sábado, 29 de enero de 2011

Reflexiones del barón

Por qué nos animamos más a hablar de nuestra verdadera intimidad a través del relativo anonimato que nos presta este medio y no somos capaces de sincerarnos de igual modo cara a cara con otras personas que nos son cercanas y conviven en el mundo real con nosotros?. El mundo y sus costumbres cambian a un ritmo frenético, pero quizás no nos demos cuenta que estamos dejando de hacer cosas tan hermosas y gratificantes como tener al alcance de la mano y poder tocar a esas personas con las que te comunicas. Es verdad que hasta por medio de una cámara vemos en tiempo real a nuestro comunicante y sabemos como es y si ríe o llora en serio. Mas falta el contacto físico y sentir el calor de otro cuerpo y el aroma de ese espíritu que se hace el confidente de tus reflexiones y hasta de tus más íntimos secretos. Ahora podemos ser tan sólo abatares cibernéticos que responden a un apodo tras el que se ocultan personas de carne y hueso, inmersas en mundos distintos y con problemáticas totalmente diferentes, pero que la técnica las ha puesto en el mismo espacio y al mismo nivel y las hace casi iguales a fuerza de ser diferentes y singulares. Ni hay distancias ni barreras ideológicas que nos separen en este universo virtual y eso es bueno si no olvidamos que tenemos la necesidad de ser queridos y amados por lo que realmente somos y no por aquello que queremos contar a quienes no conocen la verdad de nuestra existencia y la realidad del entorno en que nos movemos. Cualquier adelanto hemos de celebrarlo si es para bien y creo que esta forma de comunicación lo es. Pero eso no implica que nos pasemos y dejemos de practicar la otra manera de relacionarnos y contar con quienes nos miran a la cara para sentirnos acompañados y notar su proximidad y su afecto. Quizás lo peor de todo sea que cada vez nos toquemos menos unos a otros, sino es para practicar sexo, y eso creo que no está nada bien. El roce de una piel con otra piel calienta el alma y favorece la comprensión aunque no sea con otras pretensiones más ardientes

jueves, 27 de enero de 2011

Reflexiones del barón

Quisiera dejarme llevar por la inercia y no puedo. Quisiera abandonarme a la apatía y dejar que los días transcurran sin alterar ese aburrimiento que causa la desilusión y la certeza de que nada cambia y todo permanece inmutable cuando no va para peor, puesto que ya hemos de admitir que el mundo se mueve para mal en lugar de procurar ir a mejor. Y tampoco soy capaz de abstraerme lo suficiente como para olvidarme que aún respiro y, por tanto, sufro y padezco cuando miro o leo lo que nunca debió suceder sobre la faz de la tierra. Nada se arregla y los conflictos se complican cada vez más. Y la sociedad de los hombres acrecienta el abismo que separa unos de otros. Y si lo piensas, parece tan fácil llevarse bien con todo bicho viviente que lo absurdamente artificioso es esa lucha encarnizada por aplastar y joder al vecino y sacarle las entrañas por el puro domino sobre el resto y apoderarse de los miserables cuartos que consigas atesorar en algún banco, ya sea a la vista o en uno de los llamados paraísos fiscales. Y les llaman paraísos como también denominan las religiones a esos prometidos lugares de ultratumba donde dicen que sólo van los buenos. Y yo dudo que si existen realmente y alguien va a ellos, esos de buenos tienen poco. O al menos simplemente son regulares y los mejores se quedan sin nada, como ocurre antes de irse a ese otro mundo. Se ve que para ir a cualquier paraíso o cielo hay que tener pasta. Y no sólo fungible para comprar el billete y pagar el alojamiento, sino también un modo de ser y pensar particular que no desentone con el de los otros afortunados huéspedes de ese hotel de gran lujo. Quisiera no pensar, pero no puedo. Quizás sea un vicio acrecentado con el tiempo, pero lo cierto es que cavilo y medito y saco conclusiones y eso produce a veces mal estar y hasta dolor y no sólo de estómago. Mas, cómo a mis años voy a dejar de creer en todo lo bueno que puede quedar en el ser humano y tener que concluir que no merece la pena esperar y mantener la ilusión de que amanecerá un día mejor sin opresión, ni abusos, ni fuerza mal ejercida. Si llego a ese punto de hastío será preferible estar ya dormido para siempre y no despertar en ningún otro mundo ni mejor ni peor que este en que estamos ahora  

miércoles, 26 de enero de 2011

Reflexiones del barón

Los sentidos captan el mundo exterior y lo transmiten al cerebro, donde todo se procesa y se asimila para provocar en nosotros el estímulo más adecuado en respuesta a ese agente externo que nos provoca o incita para actuar de un modo u otro. Los ojos ven y por ellos conocemos la imagen con sus formas y colores y con el oído escuchamos esos sonidos que una vez ordenados convenientemente nos darán el placer de la melodía. Y algo importante es el olfato, pues sugiere olores y con ellos evocamos sensaciones y esencias y hasta nos parece notar la caricia que en otra ocasión sentimos sobre la piel. Y con el gusto, que también nos recuerda deleites y sabores excitantes, llegamos al tacto. Y por este sentido podemos gozar todavía más de los otros. A lo que vemos añadimos las sensaciones de suavidad o tersura, o de dureza, o el toque blando de algo ya sea agradable o repelente. Y también de lo áspero y tosco, Y, por supuesto, apreciamos la temperatura y con ella la calidez o lo desabrido que resulte ese objeto o el cuerpo que sobamos. Y como chispas eléctricas que recorren nuestros nervios, llega a la cabeza la información necesaria para poner en marcha la maquina del organismo y sentir la atracción física que alimentará esa pasión que nos lleva a otro universo sin necesitad de alas ni carros veloces para transportarnos al delirio más absoluto que puede alcanzar todo ser sobre la tierra

domingo, 23 de enero de 2011

Reflexiones del barón

Se dice que una imagen vale más que mil palabras. Y yo no sé si eso es del todo cierto, porque lo que muestra la imagen lo ves y en la mayor parte de los casos deja poco a imaginar más allá de lo que enseña. Pero la palabra dicha o escrita induce a pensar e imaginar y explorar otras realidades y mundos a penas soñados por quien escucha o lee. Más teme el tirano a la palabra que a cualquier arma convencional, pues esa solo pueden matar y el verbo no muere ya que se trasmite de unos a otros y se propaga más rápido que el viento, modificándose y ensalzándose cuanto más la persiguen hasta convertirse en mito para muchas generaciones. Cualquier expresión de la inteligencia son las joyas de las que puede estar orgullosa nuestra especie. Mas, de todas ellas, quizás la palabra es la más sublime porque nos aporta la clave para idear y reflexionar sobre todo cuanto existe y también respecto a lo admitido como cierto sin estar probado. Nada escapa a la mente si se transcribe y se da a conocer de forma escrita, puesto que, por mucho que se empeñen las mentes más conservadoras o retrógradas, es difícil destruirla e impedir su difusión y que de boca en boca se conozca lo que ha pretendido decir el cerebro de su autor. La imagen es la pura expresión de la vista, como la música es del oído. Y, por supuesto, nutren la mente y se subliman en la imaginación y aumenta su belleza el deseo de algo que evoquen. Y la palabra es todo eso y más, ya que tras de los signos que leemos formando frases, se construyen en nuestras cabezas aquello que aparentemente no se dice pero se intuye o sospecha, o simplemente que queremos entender. Y de la misma manera pasa al oír la voz que nos habla de ideas que avivan los sentimientos, pues necesitamos a veces que nos los digan para sacarlos del fondo de nuestro ser 

sábado, 22 de enero de 2011

Reflexiones del barón

Y te preguntarás: qué puede ya turbarme sino es el recuerdo de aquellas noches en que compartías mi cama y el sueño a mi lado, después de gozar hasta hartarnos y sudar por todos los poros como si en lugar de un lecho para disfrutar del sexo y el amor estuviésemos en el gimnasio quemando calorías a base de esfuerzo físico. Crees que nada puede ya alterar mi mente y mi deseo?. Pues te equivocas porque para apetecer y querer nunca hay un tiempo concreto ni determinado de antemano. Esa chispa surge donde menos lo esperas y cuando más despistado estás. Y puede que ni siquiera la busques y venga de repente a buscarte en la oscuridad de la noche o a plena luz del día deslumbrándote como el sol. Pero no es bueno ese deslumbre, pues puedes no ver justamente lo que tienes delante y tomar como óptimo lo que tan sólo está pasable. Siempre nos parece que la buena fruta es la fresca y lozana, pero ha de estar madura para ser más dulce y saborearla en su verdadera sazón. Y no por ser demasiado temprana va a saciarte más ni mejor, ya que todo tiene que formarse y alcanzar la plenitud para ser lo que debe y satisfacer totalmente a quien la coge para probarla y sobre todo al que la come. Es cierto que todo es relativo y está sometido a un punto de vista subjetivo y parcial. Pero, aunque así sea, lo importante es sentirse vivo y tener ganas de amar aún viendo en otros unas virtudes que exageras para convencerte que por ese amor merece la pena vivir. Y ten por seguro que sólo la ilusión te mantiene el alma fecunda para que no se agoste como la cosecha que sufre las inclemencias de un tiempo adverso

jueves, 20 de enero de 2011

Reflexiones del barón

 Cuánto puede sugerirnos una puerta cerrada. Hasta su propia forma o estilo nos induce a imaginar historias ocurridas o que puedan suceder tras ella. venturas emocionantes o una vida anodina que nos parece triste y sin el menor aliciente para poder soñar. Todo es posible antes de abrirla, pues una vez que traspasamos su umbral se nos revela lo que guarda, aunque aún juguemos a suponer lo que pudiera ocultar. Y casi todos somos puertas, más o menos castradas a cal y canto, o abiertas de par en par si nos interesa enseñarnos y recibir por el motivo que sea la visita de otras gentes que muevan favorablemente a ello nuestra voluntad. Y si antes de franquear la puerta es impredecible lo que encontraremos, lo mismo es imprevisible lo que topemos detrás de la cara amable de otra persona. En toda relación, el resultado depende del talante o el interés que despertemos en otros o que ellos consigan inquietar nuestra conciencia o nos provoquen la perspectiva de algo que nos incite a desearlo o conocerlo. Y fomentar el saber es bueno, pero avivar la curiosidad y el gusto por el cotilleo es una lamentable pobreza de espíritu que ni aporta nada positivo ni engrandece los merecimientos de nadie. Puesto que la mayor parte de la veces solamente denigra

martes, 18 de enero de 2011

Reflexiones del barón

En mi opinión el arte es jugar creando algo bello. Es hacer que una idea salga fuera de tu cerebro y se trasmita a otros provocando en ellos una reacción estética o espiritual solamente. Y al decir bello no me refiero a que sea forzosamente bonito, conforme a un criterio concreto, sino que, siendo plástico o incorpóreo, motive al pensamiento y a la deducción según el estado de ánimo del receptor más que el del artista. Puede ser un golpe impactante y revulsivo o algo sereno y apacible que incite a la calma y sosiego. Pero de tal sutileza que nos embriague y llene los sentidos por los que se percibe y hasta por aquellos que no se siente. No importa que nos haga flotar como globos o nos aplaste su crudeza o su grandiosa realidad. El caso es que nos transporte a otra dimensión y nos arrebate lo más posible alzando nuestros pies del suelo. También puede ser sólo placer o perturbación y hasta llegar al dolor íntimo del espíritu, pues es la gran expresión emocional del intelecto humano. Palabras, formas, colores, sonidos, armonía en suma y en perfecto equilibrio o en el más inquietante caos, pero siempre fruto de la imaginación y la innovación de las ideas, las creencias y las emociones de su creador

domingo, 16 de enero de 2011

Reflexiones del barón

Adormece mis sentidos un monótono repiqueteo de lluvia en los cristales. Parece acompañarse de la música que escucho y hasta juraría que las gotas bailan al compás de las notas de esa canción. Qué melancólica suena con el tamborileo incesante de una ligera llovizna que no pasa de ser un chubasco, pero molesta y moja como el chaparrón. Si sales a la calle no sabes si abrir el paraguas o dejarlo cerrado, porque no parece que vaya a empaparte algo con tan poca fuerza y escasa cantidad. Pero si caminas algún tiempo bajo esa bruma más húmeda que acuosa y que pinga incansablemente, te pones como un pito y notas que estás mojado por todas partes y no precisamente por morbo o expectativas de un placer sexual inmediato. Pero con ella todo renace mas tarde y estallará la primavera mucho más radiante cuanto más agua caiga durante el invierno. Además, deben llenarse y aumentar las reservas de acuíferas para el seco estío o habrá restricciones si no ha llovido lo suficiente. Aunque en esta tierra eso de que falte el agua no es frecuente aunque las cuatro estaciones no sean generosas en precipitaciones. Aquí el agua nace de la tierra además de caer del cielo. Y esta ultima si es demasiada puede desbordar los cauces de los ríos y anegar sus riberas. Pero curiosamente de tal devastación no sólo es culpable la madre naturaleza, pues suele darse en mayor medida por la colaboración de los hombres que se empeñan en obstaculizar el paso a los torrentes y construyen muchas veces donde no se debe. Y la naturaleza, cabreada, se lleva todo por delante para abrirse paso de nuevo y sobreviene la tragedia, el dolor y la catástrofe, tanto por falta de previsión como por arriesgarse en exceso intentando poner barreras al mar y al río y hasta puertas al campo. Y cada vez nos va quedando menos libertad con tanta traba e impedimentos

viernes, 14 de enero de 2011

Reflexiones del barón

 Puede ser tan vistoso como una mariposa que luce sus colores brillantes al sol y parece que su vida durará siempre. Y, sin embargo, su existencia es más corta de lo que pudiera pensar quien la ve tan hermosa y vivaz. También nos recuerda a veces a una cigarra cantarina y alegre, que también sucumbirá antes de lo impensable, o una luciérnaga que tintinea su luz alternando con el canto nocturno que no dejamos de oír en las cálidas noches de verano. Como todas esas criaturas y algunas más, puede parecerse el amor. Un sentimiento mezclado con la atracción sexual hacia otro individuo o individua de la misma especie, en el mejor de los casos, puesto que si es de otra no lo llamaría amor en esta acepción de la palabra, sino más bien cariño por ese animal y si el asunto llega a una relación carnal, tampoco me atrevería a denominarlo amor en sentido estricto como puede darse entre humanos. Siguiendo con el primer concepto amoroso, digo que se parece un tanto a esos bellos y efímeros animales, pues nos ilusiona, alegra, encandila y asombra y fascina hasta perder el sentido y la razón lógica de las cosas y los sentimientos. Nos absorbe e integra en un mundo mágico y casi irreal que dura lo que se mantiene ese estado de excitación y calentamiento hormonal generalizado de nuestro organismo, pero que se va diluyendo a medida que todo eso se enfría con el paso del tiempo y, lo que es peor y provoca un deterior más rápido, la puta costumbre y el tedio de la rutina, al entender la practica del sexo como una obligación sin variación ni apetencia por experimentar y descubrir nuevas sensaciones y placeres gozosos. Y antes de darnos cuenta se acaba y se extingue como la mariposa o la luciérnaga o la cigarra, para morir dejando un rastro de pena y dolor

miércoles, 12 de enero de 2011

Reflexiones del barón

Te quise o creí quererte como quizás lo creíste tú y empezamos por una atracción por puro sexo. Luego nos encelamos. O pensamos que lo estábamos, aunque lo cierto es que nada más vernos nos liábamos a besos y yo te sobaba hasta los ojos antes de aparearnos. Te excitaba mi voz y lo que te decía y tu cuerpo respondía al mismo deseo que el mío y hasta te mojabas sin necesidad de tocarte, tan sólo con oír lo que te haría más tarde. Pero con el tiempo todo fue cambiando y el sexo disminuyó de intensidad y frecuencia y hasta notaba que no siempre me buscabas y hasta preferías no hacerlo. Y yo te confieso que me pasaba lo mismo, pero mi cariño era mucho más grande que al principio. No sé si alguna vez llegamos a hacer el amor, pero te he sentido como algo muy mío y me gustaba verte y escuchar tu voz aunque no dijeses más que cosas cotidianas de tu vida y tu intimidad. No hablábamos de amor ni de futuro y, sin embargo, me sentía atado a ti sin ningún lazo visible o aparente. Y cuando quise avivar el fuego, ya muy débil, se apagó de repente y todo terminó sin previo aviso. Y lo peor es que en el fondo no sentí nada que me produjese el dolor que yo suponía al perderte. Como una tarde no muy lejana, sólo dejamos unas huellas en la arena que se borraron con el viento nada más marcharnos de la playa al declinar el sol. Es triste que también en el alma se borren los sentimientos con un mero soplido ajeno que nos enfría el corazón   

martes, 11 de enero de 2011

Reflexiones del barón


Una nube tapa el sol como una obsesión cubre la mente y no deja que vislumbre la realidad con la claridad necesaria para no cometer una locura. Porque sin llegar a ser locura se pueden hacer tonterías y bobadas que pasado un breve espacio de tiempo ya nos pesan y lamentamos haberlas cometido. Y muchas veces el amor es el culpable de ese proceder algo irracional que nos turba y ofusca la inteligencia para no ver las cosas en su verdadera dimensión. Pero es tan difícil controlarse a veces!. Hace falta un espíritu muy sereno y equilibrado para no saltar antes ciertos comportamientos o palabras. Y, sin embargo, la falta de sosiego sólo empeora las cosas y nos priva en ocasiones de la posible razón que tengamos para ofendernos. Yo no creo que una fiera salvaje pierda los papeles como solemos hacerlo los humanos cuando no nos salen los planes tal y como los habíamos previsto. Y les llamamos fieras y bestias y no nos damos cuenta que ningún otro animal puede ser tan feroz y sanguinario como el hombre y no siempre porque se sienta atacado o busque su sostén, como hacen ellos, sino que en la mayoría de los casos las razones son mucho más bajas y detestables y no procuran ni la supervivencia de la especie ni siquiera la del propio individuo. Solamente es por codicia o pura ambición de riqueza y poder. O, lo que todavía es peor, a causa del odio o la envidia por algo que no puede alcanzar o le supera

lunes, 10 de enero de 2011

Reflexiones del barón


Un día gris, lluvioso, invita a la melancolía y cargado de nostalgias crees ver entre la bruma fría de la mañana escenas que ya pasaron en tu vida. No son tal y como fueron, pues la memoria nos engaña y nos devuelve lo vivido transformado y variando su realidad. Nunca nada es exacto en el recuerdo de dos mentes que compartieron la misma experiencia y uno verá una faceta o le dará un matiz distinto y hasta contrapuesto en función de lo que se quiera evocar al recordarlo. Es como si el mismo material cinematográfico fuese elaborado por otro director en base a un texto transformado por nuevos guionistas. Cada uno querrá darle la vuelta a la historia como su inteligencia y su propia conciencia le dicte y resultarán películas diferentes en las que no coincidirán ni el protagonista ni el malo. Y lo mejor sería que en ninguna de ellas hubiese tales papeles y todos los actores se repartiesen el mismo grado de bondad y malicia. Pero quizás eso fuese demasiado justo para la mente humana, acostumbrada siempre a dividir el mundo en dos bandos, donde acostumbra por principio a colocar en uno buenos muy buenos y en el otro malos muy malos. Y pocas veces deja espacio para los simplemente regulares. Porque a veces el tiempo revisa esos roles y puede ser que ni unos fueron tan estupendos como nos dijeron ni los otros tan nefastos y aborrecibles como dicen algunos. Por eso un dicho popular dice que las cosas siempre son según el color del cristal conque se miran y eso es una verdad como un templo

sábado, 8 de enero de 2011

Reflexiones del barón


Hincan sus rodillas la ijada del potro y cabalga alocado hollando la hierba a su paso, como un brutal guerrero de antaño con prisa por conquistar los restos maltrechos de un caduco imperio. No piensa las consecuencias de sus actos ni tampoco ve el peligro que lo acecha, pero sigue su carrera desenfrenada hacia la gloria o la perdición. Es la viva imagen del ansia y la desesperación al mismo tiempo y su rostro no refleja más que ambición desmedida por alcanzar ese fin incierto que atormenta sus sueños. De niño era tranquilo y el mundo sencillo en su entrono no inquietaba su plácida vida de cuidados y mimos, mas eso fue entonces y ahora, cuando todo es diferente y complicado, no encuentra ese remanso de paz que inconscientemente busca. El amor pasó por su lado sin quedarse mucho tiempo, ni tampoco le acompañaron en exceso la fama ni el triunfo. Y, sin embargo, puso de su parte cuanto pudo y supo hacer por lograr el reconocimiento ajeno y hacerse un lugar entre los inmortales. A cuántas personas pudieran aplicarse estas palabras. Y la verdad es que no se han dado cuenta a lo largo de su existencia que todo eso es tan banal como el humo que sale de una hoguera que ya se apaga. El único mérito consiste en no causar daño a nadie y librar tus batallas sin sangre ni víctimas mortales, porque el triunfo no es más que vivir y dejar vivir al resto sin censuras ni prejuicios

viernes, 7 de enero de 2011

Reflexiones del barón

La paciencia es una virtud, sin duda, pero puede que la docilidad por principio y sin cuestionarse nada, aceptando lo que venga desde arriba sin rechistar ni emitir la menor protesta audible, ya me va pareciendo una estupidez, aunque la veamos como algo meritorio en algunos animales que nos sirven o hemos utilizado hasta ponerlos en peligro de extinción. Y dicho así suena como algo que no suele afectarnos a los ciudadanos del llamado primer mundo. Y cuán equivocados estamos. Unos pocos oprimen al resto y se aprovechan haciéndonos creer que somos alguien y más que el resto de la humanidad, a pesar que comparados con el resto del universo no pasemos de ser una mierda más. Pero sólo ellos prosperan y todo lo tienen y dominan cuanto hay bajo las estrellas y sobre la tierra. Y los demás nos conformamos con verlos o saber de ellos de vez en cuando en canales de TV u ocasionalmente en la prensa o el papel cuché de las revistas que hablan de gente importante o famosa. No se dejan ver demasiado para que no conozcamos ni nos quedemos con sus caras, ya que son quienes ostentan los poderes fácticos y mueven el mundo utilizando a otros que les sirven como a ellos les da la gana y hacen cuanto es preciso para enriquecerlos más y otorgarles todavía más poder y riqueza. Pero últimamente sus secuaces estiran tanto la cuerda para mantener las prebendas ya logradas y establecidas como algo sagrado e intocable, que está a punto de ahogarnos y si tiran un poco más hasta podrá romperse esa soga. Y entonces al vernos libres del dogal puede que algunos lleguen a reaccionar y les resulte muy molesto para todos esos abusones y sus sicarios

jueves, 6 de enero de 2011

Reflexiones del barón

El cielo amanece gris y la luz plomiza pesa sobre el ánimo afligiendo el espíritu lleno de nostalgia de otros tiempos o de otras realidades. Deseas ver el brillo del sol, como si al romperse las nubes y dejar un resquicio para que sus rayos lleguen a nuestros ojos, con ellos, aunque sólo sea uno, vendrán de nuevo la alegría y la ilusión. Sentir ese calor del astro rey desentumece el alma y sientes ganas de reír por nada, aunque todavía por dentro las penas atenacen tus pensamientos. Un nuevo día es una nueva oportunidad para comenzar la aventura y renovar la energía que nos impulsa a caminar. A seguir adelante hora a hora, minuto a minuto, sin desmayar ni perder el sentido de lo que hacemos o el objeto de las cosas que nos rodean, a pesar de lo que la rutina nos desgaste o la influencia ajena pretenda hacernos creer y tragar. Decimos muy serios que no somos irracionales, pero muchas veces lo parecemos y cualquier animal de otra especie, tal y como resuelve sus problemas de supervivencia, resulta más inteligente y avispado que nosotros. Qué pensarán ellos de lo que nos ven hacer y decir?. Son espectadores mudos de nuestros actos, pero eso no implica que no vean y critiquen el triste espectáculo que damos y nos consideren unos majaderos inconsecuentes. Que, en muchos casos, no merecemos compartir el universo con tales criaturas, mucho más sensatas y prudentes que nosotros y siempre menos perjudiciales para el resto de la creación 

miércoles, 5 de enero de 2011

Reflexiones del barón

Los pensamientos fluyen demasiado de prisa y no siempre se consigue poner freno a las ideas y reprimir aquello que se considera políticamente incorrecto. Quizás sea porque se piensa libremente, sin tapujos, sobre lo que existe. Y aunque no parezca que es bueno de acuerdo con lo asumido por la mayoría, está en el mundo y nos rodeas y a veces hasta nos envuelve, sin poder remediar que nos arrastre hacia lo que otros tildan como perverso. Y todo eso es tan subjetivo y pueden cambiar tanto los principios, que da miedo pensar que la vida se rija por parámetros impuestos como socialmente aceptables y se prohiba todo lo que escape o se aleje de la fría norma establecida, en función de lo admitido como bueno, sin dar oportunidad a que otras conductas convivan y se muestren libremente aunque no hagan daño a nadie. Porque lo tenido por correcto por unos, puede ser perjudicial para otros, que al ser más débiles dentro del colectivo, sufren el peso de lo que los otros quieren. Y se da paso a la simulación y la hipocresía, pues sin que nadie niegue en privado la realidad completa y auténtica, se oculta y se tapa en aras de la moral oficial, que ha de ser única y para todos por igual. Con frecuencia, aunque se proclame lo contrario, la uniformidad es el aro por el que todos deben pasar, como las ovejas entran en el redil, balando, pero sumisas para que las trasquilen o las llevan al matadero. Y a pesar que en lugar de ovejas sean cabras e intenten embestir, también terminan entrando por el mismo aro

martes, 4 de enero de 2011

Reflexiones del barón

Podemos dejar ver en nuestro interior como si fuésemos de cristal. Pero también es cierto que, como el cristal incoloro, dejamos ver lo que contenemos según el color que mejor nos parezca o interese. Nada es tal y como solemos verlo, más si se refiere a los demás. Y cuando se trata de nosotros mismos, ponemos las cosas de diferente modo a tenor de las circunstancias. Y hasta lo opaco y sombrío pude aparecer luminoso y lleno de colores excitantes. Podemos ser como bellas botellas de licor, que ya sean lisas o bien talladas, nos muestran el líquido de la forma más apetecible incitándonos a beberlo. Y aún siendo una bebida fuerte y de alta graduación, a nuestros ojos semeja un jarabe agradable y de sabor delicioso que baja por la garganta sin darnos cuenta y se va apoderando de nuestros sentidos. Y al pasar el efecto del bebedizo, nos quedan la secuelas y la cruda realidad de la ilusión evaporada. Todo se diluye y desaparece poco a poco y quedamos solos mirando la realidad sin brillos ni olorosos colores que la transforman en quimeras de humo. Es entonces cuando estamos con nosotros mismos

lunes, 3 de enero de 2011

Reflexiones del barón

Se cansó de jugar en el agua deslizándose sobre las olas y corrió por la orilla haciendo alguna cabriola, hasta que con un salto quedó cabeza abajo apuntando al cielo con los pies, muy estirado en perfecta vertical y apoyado tan solo en una mano. El resplandor del sol sobre el agua le cagaba los ojos y una sombra alargada alivió esa ceguera y le permitió ver unos pies desnudos delante de su cara. Perdió el equilibrio y cayó sobre la arena mojada. Y al levantar la vista vio el resto de esa figura que le hacía sombre y lo protegía del sol. De buena estatura y cuerpo atlético, con la piel más clara que la suya, fijó los ojos en él y unos relámpagos verdosos se clavaron en los suyos. Aquella mirada lo prendó y le atravesó el cerebro y, sin pronunciar ni una palabra, entendió lo que quería decirle. Le tendió una mano y él se aferró a ella y de un tirón enérgico lo alzo del suelo, pero, aunque su gesto fuese amable, le obligó a bajar la cabeza y mirar al suelo. Se dio la vuelta y comenzó a caminar y él siguió sus huellas como un perro sin mirar hacia arriba por respeto y miedo a manchar con el deseo aquella espalda perfecta. Y cuando se detuvieron, él ya no era más que la sombra que la otra figura proyectaba sobre el suelo. Supo que le pertenecía y siempre sería lo que quisiera hacer de él. Y perdió la libertad, pero conoció la pasión y ganó ese amor que lo abrasó por dentro

sábado, 1 de enero de 2011

Reflexiones del barón

Acaso es más bella la piedra lisa y sin manchas y señales de agentes ajenos a su materia o el impacto de los elementos sobre ella?. Por qué puede gustarnos la superficie ajada y rota de una roca o un simple pedrusco, que puede ser una obra de arte, y, sin embargo, parece que nos molesta ver en el espejo nuestra superficie marcada por el paso del tiempo. La piel humana es como cualquier otra envoltura que crea la naturaleza y cambia y pierde elasticidad, pareciendo menos tersa y fragante que en la primera juventud. Y entonces nos parece hermosa y fresca. Pero con las experiencia que va acumulando a lo largo de una vida, quizás gana en misterio y cuando menos en profunda serenidad. No nos gusta vernos al notar las primeras arrugas y desperfectos, pero si lo pensamos bien y nos miramos con otros ojos, también llegamos a la conclusión que esos surcos que cada día señalan el viento y el sol sobre nuestro rostro, son el signo externo de nuestra existencia y de la fuerza interior que nos empuja cada mañana para seguir el camino que nos vamos marcando desde el nacimiento. Esas rayas son la letras que cuentan lo que fuimos hasta ese momento