domingo, 28 de marzo de 2010

¿qué más quieres de mí?: Nada

¿qué más quieres de mí?: Nada
No sólo es bello sino que además cala dentro de uno.
Estupendo poema y un precioso juego con las palabras para expresar unos sentimientos que nos brotan a todos sin saber decirlos.

lunes, 22 de marzo de 2010

Reflexión









En mis relatos se habla de sexo entre hombres y puede que alguien no vena más que eso, sin percatarse del fondo de la cuestión y lo que subyace dentro de la historia y en sus personajes.





Sería como si al ver una planta y da igual cual sea su especie o tamaño, sólo admirásemos sus flores. En unas son multicolores, otras de tonos brillantes, casi siempre atractivas, dependiendo de como realice la planta su reproducción, y algunas tiene aromas agradables o son inodoras, humildes e incluso insignificantes. Pero todas cumplen su misión y su hermosura no puede ocultar la belleza de la planta, de cuya rama brota la flor, que a su vez sale del tronco, por el cual corre la savia y se enraíza en la tierra de la que se nutre y alimenta y hasta adquiere las tonalidades de los pétalos en su floración. Como pasa con las hortensias, por ejemplo.

Pues los animales se reproducen por el sexo. Y la especie humana es la única que puede convertir un acto tan natural y no sólo necesario para su supervivencia, sino también importante para su desarrollo y el equilibrio mental y enriquecimiento espiritual de la persona, ya que la sensibilidad de su alma, su imaginación y el refinamiento de la cultura pueden elevarlo a la categoría de un arte, o transformarlo en un acto execrable, brutal, despreciable y tan vil como sea capaz de idear la crueldad de quien lo realiza. Las llamadas perversidades no son malos en si mismas, sino en la mentalidad del que las pergeña por el sólo interés de causar el mal a otro ser. El amor y el sufrimiento cabalgan juntos casi siempre. Y el placer y el dolor, cuando su causa es el amor, se confunden y se disfrutan tan intensamente al mismo tiempo, que sería imposible separar o diferenciar donde empieza una u otra cosa. Toda sensación sentida entre los amantes es puro éxtasis y deleite supremo, aunque a otros ojos parezca perverso o atroz.

Por eso, creo, que si en un relato sólo se aprecia lo que haya de morboso o de sexo tanto sea insinuado como explícito, es como el que únicamente ve la flor y no el árbol, ni lo que puede crear esa preciosa obra de la naturaleza. O también puede ser que lo que se escribe no tenga más que sexo sin más intención que hacer pura pornografía. Y espero que ese no sea el caso de mis historias.

Y gracias por vuestra paciencia y atención.

Andreas

martes, 16 de marzo de 2010

Agradecimiento

Quiero agradecer a cuantas personas han leído y seguido estas historias del barón de Idem, que aunque imaginarias, siempre reflejan algo de quien las fue pergeñando en su mente. Todo comienza en la juventud de los protagonistas y se va desarrollando en la plenitud del vigor y esplendor de sus cuerpos y la osadía de sus espíritus. Pero, como es normal, a lo largo de la vida el tiempo pasa y algunas de las facultades se van mermando. Sin embargo, creo que su belleza interior no sólo debe aumentar con los años, sino que incluso su aspecto exterior refleja otra estética que sólo es cuestión de aprender a apreciarla y entender que es tan hermosa como la frescura de entonces. Toda criatura lleva el tesoro de su grandeza en la mente y el corazón y su cuerpo es el mero estuche que lo protege de la intemperie. Y cuanto más luche por preservar su precioso contenido, más cicatrices lucirá como medallas y galardones de la batalla diaria que ha mantenido a lo largo de su existencia sobre la tierra.

Hasta siempre.

Andreas.

sábado, 6 de marzo de 2010

Comentario final

Sería necesario que transcurriera un tiempo prudencial para que la tercera parte de mis memorias pudiese ver de nuevo la luz, ya que no es mi intención acometer dicha tarea por ahora y concluir lo que pretendía ser una trilogía, en la que contase mis vicisitudes amatorias y demás avatares que la vida me ha ido deparando. .
Esta tercera fase constituirá un tercer libro en el que debía relatar lo que me aconteció a partir de la edad de cincuenta años hasta, probablemente, los últimos días de mi vida sexualmente activa. Y quizás fuese el canto del cisne de un hombre que vivió por y para el amor y el deseo sexual. Pero por el momento aún no me encuentro preparado para abordar esa tarea, dado que mi vida sexual plena aún no ha acabado y puede durar todavía unos cuantos años buen más.

Pero sí puedo anticipar que todo sigue como yo lo había planeado desde el primer momento, aunque ahora quizás sea algo más autoritario con mis chicos y los traiga a raya para que no se desmanden. Sobre todo Gonzalo, que sigue siendo un precioso y atractivo ejemplar, pero muy humano con todo lo bueno y lo malo que todos tenemos dentro, y tan maravilloso como si aún corriese en el parque una mañana de sol en Madrid. Y Paco también, por supuesto, porque hasta la edad le ha respetado y su belleza y elegancia se mantienen como el primer día en que lo vi en una isla del Mediterráneo. Sin embargo, yo ya soy algo más viejo, pero a ellos le sigo gustando y me quieren o ya me habrían abandonado, puesto que las virtudes van desapareciendo pero los defectos siempre aumentan.


                            El Barón de Idem

viernes, 5 de marzo de 2010

Capítulo XIII

Hacía tiempo que no me acercaba por esta ciudad. Y, aun a pesar del motivo que me trae a ella, me agrada la idea de pasear por sus calles y darme el placer de degustar una menestra de las que saben hacer en estas tierras, sin que deba faltar un buen vino de Navarra.

Sigo dejándome llevar acomodado en el asiento trasero del coche de mi madre. Y cuanto menos falta para ver a Gonzalo, mayor es mi impaciencia y también, por que no decirlo, mi deseo de apretarlo contra mi pecho, comiéndolo a besos, para estrujarlo después por el mal trago que nos hizo pasar a toda la familia durante las interminables horas de incertidumbre al no saber de su paradrero ni las causas de su silencio.

En la estación de servicio, donde nos detuvimos, telefonee a Paco y me dijo que ya le había llamado desde el hotel y que dormiría un buen rato aguardando mi llegada. Paco me rogó nuevamente que no sea duro con él porque lo noto raro. Yo le pregunté si le había parecido como nervioso o preocupado, pero Paco no supo explicarme bien que fue exactamente lo que había percibido al escucharlo. No era nervioso precisamente, pero tampoco podría afirmar que estuviese temeroso por algo. Gonzalo no parecía el mismo y, simplemente, su tono de voz sonaba diferente a lo que en el chico es habitual.

¿Habría madurado del susto?. Me pregunté yo mismo. Ya veremos a ver por donde se descuelga el muchacho, explicando que puto carajo hacía en el centro comercial con un chaval y la causa de la trifulca que montaron con el segurata de los cojones. Me asombra que siendo tan responsable en su trabajo, para otras cosas pueda ser tan niñato y sobre todo picha loca. Estoy por apostar que una vez más usó la cabeza de la polla para pensar y le perdió un culo. Será jodido el muy cabrón!. Qué monstruo libidinoso creé!, Puesto que, si ese mamonazo es como es, y no es capaz de reprimirse en cuanto ve delante de sus narices unas nalgas bien puestas sugiriéndole mil delicias, no cave la menor duda que fue obra mía. Me encontré con un niño casi sin estrenarse al sexo y, poco a poco, lo pervertí con mi ejemplo, consiguiendo que con el tiempo este a punto de superar al maestro. Ya no puedo saber si sólo me imita o, por el contrario, le he destapado una perversa inclinación a pasarse por la piedra todo ejemplar con pito que tope a su paso. Y si no estuviese tan bueno este cabrón, cabría la posibilidad de que muchos rechazasen evitando caer en sus redes. Pero no. cada día es más guapo y más viril y hay unanimidad en el mundo gay para calificarlo como un tío cojonudo. Y eso no sólo por el par de pelotas tan hermosas que acompañan a su adorada verga. He de reconocer que si este niñazo no existiese habría que inventarlo para no privar al mundo de semejante ejemplar macho de nuestra especie.

Gonzalo, dejando a parte su espléndida fachada, es un ser irrepetible con un corazón que no le entra en su magnífico pecho. Siendo todo un hombre, aún conserva limpia inocencia de un niño y disfruta de todo con la alegría de quien no ha hecho nada que oscurezca y frunza su mente por algún remordimiento. Es incapaz de causar daño al menos conscientemente. Todos sus pecados son de la carne y sus posibles culpas consisten en disfrutar del sexo y hacer gozar a quien tiene el privilegio de compartirlo con él. Porque follar con Gonzalo es un verdadero placer, sea cual sea el rol que adopte, puesto que,, aunque ponga el culo, jamás será pasivo. Te incita y consigue provocar la sensibilidad erótica en todos los átomos de tu cuerpo. No deja parcela por tocar, calentando tu sangre y hacerla fluir a borbotones por miembro viril, volviéndolo gordo y duro y sintiendo como su calor te invade en cuerpo y alma.

Me muero por verlo!. Se que me costará ser duro con él, pero esta vez tengo que darle un escarmiento y empezar a meterlo en cintura. No soporto más tanto devaneo y, desde hace un tiempo, he de confesar que siento celos de que otros lo toquen. Cada día que pasa lo siento más mío y quiero tenerlo en exclusiva. Bueno, entendámonos, casi en exclusiva ya que también está Paco. Pero eso es algo diferente a que otro cualquiera pueda disfrutar de su rabo. Y ni que decir tiene de su maravilloso culazo. Esa gozada es solamente mía y ni siquiera Paco la cata. Francito comparte la verga de Gonza conmigo, pero no el culo. Fui el primero y el último en entrar por su puerta para ganar el jubileo. Sólo mi picha horadó su ano y penetró hasta tocar el cielo y encontrarme allí con el alma de Gonzalo. Excepto a Paco no creo que jamás haya follado a otro como a mi amante. Si, digo mi amante y digo bien. Dado que él es mi verdadero amante, mientras que Paco es mi cónyuge. La relación es distinta. E incluso el sexo, cuando lo hago en pareja con alguno de los dos, toma un cariz distinto y se desenvuelve de otra manera. Y no por el hecho de que Gonza me folle el culo y Paco no. A Paco lo monto como un garañón a su yegua preferida y a Gonzalo le doy por el culo como el jefe de la manada de lobos que se trajina a un joven lobezno para dejarle claro cual el su sitio. Es decir. Sometiéndolo y obligándole a bajar su cerviz mientras le regalas el mayor goce que un macho puede recibir de otro más fuerte y en cierto modo superior a él. Cuando cabalgo sobre Paco le clavo la espuela y azoto sus bellas nalgas con mis manos, hasta lograr que jadee y gima, consiguiendo su orgasmo con la habilidad con que mi polla le trabaja el recto. A veces, la violencia de mi empuje se semeja a un rapto con violación, pero rebosante de amor hasta el delirio. A Gonzalo lo tomo con ternura pero con toda la firmeza necesaria para anular su posible resistencia a mi dominio carnal. Se la meto hasta tocar fondo haciendo que la sienta en toda su magnitud y dureza. Bombeo en su interior sin miramiento, acariciándolo con mis palabras y asiendo sus caderas para atraerlo más a mis muslos y encularlo a saco para doblegar a un altivo y orgulloso cachorro, con ansias de liderazgo, y que, una vez que se la has clavado, sólo es el más tierno y apacible lobezno.

Mis dos muchachos son especiales y, para mi , únicos, pero en nada se parecen el uno al otro. Paco, durante el día, es la estética tranquilidad de un perfecto equilibrio, que en la cama se transforma en un vicioso huracán de pasión desenfrenada, sometida a la violenta excitación que él mismo provoca en el macho que no puede evitar reventarle el culo a con folladas brutales. Mientras que Gonzalo de día es la vitalidad hecha carne y rezumando alegría, con ese toque de jovial indolencia que cautiva a todo aquel que se le acerca. Tiene la virtud de desacralizar y desmitificar cuanto le rodea, sin que nada ni nadie pueda afectar su positiva concepción del universo. Le hace feliz el disfrute ajeno; y quizás por eso se prodigue tanto en la cama, no sólo con nosotros dos sino también con el resto de los jóvenes machitos cuyos culos se le pongan a tiro. Todo su vigor y masculinidad se vierten tanto cuando folla como al beneficiármelo dándole por el culo en un rito ancestral practicado entre jóvenes guerreros. Por que en eso consiste el sexo entre él y yo, sea cual sea el que da o recibe. Tal y como lo hacían los muchachos de Esparta, que eran adiestrados para la guerra, y no sólo como exaltación de la amistad, puesto que el verdadero amor convierte la simple atracción entre ambos en la perfecta fusión nuclear de dos hombres. Y de ahí la explosión que se traduce en nuestros orgasmos al entregarnos y unirnos en la cópula de nuestra misma esencia.

Adoro a este chico!. Pero tengo que recortarle las alas para que no se pierda en una de sus escapadas buscando nuevas aventuras eróticas. Lo necesito tanto como el aire y no puedo arriesgarme a perderlo. En épocas pasadas, cualquiera de mis antepasados lo encerraría en alguna torre almenada, ya que si bien siempre existieron cinturones de castidad femeninos que eficaces para preservar la castidad de las damas, nunca he visto aún uno realmente útil a la hora de impedir que otro se lo trajine por detrás. No vale meterle un tapón, dado que las necesidades fisiológicas son inevitables, y por el mismo sitio que se se la meto, para darle por saco, defeca y vacía su organismo todo aquello que le sobra y le ocupa espacio innecesariamente. Eso no es práctico. Y el encierro en estos tiempos no estaría bien visto por casi nadie. Aunque es cierto que para más de uno sería la ilusión de su existencia que un amo lo encerrase para los restos, siendo objeto de toda clase de abusos y vejaciones, tanto sexuales como de otra naturaleza. Y si lo tortura sin piedad mejor aun. Y ya se sabe que siempre hay un roto para un descosido; lo cual me parece muy bien, que quede claro. Yo mismo ya estoy pensando en usar el látigo o alguna fusta, si es preciso, para enderezar y poner firmes a mis dos chicos. Lo que se acabó, desde ya, es el cachondeo de hacer lo que les peta a cada uno. Está bien templar gaitas (y de eso se bastante por ser gallego), pero una cosa es afinarlas y otro muy distinta es tocarla fuera de contexto, rompiendo la cabeza al personal con su monótono fungar, que dice el himno patrio de mi tierra.

En cuanto llegue al hotel, de entrada le meto una bronca que se va a cagar. Luego, me quito el cinto y le pongo las nalgas como dos amapolas reverberando en un campo de trigo verde. Y sin pausa lo jodo hasta que no pueda distinguir si le escuece más el ojete refollado o las carnes rayadas sin miramiento por la correa. Y vamos a ver si empieza a aprender a ser un muchacho disciplinado, obediente y dócil, consciente de quien manda dentro y fuera de casa. Por intentarlo que no quede, pero me temo que a este cabrón no va a ser tan sencillo domarlo. Al otro lo veo más fácil de manejar, pero éste va a resultar algo más complicado ponerle freno ahora. De todos modos un Fontboi no se arredra por nada ni nadie. Así que vista y al toro y ante todo decisión que el mundo es de los valientes. Estoy dispuesto a echarle redaños y adiestrar a este mozalbete dejándolo más suave que un guante, porque se me va la vida en ello.

Es mio. Yo lo desvirgué. Y yo le enseñé cuanto sabe de sexo. Y creo que sabe que me pertenece. Y si no lo sabe aún, se lo voy a tener que decir de forma radical y contundente para que se le grave en el tuétano de los huesos y no olvide más tal circunstancia.

“Ya estamos llegando al hotel, Señor”
“Lo sé, Manolo. Pero gracias de todos modos”
“Creí que dormía, Señor”
“No. No dormía. Simplemente ponía en orden mis pensamientos viéndolo todo sólo en mi mente”

El recepcionista me indicó el número de habitación, que ya ocupaba Gonzalo, y cogí otra para Manolo que no iba a regresar a Madrid hasta el día siguiente.

“Manolo, vuelva a casa mañana, a la hora que mejor le parezca, y por hoy ya no voy a necesitarlo más. Descanse y tómese el resto del tiempo para hacer lo que desee”
“Señor, no deseo retrasar demasiado mi vuelta, porque la Señora puede necesitarme”
“No se preocupe por nada que Fran ya la sacará de paseo en su coche. Así que aproveche y disfrute de Pamplona, que cuenta con muchos alicientes para pasarlo en grande. Se lo digo yo, que siempre me lo pasé en grande en esta ciudad”

Y tampoco era cosa de contarle a Manolo algunos de los motivos por los que tenía tan buen recuerdo de Pamplona y los encantos de algún joven navarrico que disfrutó de mis favores durante las fiestas de San Fermín, entre encierro y encierro. Taurino y de catre. Que ambas clases de encierro pudimos disfrutar juntos, como ya narré anteriormente.
Fue el viaje en ascensor más largo de mi vida aunque fuesen solamente dos plantas. Abrí la puerta con la segunda llave que me proporcionó el conserje del hotel y entré despacio evitando hacer ruido.

Tumbado boca a bajo sobre la cama, Gonzalo dormía sin ropa ni preocupaciones a tenor de la plácida expresión del medio rostro que dejaba ver acomodado en la almohada. Me quede observándolo por el solo placer de verlo en su esplendidez física de semidios mitológico, en contraste con la nítida inocencia casi infantil de su sueño.

Resuelto ya a darle un sonoro azote que lo despertase, No pude contener las ganas de rozar sus mejillas con mis labios susurrando un “mi amor” casi inaudible. El chico dio un respingo despegó el rostro y la luz verde de su mirada me encontró a su lado acariciando su espalda.

“Adrián!. Por fin!.

Y como si tuviese un resorte automático se abrazó a mi cuello.

“Por favor, Adrián. No me digas nada aun. Bésame. Bésame, por favor. Y no pares de hacerlo”
“Mi niño!. Mi niño precioso!. No se lo que has hecho, pero ahora ya estas en mis brazos y lo demás no existe para nosotros, Tranquilo mi amor, que ya estoy contigo para llevarte a casa”

A un beso, seguía otro aun más largo e intenso. Y al abrazo, se acoplaban caricias y llanto.

Aquellos ojos que una mañana me sonrieron en un parque, volvían a encender mi ternura, avivando al infinito la pasión y mi amor por el atlético muchacho que desde entonces llevo insertado como una válvula más de mi corazón, imprescindible para que siga latiendo.

“Adrián................”
“Dime, amor mio”
“No quiero volver a separarme de ti”
“¿Y quién podría separarnos?”
“Me refiero a que donde tu vayas iré siempre contigo y tu vendrás conmigo a todas partes”
“¿Y cómo haremos para ir a trabajar?. No llamarán lo siameses por andar siempre pegados”
“No es coña, Adrián”
“Bueno. Pues si tu lo quieres así será. Pero ten seguro que estaremos juntos de por vida. Siempre, mi precioso crío!. Siempre estaremos los dos juntos”
“No quieres entenderme...... No quiero volver a ir con nadie. Sólo deseo estar contigo”
“¿Y Paco?”
“El no cuenta en esto. Es parte de ti. Y también es parte de mi mismo”
“¿Te refieres al resto?”
“Si. A todo el que no seas tu, mi amor”
“Gonzalo. Yo tampoco quiero a otro. El único placer real es contigo. Y desde hace tiempo pienso en ello. Y he llegado a la conclusión de que no merece la pena malgastar con otros lo que podemos disfrutar nosotros. Sin olvidar a Paco, naturalmente”
“Si. Sin olvidar a Paco, pero tu y yo siempre juntos”
“¿Me vas a contar que pasó en ese centro comercial?”
“Si. Pero más tarde. Ahora tengo que hablarte de algo más importante para los dos. Con el chaval no hubo sexo, si es lo que te preocupa”
“Eso es lo de menos. Ya lo sabes”
“No, Adrián. No quiero que eso sea lo de menos. Necesito ser tuyo y saber que me posees como parte de ti”
Parte de mi, dices!. Eres la misma vida que posibilita mi existencia. Nunca quise privarte de libertad, pero eso no signifique que no me importase lo que hicieses con ella. Si yo ligaba con otros tios, ten por seguro que en el fondo, quizá sin querer admitirlo, lo hacia para soportar y consentir tus ligues. Puedo jurar que en lugar de tu complacencia con mis aventuras, prefiero tus celos. Porque desde ahora vas a tener los míos. Gonzalo, tu lo has dicho. Se acabó. Ni tu ni yo volveremos a darle por el culo a nadie. Ya nos llega con los nuestros y el de nuestro adorado Paco. Seremos como él, que siempre nos dio ejemplo de fidelidad y paciencia soportando nuestro descaro. No sólo le hicimos daño a él si no a nosotros mismos. Irresponsablemente pusimos en peligro toda la felicidad y amor que, sin merecerlo, nos regaló el destino. Lo tenemos todo y aún así no nos basta y buscamos más. Y ese más solamente es una mierda, Gonzalo. ¿Cuántos han podido conseguir lo que nosotros hemos logrado?. Y entonces qué buscamos. ¿A que viene esa carrera desenfrenada por cazar el mejor culo si ninguno es mejor de los que disfrutamos en casa?.
“Adrián...... Te quiero con toda mi alma. Y únicamente por tu amor pude querer también a Paco. Me obligaste a ello. Y al no poder renunciar a ti tuve que amarlo por ser tu mismo. A él le amo, pero es de ti de quien siempre estuve enamorado hasta las cachas. Y no digas ni hagas ahora alguna de tus gracias respecto a mi culo o al tuyo. Porque si te follo es por complacerte. Lo que prefiero, sin lugar a dudas, es que tu me des por el culo a mi. Todo lo que se de sexo me lo enseñaste tú, Y tú abriste mi cuerpo a un placer que jamás podría haber sospechado. Te confieso que la primera vez, con un culo todavía virgen, el miedo a lo desconocido quiso defenderme de tu acoso para invadirme con con esa verga, que pronto sería el único falo que podría adorar para el resto de mis días. A pesar de mis temores y mi lucha por evitar lo que desde el primer instante ansiaba con toda mi alma, ni tuviste piedad ni dudaste en ensartarme, sin permitir tampoco que mi cuerpo expulsase aquello que en unos segundos me iba a transportar al orgasmo más intenso, que nunca hubiera imaginado de nos ser por ti. Me calzaste a saco desde el primer momento y rompiéndome el culo me abriste las puertas del paraíso. Y ahora soy lo que tu quisiste hacer de mi. Tu esclavo, porque te pertenezco sin condición. Tu zorra, puesto que estoy obsesionado por darte placer. Tu perro, ya que te seguiré fielmente donde vayas. Eso soy yo, mi amor. Y no lo cambiaría por nada de este mundo”
“Y mi amante, porque yo también estoy enamorado de ti desde que tus ojazos se calvaron en mi razón. Mi niño, puesto que te adoro por ser la criatura que espiritualmente parí. Mi vida, ya que sin ti prefiero morir. Y todo eso también es tu condición, Gonzalo”
“Adrián, únicamente tú tienes derecho a definir lo que soy y decidir que debo hacer en este mundo. A mi me corresponde asentir y seguir el compás que tu me marques. No me folles solamente. Hazme el amor. Amame, Adrián. Y luego pídeme explicaciones sobre los que pasó en ese jodido centro comercial”

Y lo amé. Lo amé como deben amar los dioses. Su boca y la mía confundían su sitio y perdían el norte sin saber a que mente obedecían. Su saliva era la mía y su lengua se bañaba en mi saliva, enjugando cada una el sexo del ser amado por el gusto de paladear sus frutos. En su cuerpo se erizaba el vello atrayendo a mi piel como un imán. Y mis manos no descansaban ni regateaban apretones y caricias sobre su carne recia y firme como como la fe de los santos mártires. Por fin, separe sus nalgas y lamí su esfínter lubricando su entrada para suavizar la penetración. Lo hice mío y entré en su cuerpo jugando con sus puntos erógenos para provocarle el refinado placer que la sensibilidad divina puede lograr. Y entre los dos no quedo el menor resquicio para que otro ser se colase en nuestro mundo. Una vez más, y como nunca, fuimos un solo ser fundidos por el amor.

“¿Estas bien?
“Ahora en la gloria!, mi amor. Ummmmm... Me gusta que me acaricies el pelo. ¿Te dije alguna vez lo bien que me follas, Adrián?”
“Puede que si. Pero repítemelo porque me gusta oírlo”
“Ni los dioses podrían follar como tú. ¿Lo repito?”
“No. Es suficiente con ver tus ojos.... Y con ellos jamás pudiste mentir!
“En el centro comercial en realidad no pasó nada importante”
“No hables de eso ahora si no quieres”
“Si quiero. Seguro que tu comprenderás lo que hice”
“Está bien........ Cuéntame”
“Fui a comprar un detalle para vosotros dos. Para Paco y para ti.”
“Gracias cariño por la intención. ¿Y que pasó?”
“Pasó que me sentía solo. Desde que llegue a Pamplona no lograba evitar una insoportable sensación de soledad, y pasé la noche en blanco deseándote, hasta masturbarme 3 veces, y llorando después como un mocoso que se ve perdido sin su madre.
“¿Y eso por qué?”
“Por todo lo que te he dicho antes.... Porque vi claro que te quiero como un puto loco. Que me has emputecido por tus huesos y estoy colado por ti sin remedio”
“¿Y que tiene que ver eso con lo del centro comercial?”
“La mala leche que llevaba por no haber dormido un pijo durante la noche”
“Entiendo”
“Iba por uno de los pasillos del centro y vi al jodido segurata agarrando por un brazo a un chaval y zarandeándolo como si fuese un muñeco de feria. El chico aparentaba unos dieciocho o diecinueve años como mucho, aunque tenía una cara de crío que no se lamía. Al acercarme más, escuche al puto cabrón de seguridad insultar al chico llamándole maricón de mierda y otras lindezas propias de la homofobia más activa. Me encendió la sangre y le grité que soltase al chaval. Y él carajo aquel, con uniforme de Rambo, se me rebotó de malos modos y me soltó que yo era otro cerdo mariconazo, que seguramente también iba a los servicios a pajearme viendo pollas ajenas. Intentó echarme mano y le atice un ostión. El resto puedes suponerlo”
“Me lo supongo perfectamente”
“Y en realidad eso fue todo”
“Dame un besazo, campeón!. Si estoy allí lleva dos ostias más sin hacer otros méritos para merecerlas.... ¿Y qué había hecho el chico?”
“Pues, al parecer mear al lado de otro tío e intentar verle la polla.Y entró en los retretes el mierda del guardia y los cachó. El otro salió por pies y a este podre infeliz lo atrapó por un brazo. Luego vino la poli el chaval se largó y a mi me llevaron a la comisaría, como ya sabes. Fin de la historia.
“Eso merece otro beso”

El regreso a Madrid, a primera hora del día siguiente, fue rápido, ya que no veíamos el momento de estar de nuevo en casa. Paco estaba desesperado por vernos y, además, necesitaba que nosotros tranquilizásemos sus nervios con el mejor calmante que puede haber en este mundo. Amor pleno de besos, caricias y sexo.

Gonza y yo acordamos no decirle nada de nuestro arrepentimiento por los deslices pasados, quizás porque mutuamente nos guardamos el temor a ser incapaces de sujetar la puta lujuria que siempre nos recomió por dentro. Pero, sinceramente, estábamos decididos a mantener nuestras promesas y que él mismo fuese comprobando que por fin se había producido el milagro de nuestra fidelidad.

Nada más cruzar el umbral de la puerta, Paco salió a nuestro encuentro , lanzándose al cuello de Gonzalo para comérselo literalmente a besos. Protesté reclamando mi parte y, sin soltar a Gonza, me dio un generoso morreo que casi me asfixia. La intensidad de las emociones se traslucían en nuestra cara, y podría asegurar que pocas veces me sentí tan unido a mis dos muchachos. Ni tiempo tuvimos de deshacer las maletas. Paco nos arrastró a mi cuarto y, de rodillas, nos saco las vergas, puso sus manos en nuestras nalgas, apretándonos contra si, y nos regaló la más prodigiosa mamada, alternando en su boca ambas trancas. Gonza yo nos besábamos sin medida haciendo esfuerzos para no soltarle la leche sin darnos tiempo a darle por culo. Pero el muy mamón succionaba de tal forma, que el primero en irse fue Gonzalo, que, sin sacarle la polla, vació sus cojones sobre la lengua de Paco. No le di tiempo ni para limpiarse los labios. Lo tiré de bruces sobre la cama y lo clavé y follé hasta que nos desahogamos absolutamente.

Se abría una nueva etapa en mi vida, en la que iba a primar el amor sobre el sexo vacío de sentimientos e, incluso, malgastado irracionalmente. Aquellos dos chavales compensaban cualquier sacrificio y su felicidad sería mi preocupación exclusiva. O al menos ese es mi propósito. Y será duro, puesto que si hay una verdad en este mundo, es que la carne es débil.

jueves, 4 de marzo de 2010

Capítulo XII

"Señor, le llaman del Ministerio del Interior... Es Don Rogelio Palomo"
"Gracias, Román..... Dime, Roy"
"Buenos días, Adrián"
"Buenos días. Dime"
"Bien, No pasa nada. Gonzalo está bien"
"¿Pero dónde está?"
"En Pamplona"
"Explícate, por favor"
"Nada. Una tontería... Parece ser que tuvo un altercado con un agente de seguridad y está detenido"
"¡Cómo!"
"Ya te digo que todo fue una bobada. Algo sin consecuencias"
"¿Pero no dices que está detenido?"
"Si hombre. Pero sólo hasta que comparezca ante el Juez. Ya sabes como son estas cosas"
"Bien. Ahora cuéntamelo desde el principio. ¿Qué coño pasó?"
"Bueno. Pues, según me ha informado la policía, resulta que Gonzalo estaba en un centro comercial y tuvo un altercado con uno de los agentes de seguridad del centro. Pero ya te digo que sin consecuencias graves. Vamos, parece que todo se reduce a una simple discusión y alguna torta sin lesiones de consideración"
"¿Y el motivo?"
"Según me han dicho hay un jovencito por medio; y que también está detenido"
"¡Vaya!"
"No saques conclusiones precipitadas porque quizás no sea lo que piensas"
"Ya. Bueno, ¿y que más te han dicho?"
"Simplemente que iban a llevarlos al Juzgado de guardia y luego supuestamente los pondrían en libertad. Ya te digo que la cosa no parece demasiado seria"
"Bien. Muchas gracias, Roy.... Otra cosa.."
"Dime"
"¿Sería posible hablar con él?"
"Sí. Ya les he dicho que le dejen llamar a su casa. Imagino que estará a punto de hacerlo"
"Gracias, Roy. No sabes lo que te agradezco cuanto has hecho"
"Nada, hombre. Los amigos estamos para estos casos. Y a ver cuando nos vemos y cenamos juntos"
"Eso está hecho. Te llamaré en cuanto pueda y quedamos. Gracias otra vez"
"Espero tu llamada. Y no seas duro con el chico"
"No te preocupes. Un abrazo"
"Lo mismo. Adiós"
"Adiós, Roy"
"¡La madre que lo parió!. Román, despierte a Paco”

Lo capo. De esta se la corto y lo capo, seguro. ¡Qué carallo habrá hecho por Pamplona ese cabronazo!.

"¿Está bien Don Gonzalo, señor?"
"Sí, Román. Está bien...... (por el momento y mientras no le ponga las manos encima).......... ¿Buenos días. Se ha despertada ya la señora?"
"Acaba de levantarse, señor barón"
"Dígale que se ponga, por favor"
"Enseguida, señor"
"Gracias, Benito"
"Adrián, hijo, ¿qué pasa?"
"Nada, mamá. Gonzalo está en Pamplona"
"¿Y está bien?. ¿Le ha pasado algo?"
"No, mamá. Está bien"
"Entonces, ¿por qué no vino ayer?"
"No pudo"
"¿Algún problema?. Dime la verdad, Adrián"
"No es nada importante, mamá. No te preocupes"
"¡Pero dime que le ha pasado a ese muchacho!"
"Según me informó Roy, ese amigo mío que está en Interior, tuvo un pequeño altercado con un agente de seguridad de un centro comercial y lo detuvieron. Nada más"
"¿Y te parece poco?. Jesús, Adrián. Tienes la misma cachaza que tu padre. No os inmutáis por nada. Así se os caiga el mundo encima os quedáis tan tranquilos. Sal inmediatamente para Pamplona y ve a ver que le pasó a ese muchacho..... ¿En que centro fue eso?"
"Aún no lo sé, mamá. Estoy esperando que llame Gonzalo y me cuente algo más.... Y luego me voy a Pamplona"
"Bien. De todas formas llamaré a Maruja, que seguramente fue en el centro comercial que tienen allí"
"Mamá, no te precipites. Deja que yo resuelva esto"
"Tú haz lo que tengas que hacer que yo ya haré lo que considere oportuno. Venga cuelgo que puede que ya esté llamando Gonzalo. Adiós y vete con cuidado... Y llámame al llegar"
"Sí, mamá. Lo haré. Adiós. Y estate tranquila. Adiós"
"Román en cuanto llame Gonzalo saldré para Pamplona... ¿Aún no se despertó Paco"
"Ya lo he llamado, señor, pero no debió enterarse. Con tanta pastilla no me extraña, señor"
"Bien. Déjelo. Lo haré yo"
"Bien, señor"

Hasta dormido está guapo este chaval. Me encanta verlo así, con esa cara de niño inocente que tiene cuando duerme. Seguro que estuvo destapado toda la noche. ¡Qué bello es!. No puedo evitar que mi miembro se empine cuando lo admiro tendido sobre la cama bocabajo y totalmente desnudo.

"Paco. Mi amor. Despierta. Gonzalo está bien.... Vamos.... Despierta. Soy yo, Adrián"
"¡Adrián!. ¿Y Gonzalo?. ¿Ya vino?"
"No, pero está bien. Aún sigue en Pamplona..... Anda, dame un beso"
"Sí, pero ¿qué le pasó?"
"Nada serio. Estoy esperando que me llame y nos cuente lo que hizo"
"¿Tuvo algún problema?"
"No te preocupes que no es nada. Bésame otra vez"
"Adrián, no seas pesado que aún no me lavé los dientes"
"Y eso que importa. Te quiero. Os quiero a los dos cada vez más, y por eso quiero besaros a todas horas y en todo momento. Bésame, mi amor"
"Adrián.... Ummmm. Otro......... ¡Joder!. Esto sí es un buen despertar"
"El mejor de todos...... Ummmm.... Ahora ya puedes levantarte"
"¿Y me vas a dejar así?..... ¿Sin más?"
"Va a llamar Gonzalo"
"Pues habla con él mientras me follas..... Ahora lo necesito. Ven"
"Sí, mi amor. Los dos lo necesitamos"
"Déjame verla...... Así"
"Sí...... Así, Paco, así...... Nadie la chupa como tú, mi amor.... Sí... Así.... Así"
"Adrián.... ¿por qué no lo hacemos todas la mañanas?"
Sí, mi niño. Lo haremos. Pero déjame que te haga subir al cielo"
"¡Fóllame ya, por favor!"
"Sin prisas, mi amor. Espera a que te bese de pies a cabeza y lave tu cuerpo con mi lengua... Sobre todo aquí.... En este agujero tan dulce y tan maravilloso que tienes en medio de estas preciosas nalgas...... Así, ábrelas y separa las piernas para poder meter la lengua hasta el fondo....... Ummm"
"Sí..... Sí...... Sigue..... Así.......... Métela ya, por favor. Necesito sentirte con toda la fuerza que seas capaz..... ¡Venga, Adrián!. ¡Dame hasta no poder más!"
"Sí, mi niño. Ahora me sentirás........ Así..... Ya... Abre, ábrete bien que te la voy a clavar en el alma"
"¡Ah!. Ah. Sí........Así........ Sí....... Clávame, Adrián"
"¡Joder!. ¡Cómo me gusta follarte, chiquillo!. Dame tu boca. Así..... Ummm"
"¡Hostias!. ¡Qué polvo me estás metiendo, cabrón!. !Sigue!...Sigue, por favor"
"Con que cabrón, eh!. Ahora verás de lo que este cabrón es capaz con un culo así de abierto.... ¡Toma, joder, toma polla!"
"Sí.... Sí..... Sí, Adrián..... Soy tuyo, mi amor. Fóllame cuanto quieras. Dame por el culo y clávamela hasta los huevos. ...Así... ¡Ay!.... ¡Sí, métela de golpe!..... !Toda de golpe!"
"Ahora sólo con el capullo, mi amor...Así"
"Sí. Así..... Sí. Como tu quieras"
"Sí, y otra vez enterrada hasta el fondo. Así!
"¡Ah!..... Sí, sí, sí......¡Ah!. Me corro... ¡Ah!. ¡Ahhhhhhh!"
¡Ostias, Paco. Te voy a llenar ese culazo hasta preñarte!. ¡Joder......La leche que te han dado, tio!. Jooooooooooooooderrrrrr.................”
¡La puta, Paco..............Me dejas seco cada vez que te monto!”
Ummmmmmmmmm. Más secos tenía que dejaros tanto a ti como al otro. Haber si así no mirais otro culo que no sea este”.

Y, tras darse una sonora palmada en el trasero, Paco me morreo la boca hasta dejarme sin aire.

"Señor. ¿Está Ud. Ahí?"
"Sí, Román..... ¿Es Gonzalo?"
"Sí, señor, es Don Gonzalo desde Pamplona"
"Bien, Román. Hablaré desde aquí, gracias"
"Es Gonzalo"
"Luego déjame hablar con él"
"¿Gonzalo?"
"Hola, Adrián"
"¿Pero que coño pasa?"
"Ya te contaré. Ahora aún estoy en la comisaría"
"¡Joder!. El susto que nos has dado, tío"
"Lo imagino. ¿Qué tal está Paco?"
"Puedes suponerlo. Aunque acabo de darle un tranquilizante especial, marca de la casa, y ahora ya está más tranquilo"
"Me imagino que medicina le has dado. Pero que no se preocupe porque no pasa nada"
"Lo sé; pero aún no sabes cuando te sueltan"
"Supongo que en cuanto vea al Juez. No puedo hablar mucho; así que ya te contaré algo más cuando esté en la calle. ¿De acuerdo?"
"Sí, pero ahora mismo salgo para Pamplona. Así que en cuanto te dejen libre te vas al hotel de costumbre y me esperas sin moverte de ahí para nada. ¿Me has entendido?"
"Como quieras"
"Exactamente como yo digo. ¿Ok?"
"Sí. ¿Vienes en coche?"
"Sí"
"¿Y qué hago con mi coche?"
"Eso ya lo veremos cuando llegue el momento. ¿Conforme?"
"Sí. Como tu digas"
"Está bien. Y tranquilo que no pasará nada. Un beso"
"Otro. Déjame hablar con Paco"
"Quiere hablar contigo"
"Dime, Gonzalo"
"Perdona por el susto"
"No seas tonto. Ya pasó. Bueno no del todo porque no me habéis dicho aún que te ha pasado. Pero ahora lo importante es que vengas cuanto antes a casa. Te quiero, mi amor"
"Y yo a ti. Mucho, además..... Hasta pronto.... Besos"
"Sí. Muchos besos.......... Yo también quiero ir"
"No. Iré sólo"
"¿Y eso por qué?"
"Porque lo digo yo"
"Ve con cuidado que ya no estoy para más sustos... ¿Me oyes?"
"Sí"
"Y no te pases con él"
"No sufras que para algo tiene un buen culo donde llevar unos buenos azotes"
"Es mejor que lo folles y no que le pegues"
"Ambas cosas no son incompatibles. Y tu sabes bien que incluso a veces hasta son complementarias y sientan divinamente"
"¿Has llamado a tu madre?"
"Sí. Ya sabe que Gonzalo está bien"
"La llamaré para que venga a comer conmigo"
"Es buena idea. Llámala"
"Bueno. Con cuidado, Adrián. Y volver pronto a casa"
"Dame un beso. Y no te preocupes que lo traeré cuanto antes. Ah. Llama ahora a mi madre para que Manolo me lleve hasta Pamplona, porque volveremos en el coche de Gonzalo. Y de paso ya puedes decirle que coma contigo y quedas para ir a recogerla. Y yo termino de preparar las cosas que tengo que llevar"
"Bien"
"Dile a Román que venga"
"¿Desea algo el señor?"
"Sí. Acabe de disponer el equipaje, pero no lo baje al coche. Vendrá a buscarme Manolo"
"Sí, señor"
"Dice tu madre que Manolo viene en 15 minutos y que es mejor que comamos en su casa porque no tiene ganas de salir.... Ah!. También me dijo que lo de Gonzalo ya está arreglado y que ya me lo contaría durante la comida"
"¡Esta mujer es imposible!. ¡Qué diablos habrá hecho!... Dame el teléfono"
"Benito, póngame con mi madre, por favor"
"Enseguida, señor"
"Dime, hijo. ¿Ya salió libre?"
"¿Con quién hablaste?"
"Ya te lo dije. Con Maruja"
"¿Y?"
"Pues efectivamente el centro comercial es uno de los de su marido"
"Y que más"
"Lo normal, hijo. Llamó al Director del centro y le confirmó lo de Gonzalo y el guardia de seguridad. Al parecer Gonzalo le pego una bofetada que casi le salta un diente por un problema con otro muchacho joven, también gay. Pero naturalmente la culpa no fue de Gonzalo, ya que el de seguridad se metió con ellos. Así que Maruja le ordenó al director del centro que retirase la denuncia, y todo arreglado. ¡Ves como tu madre sabe lo que hace!"
"Sí, mamá. Nunca lo he puesto en duda..... Gracias"
"¿No estarás molesto por ello?"
"No, mamá. En serio. Gracias porque eres la mejor madre del mundo. Te quiero. Un beso"
"Gracias, hijo. A veces eres un sol. Ya le he dicho a Manuel que vaya con cuidado. Y tú vuelve pronto con el muchacho. Besos"
"Volveré con el muchacho enseguida, no te preocupes. Y también vendremos despacio. Adiós, mamá"
"Tu madre es la mejor persona del mundo"
"Tienes razón, Paco. Es la mejor persona del mundo. Y creo que no me la merezco"
"Tu también lo eres Adrián. Al menos para mí y para Gonzalo"
"Gracias, amor. Hasta luego.... Dame otro beso"

Siempre me agradan los viajes en coche; y desde hace un tiempo mucho más, si no tengo que conducir todo el rato, naturalmente. Ahora, desde luego, no creo que pudiese coger el volante porque me encuentro como desinflado. Lógicamente es la reacción normal después de todas estas horas de tensión y nervios contenidos. Ni ganas tengo de abrir los ojos y contemplar el paisaje, que es algo que siempre me apasiona por muy monótono y desabrido que parezca; porque me gusta ver la tierra vestida con sus campos labrados, o simplemente cubierta de polvo o escasos árboles. En cada colina o valle veo una posible idea para plasmar en un lienzo todavía virgen.

Creo que no hay colores más hermosos que los de la naturaleza, ni luz más bella que la claridad de un cielo soleado. Y si se hace de noche en el camino, ¿puede haber algo más sugerente y embriagador que un firmamento estrellado en donde la luna camina hasta el amanecer?. Las sombras alzándose en la noche es un recuerdo permanente de mi soledad.

¿Cual será la peripecia que a vivido Gonzalo con ese chaval de Pamplona?. Algún ligue, supongo. Lo que no me explico es que pintaban en un centro comercial. A no ser que lo ligase en los servicios. Cada día tiene menos cabeza ese pendón de siete suelas. Aunque, por otra parte, me extraña lo de la hostia a uno de seguridad del centro. Gonzalo no es en absoluto agresivo y, desde luego, es lo suficientemente educado como para respetar a todo el mundo. En fin. Ya me lo contará con puntos y comas cuando le eche la vista encima.

"Manolo, pare en la próxima área de servicio y tomamos algo para descansar un rato"
"Sí, señor. Como guste"

Desde luego con esto de las autopistas y autovías los viajes son mucho más rápidos y cómodos, pero indudablemente han perdido parte del encanto de ir pasando por los diferentes pueblos o ciudades que encontrabas en el camino. En cada parada que hacías renacía en la mente la posibilidad de una aventura, fuese del tipo que fuese, pero en mi caso siempre la imaginaba de carácter sexual. Cualquier muchacho podía convertirse en el soñado protagonista del mejor polvo de mi vida, o, simplemente de un escarceo sin mayores consecuencias en los servicios de un bar de carreteras. Y hubo un tiempo que todo eso me seducía y me parecía fantástico.

Y en cierto modo lo era. Recuerdo que en uno de mis viajes a Galicia, hace de esto muchos años, iba ya a la altura de Sanabria y me encontraba realmente hasta los cojones de tanto volante. Sin olvidar que aun me faltaba la sesión más fuerte a base de curvas y baches. Avisté un parador de carretera y puse el intermitente de la derecha indicando que pasaba de proseguir el camino por un rato. Aparqué el coche y al mirar instintivamente por el retrovisor, como siempre hago al apagar el motor, vi detrás de otro coche a un joven autostopista, sentado sobre una voluminosa mochila, dispuesto a hincar el diente en un magnífico bocadillo. Aun a pesar de la distancia podía a preciarse que era guapo. Y, sobre todo, se veía bien que tenía unos muslos dignos de un avezado caminante.

Salí del coche, y aunque no era necesario pasar cerca del chico para entrar en el establecimiento, no pude evitar aproximarme a él, alargando un poco el trayecto, y le miré a los ojos con un descaro impropio en mí, y que todavía hoy no me explico como fui capaz de hacerlo de ese modo. El muchacho respondió a mi provocación levantando del bocata sus ojos color miel; y lo hizo tímidamente, como si se ruborizase al ser consciente de que su belleza pudiese inflamar deseos y pasiones desordenadas. Miró hacía el pan nuevamente, pero no pudo dominarse y me miró otra vez en el mismo instante en que yo volvía la cabeza para verlo también. Sonreí y él bajó la vista un segundo, pero rápidamente me lanzó otra sonrisa con su preciosa mirada.

Entré en la cafetería del hostal, pedí al camarero de la barra un café, y me dirigí directamente a los servicios, en parte porque cuando viajo en coche y paro en un bar siento ganas de mear, y también porque quería comprobar si aquel vergonzoso jovenzuelo había captado la onda y me seguía con intención de ligar.

Me detuve ante el espejo del lavabo con la vista fija en la puerta, y el chico no se hizo esperar ni un minuto. Al pasar por mi lado volvió a mirarme, y yo le sonreí sin ningún disimulo. Entonces los dos al unísono ocupamos las dos únicas meaderas del recinto, sacamos a la luz nuestras vergas, ya empalmadas, y, sin más trámite, le agarré sus insinuantes nalgas, embutidas en un raído y gastado pantalón vaquero que las apretaba con la obsesiva intención de marcar aun más su exuberante redondez y dejar patente su indudable firmeza. El muchacho cerró los ojos y mi mano pudo notar el estremecimiento que recorrió su cuerpo. Me volví hacia él, y soltando mi polla le sujete la nuca para besar su boca. Y comenzó un acompasado baile de lenguas que se rozaban y se saboreaban, bañadas en nuestra saliva, empeñadas en comprobar sus formas y texturas. Una de mis manos seguía palpando los glúteos del muchacho; y éste, excitado y jadeante, echó mano a mi pene apretándomelo y pajeándomelo con ávido nerviosismo. En el recinto había también dos retretes, dentro de sus correspondientes cabinas, y sin soltar la presa ni retroceder un ápice en lo ya conquistado, arrastré al chico al interior de uno de ellas y le ordené que con la única mano que le quedaba desocupada cerrase la puerta y pasase el cerrojo.

Obedeció sin dilación, desabroché su bragueta y le bajé los pantalones y los calzoncillos al unísono. Me sorprendió gratamente el tamaño y belleza de su polla, pero mucho más me fascinaron aquellas nalgas que formaban su culito. Eran sencillamente preciosas y mucho más sugerentes y atractivas de lo que ya parecían dentro del vaquero que antes las cubría. Se agachó ante mí y también me dejó con mis vergüenzas al aire, y sin pensarlo dos veces se tragó la verga que mostré ante sus ojos chupándola con el mismo afán de quien no prueba bocado en un mes. La mamada era tan intensa que me costaba verdaderos esfuerzos contenerme sin chorrearle dentro de la boca todo el semen de un golpe. Yo apretaba los dientes y los labios, y crispaba mis dedos puestos sobre su cuello justo debajo de la nuca.

El, succionaba y lamía una y otra vez, y mientras lo hacía alzaba hacia mí su mirada, ahora llena de vicio, rogándome que no me resistiese más y le dejase alimentarse con mi leche. Aquello era demasiado y me dolían los huevos del esfuerzo. Así que, sin poder evitarlo ni un segundo más, me corrí a borbotones en su maravillosa boquita, y ni siquiera me di cuenta que él también se vaciaba manchando el suelo con su semen.

Quedé desfondado, apoyado de espaldas en la pared, y el chaval todavía permanecía en cuclillas a mis pies luciendo aun en sus lascivos labios restos de mi corrida. Fue magnífico, pero se me había escapado la oportunidad de darle por aquel apetecible culito, sintiendo no sólo el placer de una buena follada, sino también la excitante visión de mi verga penetrando su sonrosado y redondo ojete. Y, con la misma rapidez de un fogonazo, decidí que eso no podía ser. Intenté recuperar el resuello, lo icé del suelo abrazándolo con fuerza, y le pregunté:

"¿Hacia dónde vas?"
"A Santiago". Respondió.
"¿Tienes prisa?". Añadí.
Y contestó: "No demasiada.... Aunque tampoco quiero tardar demasiado tiempo"
"¿Qué entiendes por demasiado tiempo?". Insistí.
"Hombre.... Uno o dos días como mucho"
"Vamos a coger una habitación en este hostal y luego te llevaré hasta Santiago". Y, sin permitirle la menor réplica a mi propuesta, continué: "Súbete los pantalones y vámonos de aquí....... Ah!. Me olvidaba que tengo un café esperándome en la barra, así que tómate algo también y luego nos vamos a follar hasta que no podamos más. Y me parece que eso no va a tardar mucho tiempo en suceder. ¿No crees?"
"Si... ¡Y si me metes todo eso en el culo, me puedo morir de gusto, tío!"
"Pues aunque sea un incordio, te morirás...... Vamos, putita, que te voy a joder vivo"
"Hummm....... Bésame otra vez y fóllame hasta mañana si tienes fuerzas"
"¿Es una provocación?..... Veremos quien se agota antes. Tú, poniendo el culo, o yo, empalándote hasta hacerte gatear por la paredes. Venga, vamos chavalito, que vas a saber lo que es bueno".

Fanfarroneé mientras salíamos del retrete donde había catado la experta boca de aquel jovencísimo y guapo mamón.

Y no era menos sabio su culo a la hora de dar placer a una polla bien clavada en su interior. ¡Qué polvos echamos durante el resto de la tarde y la mayor parte de la noche!. Disfrutamos como perros en celo sin poder parar de lamernos, besarnos chuparnos, abrazarnos y, sobre todo, joderle el culito hasta dejarle el ano, aunque enrojecido y abierto, palpitante y deseoso de que mi nabo no parase de encularlo. Lo hicimos en todas las posturas relatadas en el Kamasutra; y hasta creo que en alguna más que ni se le pasó por la imaginación al autor de famoso tratado sexológico.

Cómo apretaba el esfínter en el momento justo, aflojando luego la tensión para permitir que su rígido y caliente huésped llegase hasta el límite del recto, ejerciendo para ello el esfuerzo justo.

La verdad es que el chiquillo tenía un vicio insaciable. Pero también poseía una ternura y una belleza dignas de un personaje de la lírica clásica.

Era seductor al máximo. Su cuerpo, esbelto y perfectamente cincelado, parecía una obra de Miguel Angel, representando la hermosura de un efebo. Y el tono y tacto de su piel simplemente divinos. Cuando eyaculaba y quedaba rendido y extenuado del placer, sus ojos y su rostro se tornaban cándidos y dulces como si aun fuese un niño pequeño. Daban ganas de apretarlo contra el corazón, y tenerlo así el resto de su vida con la intención de no dejarlo crecer.

Y no quedó ahí la cosa; ya que durante el trayecto hasta Santiago de Compostela, volvimos a hacerlo tres veces más aprovechando las paradas para mear y tomar alguna cosa que nos distrajese el hambre.

Bueno. Una de esas veces fue al pie del coche, protegidos entre unos árboles, en donde, después de la consabida mamada, lo coloqué a cuatro patas en el asiento trasero, con el culo hacia una de las portezuelas, y yo, de pié fuera del coche, se la enchufé hasta el fondo y me lo ventilé a lo bestia. Me dio un morbo terrible verlo en esa posición, y eso, unido al entorno en que nos hallábamos, hizo que la follada fuese mucho más brutal e intensa que las anteriores. Era como si acabase de recogerlo en la carretera y allí mismo estuviese violándolo. Y lo que más caliente me puso fue ver como mi semen rebosaba de su ano y le escurría por las piernas después de irme dentro de su carne. No pude contenerme, y sin perder ni una pizca de la dureza de mi pene se lo volví a hincar, jodiéndolo nuevamente hasta vaciar la última gota almacenada en nuestros testículos.

"¿Le parece bien aquí, señor?"
"Si, Manolo. Aquí mismo está bien. No tiene demasiada mala pinta"
"No, señor. Parece que la cafetería no está mal. Y de paso podemos cargar gasolina, señor"
"Bien. Nos paramos aquí"