lunes, 13 de junio de 2011

Reflexiones del barón

Me gustó esa fuente de agua y no sólo por su colorido y la gracia de esas figuras femeninas que están tumbada en ella como jugando al corro. Me parece un acierto simpático y más profundo de lo que parece a simple vista la idea de que por los pechos les salga un chorrito que compite con el que también sueltan por la boca. Cada una es de un color y yo deduzco que son las cuatro razas en función de la tonalidad de la piel, negra, blanca, amarilla y cobriza o mejor dicho rojiza como se decía al describir el aspecto de los piel roja americanos. También creo o quiero pensar que esos brotes de agua limpia y cantarina son la representación de las virtudes que manan de la humanidad, o al menos las que pueden surgir cuando intentan o logran hacer algo con sentido común y la mejor intención posible. Y me gusta que sean mujeres de las que nace esa buena inspiración que puso el autor en su fuente. Es quizás una manera sensata de decir que ellas, en cierto modo, tiene la clave para que la tierra marche por buenos derroteros, pues es en sus vientre donde germina la vida y son sus senos donde se alimenta la esperanza de un futuro mejor. Aunque también los hombres deban ayudar a ello con sensatez y amor. Y como el agua que brota de esa fuente multicolor y tan graciosa, yo imagino un mañana más limpio y menos desgraciado para toda la humanidad, unida de una vez por todas sin diferencia de raza, cultura, religión o color. Un universo realmente generoso que acepte y proteja a todos por igual y reparta los muchos bienes que nos da la naturaleza  

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