jueves, 18 de octubre de 2012

Reflexiones del barón


Ni la lluvia me molesta, sino por el contrario me refresca. Ni la niebla me inquieta, porque te adivino en ella. Ni el trueno me amedrenta, pues mi deseo devuelto en tus ojos me hace temblar mucho más que su estruendo. Ni la soledad es cierta pues tu olor me acompaña. Nada me altera sino es el fuego que arde en mi cuerpo al pensarte, ni nada puede sofocarlo sino es el abrazo de tu cuerpo. Sólo el aire que mueves al acercarte logra aliviar el sudor que mana desde mi alma, pues ni la brisa del mar se compara al frescor de tu presencia. Tú eres el viento que sopla trayendo la vida a mi existencia dormida, porque no soy más que el pensamiento de quererte que nace en mi corazón. Soy tu amante y con eso me defino y me calificó de por vida y tú eres cuanto entiendo por amor

2 comentarios:

  1. Cuando alguien consigue partiendo del roce inicial de la epidermis traspasar todas las capas y caparazones que nos protegen hasta instalársenos en lo profundo, ese, nos ha enamorado.
    Buena suerte los que lo vivimos, y maravillosa la forma que tu Andreas tienes de contarlo.
    Mis chicos te quieren y admiran y te mandan su generosa ración de besos.
    Y yo que también te quiero y te admiro y me enorgullezco siendo tu amigo, te mando un fuerte abrazo y te agradezco por conmovernos con tus "reflexiones del barón"

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  2. Muy cierto es lo que dices, mi buen amigo. Y sólo quienes conocen ese estado de gozo pueden agradecer a la vida que les haya dado el mayor de sus dones. Y si es tan generosa con quienes consideramos como nuestros mejores amigos y queremos especialmente, como eres tú y tus chicos para mí, pues el agradecimiento por tal suerte nos obliga mucho más. Ya sabes lo mucho que os quiero a los tres y que también soy correspondido por vuestro afecto y amistad. Gracias por estar ahí acompañándome y dales muchos besos a ellos y un abrazo muy especial para ti

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