jueves, 18 de noviembre de 2010

Reflexiones del barón

Madrid me dio como siempre la vital agitación de sus calles pobladas de variopintos tipos de gentes. Distintas razas y colores se mezclan y conviven, no siempre en la armonía más deseable, pero eso debe ser ya cosa de los tiempos que corren ahora. Me devolvió amigos y recuerdos, que a diferencia de las estatuas de Pompeyo Leoni, que están en el antiguo claustro de un convento, hoy integrado en el gran museo, no son sólo bronce o mármol vacías de alma, aunque estas figuras sean la expresión del arte de una época y del esplendor de unos poderosos. Mis amigos y lo que me evoca esa villa es algo más que simples nostalgias del pasado o vivencias del presente. Es mi propia vida que trae a mi recuerdo risas y esfuerzos por lograr aspiraciones que hoy sólo son viejos sueños. Y también reviven en mí sentimientos encontrados y pasiones aún latentes que dejan de nuevo el sabor de un beso y de unos momentos que se han perdido con el implacable paso del tiempo. Y me alegra poder evocar los paseos por esos barrios y cada minuto que pasé con esas personas a las que aprecio y quiero porque son parte de mi existencia

2 comentarios:

  1. que nostalgia encontrarse con nuestras vidas pasadas! un toque de melancolia, muchas sonrisas, reencuentros esperados e inesperados, revolviendo en la bolsa de los sueños olvidados, recuerdos dolorosos y recuerdos extasiados... suspiros...

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  2. Alegría contenida y en ciertos momentos un regusto del dolor pasado que nos complace sentirlo tanto como revivir el placer. Aunque el gusto de ese dolor dura más tiempo

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