martes, 18 de octubre de 2011

Reflexiones del barón

Me arden los pies al caminar sobre la arena como me quema por dentro la angustia de no verte. Huelo el mar y lo escucho y casi puedo tocarlo aunque no lo veo. Apenas sopla una tenue brisa y sólo miro mis propias pisadas y las ondas que va dejando el viento sobre las dunas. Son señales inestables que pronto cambian y mudan de lugar pero no de forma. Son marcas que parecen permanentes porque el aire las renueva sin cesar. Y, sin embargo, no son las mismas ni nunca se repiten de igual manera. 

Los arañazos que tú me dejaste son más hondos que ese rastro y cambian también para hacerse más grandes en alguna noche que las estrellas me traen algunos recuerdos, o para suavizarse y mitigar su escozor cuando el sol me deja ver la sombra de tu imagen. A plena luz todo adquiere otra dimensión y nada es lo mismo que a la luz de la luna. Y al amanecer se puede ver que hasta las rosas lloran de noche

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