domingo, 29 de agosto de 2010

Reflexiones del barón

Aunque haya gente con sus palos dándole a las bolas, a penas se oye otro ruido que no sea el trino de un pájaro o la tierra que pisas. Sientes la calma a tu alrededor y puedes llegar a pensar que todo el mundo es como ese campo verde, donde el agua no falta y se adorna con ella formando un charco grande en el que se hunden muchas pelotas al caer como los sueños se nos derrumban en la realidad cotidiana. Ni el calor te atormenta, dado que frondosos árboles te dan sombra a los bordes del recorrido y bajo ellos te alivias y refrescas bebiendo en alguna de las fuentes que salen a tu encuentro durante la partida. Fuera de ese recinto idílico todo es distinto y no todos disfrutan de semejante descanso 

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