No cortes la flor pues su frescura se aja y no te deja más que su aroma en los dedos. Su belleza se derramará sobre tu pecho si ahí la pones o lucirá entre tus cabellos, mas no pienses que durarán ni su hermosura ni su perfume por más tiempo que uno de tus suspiros o gemidos de amor. Deja la flor en su mata para que siga siendo bella
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