viernes, 24 de septiembre de 2010

Reflexiones del barón

Los que vivimos mirando al amar, creamos en nosotros una dependencia vital que nos une por siempre con su elemento. No podemos acostumbrarnos a no sentir la brisa húmeda ni a no percibir el olor a sal. Nos gusta su inmensidad, aunque pueda matarnos envueltos en una ola o golpearnos contra una roca. Pero nos fascina saber que bajo la superficie vive un mundo sumergido al que no podemos ponerle límites. Su inquieta piel azul, o a veces esmeralda, nos hace soñar aventuras y pensar en viajes que quizás nunca emprenderemos 

2 comentarios:

  1. Vivo en una ciudad costera y tus pensamientos reflejan los mios. Saludos!

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  2. Puede que sea su grandeza o su aire salobre, pero los que nacimos a la ribera del mar nos señala con su estigma para siempre

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