sábado, 13 de agosto de 2011

La casa grande IX

Casi me había zampado todo el cremoso arroz con leche espolvoreado con canela cuando Amalia retomó de nuevo el relato de sus vivencias. Recuerdo bien lo sabroso que estaba ese arroz y lo bien que me sentó una merienda aderezada además por la expectativa de desgranar los secretos de esa amable mujer y de la casa grande al mismo tiempo. Ella me preguntó como no recordando lo que ya me dijera: “En que quedamos ayer?”. Y yo le contesté: “En que pasó lo que tenía que pasar.....Pero que era lo que tenía que pasar?”. Y Amalia me miró como extrañada de mi inocencia y respondió: “Pues que cuando dos jóvenes tontean y andan enamoriscados y se buscan, se encuentran...... Así de sencillo, hijo mío”. 
Joder!. Esta mujer se estaba poniendo reacia a soltar prenda, o hablarme más claro, que venía a ser lo mismo. E insistí: “Amalia, entre dos jóvenes que se buscan pueden pasar muchas cosas. Pero qué es lo que pasó entre ese chico y tú?”. Ella río y añadió: Nunca creí que resultases ser tan curioso...... Casi un cotilla, diría yo!....... Bueno, pues casi todas las tardes íbamos al río con Clara y nos bañábamos y jugábamos los tres. Y en cuanto Clara se despistaba un poco él me cogía una mano e intentaba besarme los labios. Pero yo me escurría la mayor parte de la veces y lo dejaba tan sólo con el aire de mi aliento rozándole la boca......... Así pasábamos una tarde tras otra y al volver a casa yo me encerraba en mi cuarto y me acariciaba las mejillas y pasaba los dedos por los labios queriendo atrapar ese beso que yo misma me había negado...... Era un juego dulce y agrio al mismo tiempo, pues mi cuerpo se resentía por la calentura que traía del río; y no me refiero sólo por el efecto del sol.......Necesitas beber agua o empapuzarás con el arroz”. 
Y Amalia se levantó sin darme opción a decirle que no quería beber ni hacer nada que no fuese escucharla. Pero, sin embargo, cuando la vi venir con un refrescante vaso de agua recién sacada del pozo, cambié de opinión sobre la necesidad y las ganas de beberla de un trago y sin respirar. Me dijo que no fuese bruto y bebiese más despacio, pero yo ciertamente tenía sed y no sólo de saber, sino de beber también. Y volvió a sentarse y se acomodó ahuecando un cojín para colocárselo tras los riñones. Y me habló otra vez: “Una tarde todo cambió. Clara nos dejó solos con la excusa de ir a la otra orilla a coger unas hierbas, según ella muy buenas para calmar los nervios, y nosotros dos quedamos mirándonos tumbados sobre la hierba. Estábamos a la sombra de un sauce, pero aun así sentimos un calor repentino que nos hizo sudar y tuvimos la necesidad de refrescarnos dentro del agua....... Salimos corriendo de un salto y nos zambullimos juntos surdiendo unos metros bajo el agua como si nos diese miedo sacar la cabeza a la superficie de nuestros propios sentimientos y deseos....... Pero el ardor que nos causaba tal calor no era sólo sobre la piel, sino en las entrañas y no digamos en la entrepierna........... Hijo mío, tú de sobra sabes, o pronto lo sabrás, que cuando el fuego se apodera de ese punto que llevamos ahí abajo, la cosa requiere una urgente solución o todo nuestro organismos andará de cabeza”.
Amalia se puso en pie y fue hacia la ventana como si necesitase aire para continuar su relato. Y sin mirarme ni volver a sentarse, dijo: “Como si nos entendiésemos por medio del pensamiento, salimos del agua y nos cogimos las manos cayendo de rodillas en la hierba. Me besó en la boca. Bueno, en principio sólo fue un beso, pero yo le di pié para que aquello tomase un cariz más intenso y efusivo...... Como se dice hoy, nos dimos un morreo que aún me parece tener en mi lengua la suya y confundir el sabor de su saliva con la mía.......... Se me pone la carne de gallina recordando todo esto......... Cómo se puede desear tanto ser de otra persona!............ Una de sus manos me acarició la cara y se detuvo en mi barbilla; y yo cerré los ojos porque no podía soportar por más tiempo su mirada y el fulgor de unas pupilas que todavía me miran cuando la oscuridad se adueña de mi vida cada noche”. 
Un profundo suspiro y el ademán de retirar una lágrima de sus ojos fue el inicio de otro entreacto que amalia quería hacer en esa confesión que me hacía de sus debilidades de moza. O mejor dicho, de su auténtica vida que ha iluminado todos los años de soledad que se sucedieron después. Y ella añadió: “Me tumbó despacio y él se recostó a mi lado sin dejar de mirarme. Y sin palabras, pero con los labios entreabiertos mostrando un ápice de sonrisa, blanca y uniforme, se puso sobre mí y yo separé mis piernas instintivamente sin que él forzase para nada lo que iba a suceder”. 
Amalia inspiró profundamente y agarrándose las manos hizo una pausa. Me sentí un poco incómodo al asistir al desnudo integral de la conciencia de Amalia y le insinué que no era necesario entrar en detalles, pero ella me hizo callar indicándomelo con el índice sobre su boca y prosiguió: “Me besó tan fuerte que no pude emitir ni un quejido al sentir un agudo dolor dentro de mí......... Y todo pasó demasiado rápido esa vez....... Me estremecí al notar como temblaba su cuerpo y casi me asusta con sus jadeos profundos como si le fuese a faltar el aire. Yo no noté nada más que esa molestia que me quemaba dentro de mis partes y cuando él apoyó su mejilla en la mía, apreté la boca contra su hombro para contener las ganas de llorar......... Fue todo demasiado rápido para saber si aquello merecía la pena”.
Me puse colorado como si quien constase algo íntimo fuese yo y no ella, pero amalia no me dio opción a decir ni una letra, pues siguió hablando: “Pero quizás la mujer siempre pierda la virginidad casi sin darle tiempo a sentir algo más que dolor o por lo menos más molestia que gusto....... No lo sé....... Vosotros los hombres seguramente no tenéis ese problema y la primera vez sólo sea un segundo de excitación y nervios que no dejan más que un regusto para lo que se supone que debe ser ese placer...... Tendría que ser hombre por unos minutos para saberlo y estrenarme con una mujer que fuese primeriza también”. Y mirándome de pronto me preguntó: “Eres virgen aún?......... Nunca has estado con alguna chica?”. “No.... Bueno quiero decir que nunca hice nada de eso con chicas”, dije yo aturullándome al hablar. “Eso quiere decir que no lo has hecho con nadie, o con chicas no, pero sí lo hiciste con otros chicos?, preguntó Amalia. Y yo, sin poder mostrarme ofendido como hubiera deseado hacer, contesté muy encarnado: “Con chicos tampoco!”. Pero me puse tan nervioso que más bien parecía que ella me cogiera en un renuncio. Y la verdad era que a esas alturas no había nada de lo que pudiera avergonzarme. Ni siquiera de empalmarme un poco al jugar con Alfredo. Eso solamente eran cosas de la edad y nada más, como yo mismo me decía para tranquilizarme. 
Hubiese preferido salir de aquella casa y no escuchar nada más, pero Amalia no me dio tiempo a reaccionar y continuó con sus cuitas: “Al volver con nosotros Clara nos encontró cabizbajos y silenciosos, pero no sospechó nada malo ni quiso saber más tarde lo que habíamos hecho su hermano y yo en su ausencia....... Pero después de esa tarde, las miradas que nos cruzábamos él y yo eran distintas y siempre cargadas de tensión y una pasión contenida que nos hacía padecer en lugar de gozar........ Y tuvo que haber una segunda vez para que yo supiese lo que era hacer el amor con un hombre........ También fue a la orilla del río, los dos solos y totalmente desnudos....... Pero esta vez él fue más despacio y me acarició entera y me besó por todas partes. Tocó con sus dedos el centro de mi sexo y lo humedeció con la lengua. Y yo besé el suyo y le lamí y aspiré el olor acre de su virilidad......... Se desató la pasión en nosotros y un escalofrío recorrió mi espalda al sentir que entraba en mí. Lo hizo lentamente esperando a que mi carne se amoldase a la suya y su pene se acomodase en el lugar que yo le entregaba y deseaba reservarlo solamente para él....... Y me amó y yo le amé a él........ Y fue algo tan profundo y largo como la vida misma. O al menos eso me pareció a mí al llegar ese punto en que sientes que dos seres su unen, sacudidos por la misma energía que les da la fuerza para apretarse y querer ser uno solo forzando el abrazo, mientras ambos estremecidos se vacían de vida y se llenan de amor, encendidos por un fuego que sin llamas que quemen te abrasa sin querer salir de la hoguera que los dos prendisteis........ Y una vez que eso se produce,  ya no tiene remedio lo que debe venir a continuación”.
Amalia quedó como desinflada al callarse y me levanté por si ya no quería seguir contando nada más por esa tarde. Lo cierto es que de pronto me entraron unas ganas irresistibles de ver a Alfredo y no sabía muy bien el tiempo que llevaba con Amalia y temí que mi amigo se fuese sin esperar a que saliese de su casa. Sin embargo ella tenía ganas de decirme algo más y me pidió que volviese a sentarme y me ofreció otro poco de arroz con leche para tentar mi gula y posar mi culo de nuevo en la silla. Y acepté el arroz y la silla.Y ella prosiguió el cuento: “Pero puede que la felicidad no sea posible, o que no resulte fácil conseguirla...... Y pronto surgieron los problemas..... Gentes, siempre bien intencionadas, le fueron con el cuento a don Amadeo de que su hijo y heredero andaba tonteando con una chica del pueblo, sin posición social para ser un día la señora de la casa grande. Y se desató la tormenta en casa de don Amadeo. No tuvo que hacer muchas averiguaciones para dar con la atrevida que osaba flirtear con su hijo y llamó a capítulo al muchacho amenazándolo con irse al extranjero a seguir sus estudios para que recapacitase y volviese la cordura a su alocado cerebro........ Doña Adela se llevó un disgusto de muerte, pues yo le caía bien y ella no daba tanta importancia a esas cosas del patrimonio y el apellido. Seguramente porque a ella siempre había tenido todo eso en demasía para darle un aprecio excesivo. Y hasta la abuela de Clara me tenía cariño, porque sabía que era la mejor amiga para su nieta. Lo que no sé es si la matriarca de la familia daría su consentimiento a una boda desigual para su nieto. Nunca dijo nada al respecto, pero tampoco mostró oposición a nuestra relación, ni le dijo a Clara nada en contra mía. A ninguna de las dos mujeres se le pasó por la cabeza la peregrina idea de que yo buscase solamente su fortuna. Cuestión que esgrimió don Amadeo  como la razón de más peso para convencer al resto de que estaba en posesión de la verdad absoluta y no cabía andarse con paños calientes en tales corcunstancias...... Su mayor preocupación era el desliz y la posible consecuencia en forma de carne de su carne y sangre de su ilustre familia. Pero eso es lo que desgraciadamente no pudo suceder, porque no hubo más encuentros con el muchacho para poder amarnos más veces y con mayor ternura y pasión que hasta entonces...... No hubo oportunidad de encabronar más a don Amadeo dándole un heredero de su heredero..... Y ahora que lo pienso fríamente, bien lo siento; pues tener un recuerdo tan vivo de mi amor sería el consuelo que me faltó en todos estos años añorando a ese hombre”.
Se tomó un respiro y mirando hacia la ventana continuó: “Tardamos semanas en vernos desde aquel día en que fuimos tan felices. A él le habían prohibido acompañar a su hermana y apenas le dejaban respirar sin ser observado de cerca por su padre o algún criado de la casa de la total confianza del señor. Estaba preso en sus propia casa y ni tan siquiera podía montar a caballo, que era su pasión y su afición favorita....... Adoraba los caballos y presumía de montar muy bien. Y realmente daba gusto verlo cabalgar y hacer que el caballo caracolease y trotase luciendo el tranco perfectamente acompasado que él le enseñara. Sabía de caballos más que su padre y no se quedaba atrás si tenía que emitir su opinión sobre la pureza o nobleza de un nuevo ejemplar........ Y un caballo fue su perdición.......... Después de una violenta discusión con don Amadeo, negándose a ir a un colegio inglés para niños de familia rica y protestando por esa decisión arbitraria de su padre, don Amadeo le dio un bofetón que sonó hasta en el cielo, ofendido por la aptitud de su hijo. Y el muchacho salió del despacho del padre, ciego de rabia, y se fue a las cuadras y montó un pura sangre que le acababan de comprar como regalo de su cumpleaños. El noble animal aún estaba sin domar del todo, pero este rapaz no estaba para atender a razones y se lanzó a todo galope dejando atrás la casa y a su madre desolada y llorando como una magdalena. Clara vino corriendo a mi casa y me lo contó, pero cuando estábamos hablando delante de esta misma ventana, lo vimos venir en su caballo  cortando el viento y se paró de golpe, frenado la montura en seco y obligándola a levantarse de manos. Clavó sus ojos grises en mí y vi por última vez su sonrisa, que se quedó grabada en mi cerebro para no olvidarla jamás......... Pico de nuevo espuelas y salió como un rayo en dirección al puente........ Mi corazón me dio un vuelco y presentí que allí se acababa mi vida.......Al atravesar ese puente el caballo se asustó y los dos saltaron el petril cayendo al río..... El animal se partió el cuello en al caída y el cuerpo del muchacho apareció ahogado y con varios golpes en la cabeza, posiblemente dados contra las piedras o alguna roca........ Esa fue la versión oficial, pero la mía es que hizo saltar al caballo a propósito y se precipitó en el fondo del río para no tener que vivir la vida que intentaba imponerle su padre sin atender a más razones que el puro interés de la familia y el dinero. Se vio atado de por vida a una mujer sin amor hacia ella y soportando una existencia mediocre y sin ilusión........... Y así, de ese modo trágico, casi sin despedirse ni preguntarme si quería ir con él al fin del mundo, Alfredo se fue y desapareció de mi vida sin dejarme otra cosa que desolación y la más profunda de las tristezas”.
Oí ese nombre y mis resortes de alarma se dispararon. “Has dicho Alfredo?”, pregunté por pura fórmula, ya que había escuchado perfectamente el nombre. “Así se llamaba el hermano de Clara”, respondió Amalia. Y por si no fuese suficiente añadió: “Cuando ocurrió eso era casi tan niño como tú. Al menso lo parecía aunque tuviese unos pocos años más...... Fue mi único amor y nunca pude olvidarlo....... Ni he querido hacerlo. Eso puedo jurarlo y sólo desearía volverlo a ver e ir donde quiera que ahora esté para seguir amándonos sin nada que ya nos lo impida...... Lo quise y lo quiero y querré a ese hombre hasta que mi corazón dé el último latido”. Y Amalia esta vez sí calló y sólo volvió a hablar para decirme adiós y hasta mañana. 

8 comentarios:

  1. Emocionante...
    Nos ha sorprendido Maestro con esta vuelta de la historia.
    Muchas gracias.
    Besos de ayax y míos.

    ResponderEliminar
  2. Podría terminar aquí el relato y que cada lector sacase sus propias conclusiones y rematase el cuento como mejor le gustase. Pero puede que los personajes aún no me hayan contado todo y queden más cosas que aclarar para llegar a una solución de todo el asunto. Estoy seguro que tanto ayax como tú habréis interpretado de distinta manera los hechos y para cada cual la conclusión es diferente. Besos

    ResponderEliminar
  3. Es verdad, para mí Alfredo es el fantasma del chico que se ahogó en el rio y estaba casi seguro que había terminado la historia, pero el Amo y ayax dicen que seguramente usted le va ha dar "otra vuelta de tuerca"
    De cualquier manera que sea, esta confesión de Amalia es emocionante.
    Besos

    ResponderEliminar
  4. Tú eres muy romántico. Pero veremos si estos personajes nos cuentan algo más.

    ResponderEliminar
  5. Mi madre, qué pluma! Felicitaciones Andreas!
    Besos

    ResponderEliminar
  6. Gracias mi estimada Dama. Pero creo que el mayor mérito es de los personajes que me cuentan al oído sus historias. Besos

    ResponderEliminar
  7. Querido Maestro me ha hecho apretar el corazon..."Clavó sus ojos grises en mí y vi por última vez su sonrisa, que se quedó grabada en mi cerebro para no olvidarla jamás..." Pidale a Amlia q nos cuente mas y quizas Alfredo nos regale algun rayo de esperanza...
    Los espero!
    Besotes

    ResponderEliminar
  8. Sólo por darte gusto a ti y a estos otros fieles lectores de mis relatos, que sois la razón por la que los escribo, le rogaré a Amalia que nos cuente algo más y es probable que también Alfredo nos de la clave de esa particular mirada de ojos grises y su sonrisa. Besos

    ResponderEliminar