martes, 30 de agosto de 2011

La casa grande XV

Antes de llegar a los establos me detuve y pensé en que le diría al chico que me encontraría allí, sobre todo si al mirarme sus ojos brillaban y me hería otra vez con ese color gris que los hacía irresistibles. Eché una mirada a mi alrededor por si algo me indicaba cualquier otra presencia que no fuese humana, mas al no escuchar nada extraño ni ver ningún ser, a no ser que me observase sin que yo pudiera verlo, entré en las cuadras y vi a un mozo, de espaldas y desnudo de cintura para arriba, que se afanaba en limpiar un pesebre vacío. Tuve que admitir que su cuerpo era bonito y con ese color de  piel uniforme y en un tono de tostado que tiraba al ámbar, daban ganas de tocarlo y rozar sus fibrosos miembros superiores. No pareció oír mi llegada y ni se volvió para verme ni se inmutó tampoco cuando le di las buenas tardes. Y al mirarme sin extrañeza, ni mostrar alguna timidez por serle desconocido, me fijé que quien me veía de arriba a abajo tenía los ojos de un precioso color pardo transparente.
Y eso me tranquilizó y sonreí al tiempo que le felicitaba por el estado tan pulcro de aquellos establos. Y añadí: “Veo que deben gustarte los caballos. Pero aún no hay ninguno para que cuides los pesebres con tanto mimo y dedicación.... Sabes montar?”. El chico me dedicó una sonrisa tan sincera como agradable y respondió: “Señor, sé que pronto habrá un par de caballos en este establo y me anticipé a preparar todo esto para albergarlos como es debido...... Porque además también sé que serán de pura raza y a esos ejemplares hay que saber tratarlos....... Yo los cepillaré para que su capa esté siempre brillante y luzcan su bella estampa al trotar por los alrededores...... Nuca anduve  a caballo, pero aprenderé si a usted no le importa que los monte”. “Siempre tuviste esa afición por los caballos o es algo repentino?”, le pregunté para sonsacarle. Y él me contestó: “No. Pero desde hace poco me gustan. Y aunque no sé el por qué, quiero cuidar esos caballos que va a comprar y dedicarme a ellos”. “Pero de dónde sacaste esa idea de que yo quería tener caballos en esta finca?”, exclamé. Y Miguel miró hacia otro lado y respondió: “Lo sé. Eso es todo”. “Pero por qué crees saberlo?”, insistí. Y el chico sin volver a mirarme, dijo: “Me lo dice él”.
Y no tuve más remedio que gritarle: “Mírame a los ojos!”. Y allí estaba la mirada que imagina ver. Los ojos de Alfredo me sonreían desde la cara de ese chaval, seguramente inconsciente en ese instante de lo que decía y sucedía en su interior. Y fue su voz la que me habló para decirme: “No pensarás ir al río a estas horas?........ Te entretuviste demasiado, en casa de Amalia, supongo, y ya no nos da tiempo de ir a darnos un baño...... Será mejor dejarlo para mañana”. Me quedé callado mirando la transformación de Miguel en Alfredo y al ver que seguía sonriéndome, esperando que le hablase, dije: “Es necesario que hagas esto?....... Entiendo que quisieses atraerme a esta casa, pero por qué no lo has hecho de la misma manera que entonces?...... Por qué utilizas a otros para verme y hablarme?...... Eso no lo entiendo, Alfredo”. El me clavó su mirada y dijo: “Qué importa como me veas si sabes que soy yo?...... Mejor dicho, qué más da como deseas darme forma, si al fin y al cabo eres tú quien me hace real!...... Sólo existo porque tu mente me crea y me da cuerpo y espíritu, cuando tan sólo soy una idea, una sombra que nunca llegó a vivir...... Primero fue mi madre la que me hizo como a ella le gustaba que fuera y me puso los ojos y el nombre de otro..... Y luego tú y nadie más me hizo sonreír de un modo fascinador y puso sentimientos en un corazón irreal, pero que supo aprender pronto a desear y amar al que me daba vida. Te necesito para seguir siendo lo que deseas tener y no te atreves a admitirlo. Y sin mí tú no puedes continuar viviendo....... Soy esa parte de ti mismo que nunca has dejado salir para darla a conocer al resto del mundo. Soy tus sueños y tus pesadillas y los más secretos deseos de tu ansiedad”.
Me senté en una banqueta pegada a una pared de la cuadra y un calor sofocante me hizo sudar y me costaba respirar el aire que se volviera pesado de repente. Y con la voz quebrada, dije: “Alfredo, deja en paz a otras criaturas si al único que quieres poseer es a mí. Me rindo y no voy a luchar más por apartarme de ti ni engañarme creyendo que puedo olvidarte, cuando en todo este tiempo nunca me has abandonado ni despierto ni en mis sueños........ Sal de ese cuerpo y deja a Miguel que viva y tenga sus propios gustos y aficiones y no le hagas decir ni querer lo que a ti se te antoja....... Tanto Castor como él son buenas personas y demasiado jóvenes para que no les dejemos vivir sus sueños tranquilos...... Y a ti no te voy a negar que me gustan..... De sobra sabes lo que sentía al estar contigo jugando desnudos en el río. Pero ellos tienen otros gustos y aspiran a una vida a la manera que más les apetezca...... Y supongo que Sole también, aunque todavía no la conozco...... Déjate ver como eras antes, porque así me gustabas mucho más”. Cerré los ojos agotado de digerir lo que me estaba pasando y al abrirlos de nuevo me encontré con un Miguel muy asustado que me abanicaba con una mano y me preguntaba si estaba bien y que iría a llamar a Castor para que avisase a un médico por si mi desvanecimiento pudiese deberse a algo grave. 
“No hace falta que llames a nadie!”, exclamé. Y el chico se quedó parado sin dejar de mirarme con gesto de preocupación. Y le pregunté: “Qué pasó?”. Y Miguel respondió: “Estaba hablando conmigo y de pronto se puso blanco y se sentó ahí; y en cosa de segundos se le pusieron los ojos en blanco y luego balbuceaba palabras que no pude entender. Y las pocas que entendí no tenían sentido. Tardó poco en recuperar el conocimiento, pero menudo susto me dio!. Se encuentra bien?”. “Sí. Debió ser cosa del cansancio, pero ya estoy bien....... De todos modos ayúdame a levantarme y acompáñame a la casa”, le dije a Miguel. 
Y salimos de la cuadra despacio y yo me apoyé en el brazo del muchacho, que no dejaba de mirarme como si fuese a caerme de nuevo al suelo.  Castor nos vio venir y se acercó, primero sonriendo y al estar más cerca puso cara de interrogación, y preguntó si había sucedido algo. Y Miguel le contó a grandes rasgos el incidente y les dije a los dos que la cosa no era para tomarla de forma tan seria y que no se preocupasen por mí. Y ver tan pendientes de mí a esos chicos y notar con que afán me acogían, me obligó a replantearme mis planes respecto a la casa grande y comencé a dudar sobre si lo que pretendía hacer entraba dentro de la cordura. Quemando la casa y la finca alteraría no sólo la vida de ambos chavales, sino también el orden natural de los acontecimientos que se estaban desarrollando desde el primer momento que llegué a la casa. Y con la mano en el corazón me dije a mí mismo que no tenía ningún derecho a destruir todo aquello para sepultar malamente mis propios temores e indecisiones para plantarle cara a la vida tal y como realmente debía vivirla hasta el final de mis días.
Y esa aceptación de mi propio ser, pasaba por admitir mis pasiones más íntimas y escondidas y no negar mi necesidad de afecto y la dependencia a que estaba sometido por ese otro ser impreciso y sin término ni medida que que me obsesionaba desde mi más tierna juventud. Alfredo era tan real como yo, porque vivía en mí y yo reflejaba su forma en el contexto que me rodeaba. Sobre todo dentro de los límites de la finca de la casa grande, que me servía de escenario perfecto para darle cuerpo a mis ensoñaciones, que dejaban de ser irreales para encarnarse en un mundo creado en mi cabeza. O me equivocaba de medio a medio y ese mundo no lo ideaba yo sino Alfredo?. Y si él era la realidad y yo su ilusión para tomar forma y sentir la vida a través de otra existencia ajena y supeditada a su voluntad de ser algo cierto dentro del gran universo que todo lo engloba y trasforma hasta volverlo a su origen convertido en pura energía?. Era acaso el simple embalaje para contener esa fuerza superior que yo identificaba con Alfredo?. Mi cabeza me daba vueltas y sentí un dolor en la base del cráneo que me obligó a bajar la vista al suelo.
Sencillamente no quise luchar más contra hipotéticos gigantes, que tan sólo eran viejos molinos de viento, y claudiqué. Claudiqué de todo y respecto a todo. Y acepté lo que desde hacía tiempo debía haber admitido como mi verdadera y más real identidad. Y le dije a los dos chavales: “Desde hoy mismo habéis de considerar que esta es vuestra casa. Tan vuestra como mía, porque, entre los dos y con la ayuda de Sole, la habéis mantenido en pie y montasteis un hogar agradable y muy acogedor, tanto para vosotros como para mí...... Contaréis con la financiación necesaria para que ese negocio de las plantas prospere y también compraremos un par de caballos con buena estampa para que Miguel aprenda a montar y cumpla su deseo de cuidarlos. Y sé que pronto serás un experto en caballos y no me preguntes ahora como lo lograrás. Quédate tan sólo conque llegarás a conocer todo lo necesario para tratar con caballos....... Y en cuanto a ti, Castor, te encomiendo la administración de esta finca y la responsabilidad de remozarla y mantenerla mientras viváis en ella los dos....... Y para ello no es necesario que gastes tus ganancias, sino que yo correré con los gastos, porque a mí me corresponde hacerlo. Y por último, me gustaría dormir en la habitación que tú, Miguel, usas ahora; pero no quiero que te alejes demasiado de ella, porque deseo que duermas cerca de mí. Me gusta tu compañía y me sentiré más seguro si sé que te tengo a mi lado. Al lado de ese cuarto hay otro que es mucho más soleado y alegre. Y ese será para ti..... Espero que no te moleste hacer ese cambio?”. “En absoluto, señor. Además yo tengo otro cuarto en la parte del servicio. Ni sé por qué se me dio por dormir ahí unas cuantas noches!..... Pero si prefiere que me quede junto al suyo, lo haré de mil amores, señor. Estaré encantado de dormir en esa otra habitación...... Pero hay una cosa que debe saber. Cuando estuve arreglando los tabiques y retocando la puertas y ventanas, comprobé que entre las dos habitaciones hay una puerta que está tapada por el papel que tapizas las paredes. Lo sabía?”. “Sí..... Y mañana quiero que la descubras y dejes la puerta a la vista”, le ordené sin titubeos.
Y al oír eso, la sonrisa de Miguel quizás resultase enigmática para Castor pero no para mí. Yo sabía bien cual era el matiz de esa sonrisa y del gesto que dibujaban sus labios. Y aunque sus ojos no cambiasen de color, también supe qué quería decirme con su mirada elocuente y directa como un puñal que me lanzase al corazón. Les dije que necesitaba descansar un rato y subí al cuarto de Alfredo, que ya era el mío por derecho de propiedad. Me senté en la cama y al poco apareció Miguel con sábanas limpias para hacerme la cama, retirando las que él usara anteriormente. Y estuve a punto de decirle que por mí no se molestase y dejase las que estaban, pues no me importaría notar que él hubiera dormido antes en ellas. Pero no dije nada y el chico, con una diligencia asombrosa, mudó la cama y llevándose sus sábanas me dejó solo con mis pensamientos y deseos. 
Y tal y como estaba sentado me miré en el espejo del armario y me vi cambiado. Me pareció que mi semblante era más jovial y hasta mi cuerpo daba la impresión de haber rejuvenecido unos años. Me puse de pie y observé despacio mi propia figura y me vi todavía atlético y con un cuerpo bien definido que aún podía resultar muy atractivo. Y estando en esta contemplación, a mi lado apareció otra figura más joven y de aspecto ágil y elástico, mucho más guapo de lo que yo recordaba. Su tipo resultaba asombrosamente parecido al de Miguel; e inmediatamente comprendí por qué me resultara tan familiar y agradable el aspecto de ese muchacho nada más verlo. Más que sonreír, reí abiertamente al vernos juntos en el espejo y lo saludé: “Hola Alfredo....... Por ti no ha pasado el tiempo y sigues igual que entonces”. Sus ojos me abrasaron el alma y me respondió: “Ayer te dejé en el puente y hoy tardaste más de la cuenta en venir a buscarme para ir al río. Pero no importa porque iremos mañana y también todas las tardes que nos apetezca, pues ya no tienes que ir a ninguna otra casa. Ahora te quedarás en la mía conmigo. Y así no volverás a llegar tarde nunca más....... Mírate bien y verás que en un  solo día ni tú ni yo pudimos cambiar tanto como pareces creer. Siempre estás tan guapo que no puedo dejar de admirarte y desear estar contigo....... Además, mi permanencia en el tiempo sólo depende de que me recuerdes y me hagas presente. La inmortalidad simplemente consiste en que no te olviden y dejes de estar en la memoria de los vivos. A mí me creó una mujer en su recuerdo, porque me quería y no soportó que no llegase a ver a luz con mis propios ojos. Y mi madre, que me dio el nombre de su hermano, no fue quien me dotó de estos ojos grises, ni de una sonrisa que engancha a quien le sonrío. Esos atributos me los diste tú, porque son la sombra de los tuyos. Tus ojos verdosos se ven grises en mi cara y tu forma de sonreír, tan sensual, se vuelve encantadora en la mía, por que también lo es la tuya...... Soy el reflejo de ti mismo y ese muchacho que te recuerda a mí, es decir, a la idea que tu mismo te has forjado del ser que deseas y que amas desde que lo creaste en tu mente, es la tabla de salvación que necesitamos los dos para continuar viviendo y alcanzar la felicidad que nunca tuvimos plenamente”. Y Alfredo me besó de nuevo en los labios y creí morirme al contacto de su boca y al respirar su aliento, tan fresco y a la vez cálido que no pude resistirlo. 

6 comentarios:

  1. Pues me ha dejado sin palabras Maestro... totalmente sin palabras.
    Besotesss
    Eli

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  2. Y eso es bueno o significa que el giro de la historia te ha sorprendido dejándote un tanto descolocada?. Muchos besos, querida Eli

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  3. Significa q me ha sorprendido completamente!!! pero de excelente manera como siempre :D! no me esperaba q fuera una conjuncion de sus anhelos con el espiritu (por asi llamarlo) de Alfredo... sigo sin palabras Maestro!! jajajja, gracias por producirme tantas sonrisas.
    BEsotessss
    Eli

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  4. Gracias a ti, Eli. Con tus opiniones me ayudas a poner orden en las muchas ideas que se agolpan en mi cabeza. Besos

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  5. Maestro tiene razón Eli, usted siempre nos sorprende. Cuando termina con un capítulo de esta hermosa historia deja una pista como para que imaginemos como sigue, pero después usted le encuentra una vuelta inesperada y nos deja como se dice popularmente con la boca abierta.
    Me encanta perderme en la historia.
    Besos

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  6. La vida es más divertida cuando nos sorprende cada día con algo diferente y nuevo. Besos, amigo mío

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