jueves, 13 de octubre de 2011

Reflexiones del barón


Colgados entre la luz y la sombra estaban estos cántaros como cuerpos cansados tras el esfuerzo de amar y ser amados. Como seres sudorosos que yacen inertes después de agotarse para complacer a quien tiene la llave que abre su alma y dispara los resortes de su libido y la pasión. Como a ellos que les dio forma un hábil alfarero, al ser que descansa rendido por el esfuerzo y la tensión sexual también lo han moldeado y transformado otras diestras manos que supieron manejar la arcilla de su carne y sus sentidos para sacar de todo eso una obra manufacturada con delirio, dolor y placer. Por eso, tal y como esas ánforas realmente pertenecen a quien las creó, una criatura bien gozada sólo podrá tener por dueño quien supo hacer que vibrase y se entregase sin reservas para ser amada y disfrutase el sueño sin límites de una entrega absoluta que jamás tendrá fin, porque esa será la única recompensa a la que aspira su corazón y que desean sus sentidos

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