La casa donde nací miraba al puerto pesquero y yo jugaba en su gran terraza pero me asomaba a la baranda entretenido con el ajetreo de hombres y mujeres y la entrada y salida de las lanchas y barcos pesqueros. Oía el ulular de la sirenas que anunciaban la llegada del pescado a la lonja y mi fantasía volaba a mundos mucho más lejanos cabalgando sobre olas tan grandes como mi propia ansia de aventuras. Me asustaba tanto como me extasiaba el bramido del trueno y el silbar del viento al colarse por las rendijas de las ventanas contra cuyos cristales golpeaba una lluvia feroz cuando azotaba la galerna.
Pero en esos días grises de cielo negruzco y borrascoso aún vivía en mi interior increíbles gestas de valientes e invencibles seres. La belleza del paisaje marino de mi ciudad quizás me dio el gusto por la plástica y también esas aguas atlánticas, gruesas y temibles cuando se enfurece el gran océano, fueron impregnando mi alma de una inventiva que nunca para de crear historias de otras vidas que sin ser la mía quizás quisiera que fuesen realidad. Y al cumplir un año más quiero dar a mis amigos y lectores las gracias por visitar este blog y os muestro algunas de mis elucubraciones figurativas