miércoles, 1 de septiembre de 2010

Reflexiones del barón

Cuando ves a alguien deslizarse sobre una ola, da la impresión de que esa cresta de espuma blanca lo acoge en su seno para protegerlo como a su hijo. Y lo es, porque su afición le marca la vida y lo hace hijo del mar que lo mece y lo envuelve para jugar con él, aunque a veces también le de un susto revolcándolo contra la arena. Pero siempre termina sacándolo a flote, porque lo estima y le duele si sufre un accidente que pueda privarle de su compañía. El océano cuida a sus criaturas y también aquellas que pululan en las playas. Y una de ellas es este irredento juguetón que no se cansa de tomar las olas. Y acaso se puede respirar una paz mayor que sentado frente al mar viéndolas romper contra la orilla?    

3 comentarios:

  1. Hermoso sentir a la ola correr debajo de la tabla y el sonido del viento y del agua preparándose para abrazarnos y después romperse.
    Disfrute del mar Andreas, un beso.

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  2. El mar tira de nosotros, ayax, y nos da fuerza

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  3. Hace unos dias que me he alejado de él y ya lo echo de menos...

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