lunes, 2 de agosto de 2010

Reflexiones del barón

Quedaron sus caras labradas en la piedra por la mano de un artesano que trabajó el duro elemento con maestría, adornándolo de arte y los vestigios de un tiempo y toda una cultura. Y así los vemos los que vinimos después de ellos y aunque no sepamos quienes fueron, el hecho de estar sobre los arcos de la entrada de una iglesia románica, les inmortalizó mientras quede en pié esa obra de la devoción de una época. Ahora nosotros nos hacemos fotos y retratos y hasta bustos, quizás con el afán de que también nos recuerden los que nos sucedan. Pero llegará un momento en que tampoco sepan quienes fuimos ni que hicimos en esta vida. La posteridad duradera sólo es para unos pocos y no siempre los mejores

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