Al verla te atrae, pero al tocarla tan sólo con un dedo se te contraen los músculos y se te eriza el vello en una sensación de mojada frialdad. No te resistes a su embrujo y te zambulles de golpe para volver a tener la impresión de estar rodeado del elemento vital donde se generó tu vida. Regresas al seno líquido como un feto, para dejar que el agua te sostenga a flote y, por dentro, la sangre se renueva y notas las ondas fluir con ella. Sin el agua no hay esperanza de vida en la tierra
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