miércoles, 12 de enero de 2011

Reflexiones del barón

Te quise o creí quererte como quizás lo creíste tú y empezamos por una atracción por puro sexo. Luego nos encelamos. O pensamos que lo estábamos, aunque lo cierto es que nada más vernos nos liábamos a besos y yo te sobaba hasta los ojos antes de aparearnos. Te excitaba mi voz y lo que te decía y tu cuerpo respondía al mismo deseo que el mío y hasta te mojabas sin necesidad de tocarte, tan sólo con oír lo que te haría más tarde. Pero con el tiempo todo fue cambiando y el sexo disminuyó de intensidad y frecuencia y hasta notaba que no siempre me buscabas y hasta preferías no hacerlo. Y yo te confieso que me pasaba lo mismo, pero mi cariño era mucho más grande que al principio. No sé si alguna vez llegamos a hacer el amor, pero te he sentido como algo muy mío y me gustaba verte y escuchar tu voz aunque no dijeses más que cosas cotidianas de tu vida y tu intimidad. No hablábamos de amor ni de futuro y, sin embargo, me sentía atado a ti sin ningún lazo visible o aparente. Y cuando quise avivar el fuego, ya muy débil, se apagó de repente y todo terminó sin previo aviso. Y lo peor es que en el fondo no sentí nada que me produjese el dolor que yo suponía al perderte. Como una tarde no muy lejana, sólo dejamos unas huellas en la arena que se borraron con el viento nada más marcharnos de la playa al declinar el sol. Es triste que también en el alma se borren los sentimientos con un mero soplido ajeno que nos enfría el corazón   

3 comentarios:

  1. Que bellas palabras Maestro!
    Besossss
    Eli

    ResponderEliminar
  2. Bello es lo que podemos sentir a veces al vivir o recordar algo que nos hizo saltar como si tuviésemos un resorte mágico pegado al culo.

    ResponderEliminar