miércoles, 27 de julio de 2011

La casa grande IV

Nos dirigimos hacia la parte trasera de la casa y seguí de la mano de mi lazarillo sin saber muy bien donde iba o que pretendía hacer el jodido rapaz. Se detuvo ante una puerta vieja y despintada y me soltó para empujarla girando al tiempo un picaporte oxidado y cubierto de mugre. La puerta cedió y quedó medio abierta y no nos hacía falta mayor apertura para colarnos en el interior de aquella casona solitaria y sucia. Y vaya si lo estaba!. Una suciedad congénita tapaba el enlosado blanco y negro, formando un damero, del suelo de esa habitación a la que entramos y que a todas luces era la cocina de la casa grande, que por supuesto hacía honor al apelativo de la vivienda pues era espaciosa y aún se veían cacharros polvorientos sobre las mesetas y otros ya oscuros y mohosos colgando de las paredes. Había más polvo acumulado en esa cocina que en todo el camino que llevaba al río, pero todavía podían verse los dibujos azules de los azulejos blancos que la alicataban y se notaba el cerco de otros objetos que dejaran impresa su presencia en el mármol ya grisáceo donde en otro tiempo se amasaran empanadas y tartas o se preparaban ricos y suculentos platos para la mesa de los señores de la casa.


Casi no me atrevía a respirar por la emoción contenida al saber que en cierto modo ya había quebrado en parte los sellos del secreto que guardaba la gran casa, pero sólo me ocupaba de mirarlo todo queriendo plasmar en mi retina todas esos objetos y percibir cuantas sensaciones me trasmitiese la audaz violación de una propiedad que, a mi entender, ya no tenía dueño o al menos quien fuese andaba muy lejos de allí para cuidarse de todo aquello que le pertenecía. Y mi guía me dijo que lo siguiese y pasamos a otra habitación con pinta de cuarto de servicio en cuyo centro había una gran mesa y algunas sillas de madera todavía útiles, menos un par de ellas que ya no tenían el asiento en condiciones de ser usado. Esas estaban desfondadas y las otras solamente cubiertas de mierda de años. Salimos a un vestíbulo presidido por una escalera que arrancaba desde el mismo centro y se bifurcaba en dos tras ascender el primer tramo, formando en el primer piso una balconada  en semicírculo que servía de distribuidor al rededor del que se ubicaban las habituaciones sitas en esa planta. Pero no subimos por esa escalera tan noble y Alfredo me llevó hacia la derecha sin decir nada.
Se detuvo ante una puerta de doble hoja con cristales biselados, me miró a la cara y me dijo muy solemne: “Aquí hay una gran sala, que es donde pasó mis horas muertas pensando en los seres que estuvieron aquí antes que yo. Es un lugar mágico para mí y me gusta sentarme en el sillón que está colocado frente a la chimenea, sobre la que está el cuadro de la señora que me mira como si en mí reconociese a un ser perdido y añorado por ella. Entra”. Y entré y vi el salón grande y adornado por múltiples telarañas que competían en lucimiento con los ajados cortinajes que medio cubrían los ventanales. Allí todo presentaba un aspecto dormido en el tiempo y a la espera de que una mano vigorosa y desentumecida desempolvase su alma devolviendo a la vida los muebles, jarrones, cuadros, y todo el universo de enseres de plata negruzca y opaca. Y Alfredo me llevó delante de la señora del cuadro y me fijé en sus ojos grises, que por la manera de mirar me recordaron de inmediato los de un gato y los del muchacho que me mostraba las entrañas de la casa que me obsesionaba sin entender el motivo ni el por qué de tal fijación. 
Miré la cara de Alfredo y luego otra vez la de la señora del cuadro y le pedí al chaval que descorriese una cortina para que entrase más luz y poder ver mejor el retrato. Y él lo hizo y me acerqué más al cuadro y me detuve en todos los detalles del vestido y el rostro de aquella mujer entrada en años y todavía hermosa que me miraba interrogándome que hacía en su casa sin ser invitado. Y casi estuve por decirle que había entrado con el dueño de la propiedad, pero recapacité y me dije a mi mismo que aún era pronto para sacar conclusiones prematuras sobre esa cuestión. Por el momento me pareció que los dos éramos intrusos en ese mundo que no nos pertenecía todavía y ella nos recriminaba por estar allí parados ante su retrato intentando leer los secretos que probablemente hubiese querido llevarse con ella a la tumba. Me dio la sensación de ser unos aventureros profanadores de tumbas faraónicas, cuyos espíritus nos pasarían sobrada factura por nuestra osadía y falta de respeto al descanso de los muertos. Pero ya estábamos dentro del mausoleo y entendí que no había vuelta atrás y sólo quedaba seguir avanzando en el esclarecimiento de la verdad que esa mujer parecía negarnos.
Y ante mi silencio Alfredo me preguntó: “Qué piensas?”. “En que esa mujer me mira como preguntándome que hago en su casa. Me mira como a un extraño y parece temer que esté contigo aquí”, le respondí. Y él me aclaró: “No sabe quien eres y por eso te mira así. Pero eso lo arreglo yo enseguida presentándote como un amigo mío.... Abuela, este es Pedro y ya no es un desconocido en esta casa. Además tiene mucho interés en verla y saber por qué ahora yo soy el dueño de todo esto. Por ahora es el único conocido que tengo en este pueblo. Ya te dije que sólo llevo aquí un par de días y aún no tuve tiempo de hacer amistades con nadie. Bueno, encontré a Pedro merodeando por el jardín y le invité a entrar en nuestra casa. Espero que no te importe. Y al abuelo tampoco. Aunque nunca hable con él y no me vea con tan buenos ojos como tú..... Ahora ya estás presentado y ella te acepta en la casa”. Y fuera por sugestión o por que realmente la señora del cuadro cambió su mirada dura por otra amable y más considerada hacia mí, el caso es que me pareció que hasta me sonreía y me saludaba con educación y cierto cariño por ser conocido de su nieto. Y me atreví a pensar que Alfredo era su nieto haciendo caso de sus propias palabras. Pero la verdad fue que ya no me plantee la menor duda sobre si era o no el dueño de la casa grande. 
Seguía sin entender que hacía un chico tan joven solo en una casa abandonada y sin alguien adulto que cuidase de él y de la casa. Tampoco lo había visto antes por el pueblo ni oyera hablar de él a nadie. Y eso en un pueblo pequeño si es raro, pues pronto sabe la gente la vida y milagros de los demás y registran la entrada de todo viajero de paso o visitante ocasional. Y si no saben con certeza algo sobre el individuo sometido a control, se lo imaginan o lo inventan. Pero nadie se escapa a que hablen de él ya sea para bien o para mal. Y Alfredo no iba a ser una excepción a la regla. Que yo supiese nadie había escapado todavía a la murmuración de las lenguas de aquel pueblo. Y por supuesto, no todas era bien intencionadas y de eso Amalia creo que sabía bastante.
Y otro detalle sospechoso respecto a Alfredo, era que ni siquiera Amalia mencionara al chico; y si realmente era nieto de doña Adela (y di por supuesto que ella era la mujer del retrato) era mucho más inexplicable la presencia de ese chaval no sólo en el pueblo sino también en la casa grande sin que ella supiese algo sobre él, ni me comentase tal cosa, puesto que no dejaba de ser algo banal, según creía yo entonces. Y como una saeta que atravesase mis sienes se me vino a la mente si este chico no sería un fantasmas de los que pulularían por las estancias de la casona. Mas me dije para mis adentros: “Lo vi a plena luz del día y en el jardín, Y eso no resulta muy corriente dentro de las costumbres de los espíritus que impepinablemente deben aparecerse por la noche y mejor en una de esas muy oscuras, o también si hay luna llena y se escucha el aullido de un lobo en la lontananza”. Me estaba haciendo un lío y pegué un respingo de muerte al sentir el toque de unos dedos sobre mi hombro derecho. Me volví casi atenazado de pavor y me encontré con la sonrisa de Alfredo que me incitaba a proseguir la visita y recorrer el resto de la casona, que a esas alturas para mí ya era encantada. 

9 comentarios:

  1. Olá Andreas,

    estou seguindo o relato "LA CASA GRANDE".
    Confesso que o que me encanta mais, é a minúcia e o preciosismo com que o Senhor conta a história.

    Cada detalhe faz-me imaginar algo que vem pela frente, as vezes, bate de encontro com que é escrito, noutras vai em direção contrária, mais sempre no mesmo contexto.
    Sempre excitante.

    Continuo sendo expectadora desse relato com ansiosa alegria.

    Beijos carinhosos e respeitosos,

    ÍsisdoJUN

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  2. Gracias por esos elogios. Espero que sepa mantener el interés de este cuento. Besos

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  3. Maravilloso Maestro! con razon me dijo q tuviera paciencia jajaja nos lleva con la tension propia de una peli de suspenso!
    Besossss
    Eli

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  4. Querida amiga os llevo conmigo a desmenuzar una historia que aún no sé bien donde irá a parar. Pero ten por seguro que iremos juntos a un final si no feliz al menos sorprendente. Hoy se cumplen ya muchos años desde mi nacimiento y cada vez estoy más convencido de que la vida real y la imaginaria se juran llegado un punto donde nuestra vida ya no distingue entre la fantasía y la pura y simple realidad que no nos llena ni satisface para aceptaría con resignación y cordura, que lamentablemente suele significar lo mismo. Besos y gracias por tu amistad

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  5. No quise decir se juran sino se juntan o se unen. Estos aparatos de ahora tienen vida propia y ponen lo que mejor les parece si te comes alguna letra

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  6. ¡FELIZ CUMPLEAÑOS MAESTRO!!!!
    BESOSSS

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  7. Gracias, querido cachorro. Ya son demasiados pero lo importante es vivir como uno desea y quiere sin que nadie te corte las alas para volar sobre todo eso que no te gusta del mundo. Besos

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  8. Feliz cumple querido Maestro!!! los años no hay que contarlos en numeros sino en emociones y experiencias vividas y de sus palabras se filtra que realmente a vivido y eso es muchisimo!!!! Aunque no nos conozcamos las caras le tengo un gran afecto (lo raro de este mundo moderno, no?)asi que le mando un abrazo enorme y un tironcito de orejas, espero que lo pase muy lindo junto a quienes quiere y reciba muchos regalitos.
    Besotes
    Eli

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  9. Si he de ser sincero te diré a ti y al resto de. Amigos virtuales que tengo en este nuevo mundo del ciberespacio, que me gustaría pasarlo con todos vosotros, porqu el mejor regalo ya me habéis hecho con vuestras felicitaciones y compañía en este blog. Espero contar con ella por mucho tiempo. Y si es necesario inventaré nuevos relatos. Besos

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