miércoles, 24 de noviembre de 2010

Reflexiones del barón

Quiero el calor de tu cuerpo y la humedad acre de tus cavidades y también el sabor salado de tu espalda y tus muslos bañados de sudor y tensos de excitación por el apremio carnal que sube por esa espina dorsal, que mi lengua ya conoce de memoria, y desde el punto vital centrado entre tus nalgas. Quiero todo eso, pero más te deseo a ti sin otro atributo que tu alma entregada y deseosa de beber la pasión que provocan mis manos sobre tu piel. Te acaricio y tiemblas. Te beso y ni siquiera puedes suspirar por que no dejo que el aire te entre en la boca. Te abrazo y aprieto tu carne contra la mía al estar dentro de ti y tú gimes al sentirte parte de mi vida. Pero ansío mucho más ser el único corazón por el que se renueva tu sangre y recorrer con ella todo tu ser para no dejar nada sin saber que nota al estar pegado a mi y entre mis brazos. Todo eso quiero y todo eso tengo cuando te miro a los ojos y veo que lloran, pero no es por dolor ni por pena, sino de alegría y satisfacción por estar juntos los dos otra vez. Te quiero, eso es todo

2 comentarios:

  1. Cuando se oye el deseo del corazón, las palabras son mudas y sólo se escucha un latido que trastorna todo cuanto te rodea. Besos

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