Te miró desde un suntuoso palacio, ella que enamoró a un emperador y cautivó a un sultán, vio la espuma de las olas y el fulgor del agua de un mar bravo que te rinde homenaje en presencia del faro. Firme, impertérrita, no te rindes al halago de quienes admiran el paisaje ni la impertinente visita del bañista que alcanza tu borde nadando hasta ti. Tú eres y serás la roca y ella una vez fue emperatriz y hoy sólo es un detalle de la historia que muchos ya han olvidado
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