viernes, 16 de noviembre de 2012

Reflexiones del barón


La farola. Así la llaman todos y en ella se citan y quedan, sobre todo los jóvenes y adolescentes de cuyas bocas brotan bromas, risas, vida y gritos. Siempre hay gentes que pasan junto a ella, pues su sitio es el centro del bullicio de su ciudad. Y, sin embargo, a esa hora estaba sola. No era ni tarde ni demasiado temprano, pero estaba sola conmigo y en su regazo de piedra nadie se sentaba, ni tampoco al pie de sus escalones había alguien deseando divertirse, o ser feliz por unas horas. O sencillamente estar allí sin aguardar ni tener nada ni nadie por quien esperar para soñar o reír aunque solamente fuese con los ojos de la esperanza. Estábamos solos los dos y ella me miraba desde sus tulipas de cristal y seguro pensaba que su soledad no era peor que la mía. Y yo la miré despacio, fijándome en su piedra labrada y sus adornos de hierro; y tuve que reconocer que es muy bella esa farola y por ello la eligen a ella para quedar con amigos, o, por qué no, para encontrarse los amantes y verse tan bellos como lo es la farola de esta ciudad. Y por la noche nos alumbra y todo se ve diferente a la luz de esta preciosa farola. Cuántas almas se acomodan al pie de una farola, su farola, para no estar solas y vivir y sentir el calor de su luz o abrigarse con sus sombras. Cómo se ha de amar para creer que ese amor es su farola y la vida discurre tan sólo dentro del círculo que forma su luz al pie de esa farola

domingo, 4 de noviembre de 2012

Reflexiones del barón


Qué queda de tanta belleza si ese mar que te inunda se retira?. Acaso el sol suplirá con su luz el brillo que te da el agua al rebotar en ella sus rayos?. Qué puedes mostrar si no te cubre ese espejo que multiplica el resplandor de un cielo sin nubes. Si el mar no entra en ti solamente quedará a la vista el fango depositado en tu fondo. Es el agua salada del mar al entrar y llenarte quien te da sentido y deja tu vientre preñado de sal. Y, además, cubre tu miseria y tan sólo deja que veamos un hermoso espejo donde reverberan reflejos que nos hacen soñar con mundos fantásticos. Y nos miramos en tu cristalina apariencia y sentimos como la fuerza del mar nos invade y nos colma de esa misma dicha que te hace sentir a ti. Logra que seas algo tan precioso y estimado que cuando se retira y te deja, todos lo lamentamos y notamos que el alma se entristece al ver únicamente el lodo que queda en tu lecho ya vacío. Como una salina que precisa del mar para ser útil y bella, tú necesitas también que ese amor te reviva y nutra con su salobre plenitud y haga de ti la más bella y resplandeciente de las criaturas, pues le sobra luz y calor para darte vigor y desear amar la fuente que te da vida