no se abre esa entrada y a mi alrededor ninguna rendija deja ver, tras la puerta entreabierta, otra velada dichosa que se anuncia al recortar tu silueta contra esa luz mortecina que te guía hasta mí. Y me pareció oír tus pisadas amortiguadas para no despertarme ni cortar alguna quimera de mi fantasía. Y qué ilusión ha de superar la realidad de estar tan pegado a ti que mi corazón confunda tus latidos con los míos. Que mi sangre corra paralela a tus venas y tiembles conmigo como un solo cuerpo unidos hasta que el sol caliente la niebla y todo sea nitidez entre los dos. Y por eso me gusta la oscuridad si es el preludio para estar contigo. Pero si solamente es la noche que invade mi espacio, y los ruidos que escucho sólo están en mi mente, entonces no quiero estar a oscuras aunque la luz artificial no me deje dormir. Y esta noche sufriré de insomnio si tú no vienes

viernes, 4 de febrero de 2011

Reflexiones del barón

Siento una brisa salobre en la cara que me hace respirar profundamente la libertad que me contagia el mar y las aves que planean sobre las aguas oteando desde el cielo su alimento. Y el mío es en esos instantes la sensación de paz enorme que me llena y me deja pensar en todo lo que el mismo paisaje me recuerda. Y pienso al ir hacia la luz del mediodía, siguiendo su reflejo de plata en el azul intenso del océano, que voy a ella con las mismas ganas conque mi corazón iría tras el amor. Y que es el amor sino una luz que nos alumbre y da calor. Son diversas las formas de amar, o solamente en una misma manera se resumen las demás. Hay amor sin atracción?. Ha de ser siempre sexual o caben otras fuerzas menos irresistibles pero más duraderas de mantener el apego por otra persona?. Creo que todo es posible y la amistad es amor también y gusto por estar y disfrutar con quien consideras como tal. Y en eso hay atracción y fuerte además. Y pasamos ratos felices con los amigos y compartimos momentos inolvidables, casi siempre sencillos pero magníficos. Sin embargo, el amor con mayúsculas debe ser eso y mucho más, aunque sólo dure un suspiro y se disipe con la primera luz de la mañana, como la bruma que se deshace al calor del sol. Y que contradicción que sea otro calor diferente al de la pasión el que derrita el ardor en el alma y enfríe la calentura que alienta la conjunción carnal de los seres que se aman. Y acaso no es amor real el ultimo beso que dice buenos días tras una noche intensa de delirios espléndidos?. Y amor es también ese inapreciable roce de una piel húmeda de gozo con esa otra mojada de placer. Y se aman quienes se ven y admiran sus cuerpos y eso tan simple y tan grato aumenta el ansia de empezar de nuevo y te parece que nunca tendrás ganas de que ese momento dichoso termine. Y hasta es amor ver el apacible sueño del ser deseado y sentir que te tienta a despertar de nuevo su encendida pasión para volver a estar en la cima del mundo por un breve pero intenso espacio de tiempo. Amor es vivir y querer morir para revivir en ese otro mundo que te brinda ser amado y amar al mismo tiempo al mismo ser que siente igual que tú. Quizás eso sea el amor y lo demás sólo sean cuentos

martes, 1 de febrero de 2011

Por qué tu cuerpo me excita hasta hacerme peder la noción del tiempo al tenerte conmigo. Qué sortilegio pronuncia tu piel al moverse bajo la tenue luz de las velas, que me absorbe la vida y el un fuego interno me consume sin darme tregua ni paz, hasta que riego tu entraña con mi propia existencia. Mi sudor te baña por entero, pues sirves de reposo a mi ser ya agotado por la explosión de un intenso placer que surgió de nosotros dos para alcanzar la cima de un delirante clímax en el mismo centro de nuestros sexos. Y no creas que ignoro por qué necesito ese esfuerzo de la voluntad para separarme de ti al amanecer. Lo sé y eso es lo que me abruma, aunque creas que soy yo quien domina y tú sólo te entregas obediente a mi decisión y deseo. Y solamente es cierto en parte, pues no puedo resistirme a tu influjo despertando en mí la ansiedad de poseerte. Y deliro cuando no te veo a mi lado yaciendo conmigo, ni respiro el aire que exhala tu corazón enamorado. Porque eso es lo que remarca tu hermosura y realza la fragancia de tu cuerpo agotado de amor y de pasión y te duermes entre mis brazos soñando con volver a ser el sujeto de mi delirio. Pues nunca podrás ser solamente un objeto ya que te amo y te necesito para algo más que el mero placer del sexo. Para eso únicamente no es necesaria tanta belleza ni un alma tan noble como la tuya, pues con un cuerpo de carne prieta es suficiente y bastaría. Pero para ascender por la senda del gozo irresistible hasta provocar dolor, es preciso sentir lo que yo siento por ti y ver con el alma como vibras al verme acercándome al lecho para tomar lo que es mío. Para tenerte a ti y sentir tu calor interno con la misma percepción que siento la calentura al rozar tus miembros y besarte en los labios. Te quiero y deseo por entero y nada de ti me sobra. Al contrario. Todavía no he salido de ti y ya quiero volver a entrar para llegar otra vez a penetrar tu esencia vital.