viernes, 18 de marzo de 2011

Reflexiones del barón

Está despuntando el día y la primavera ya se asoma a nuestras vidas otra vez. Sobre los redondeados montes como senos de hembra, se ve una franja de luz en tonos rosáceos que tiene prisa por ser dorada y tornarse más clara a cada minuto que pasa, para confundirse con el azul del cielo limpio y despejado conque amanece hoy. El agua del mar compite en frescura con el aire, que la peina para estar más hermosa y presentable a nuestros ojos, y permite a su vez que sus riveras se miren en ella, que va cambiando con el tono del cielo que se refleja en su superficie reluciente y tranquila tras la noche sosegada que ha pasado con la luna y las estrellas. Pronto el sol lucirá en plenitud y calentará el día y hará que la mar se vista de azul fuerte, dejando el matiz algo grisáceo y blanquecino que tiene ahora. 

El tren avanza y nos acompaña durante casi todo el trayecto esta preciosa ría que baña esta arcaica tierra de piedras grises y recias entre miles de verdes que suavizan la dureza de su entraña. Vamos bordeándola despacio, o al menos a mi parece que no corremos demasías aunque ahora todo sean prisas, y a cada paso o tramo de vía se aclara más este día que ya es casi de primavera. Pero dentro del vagón no escucho los pájaros que seguramente saluden la mañana, ni huelo las flores que veo en el campo; y siento que voy solo, aunque haya más gente en este tren que me lleva sin ruido ni tirones bruscos. También creo que, con el tren que va a detenerse en una de sus paradas, mi ser y mi vida se relentizan de igual forma, mas sólo es una falsa impresión, pues al arrancar de nuevo se acelera mi pulso y veo el agua del mar con más brillo que antes de habernos detenido. Será acaso que ya está influyendo en mi sangre la primavera?. O solamente es producto de no haber despertado del todo hasta sentir el leve tirón del tren al arrancar otra vez?. Puede que se esto sólo, pero ahora quiero pensar que mi alma y mi cuerpo sentirán por siempre que llega la primavera y notaré su influjo en mis venas y hormonas, al menos mientras mi tren siga su marcha hasta la estación término de mi viaje 

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