martes, 27 de diciembre de 2011

Un año más



El principio y el fin parecen opuestos, pero muchas veces se confunden y se mezclan originando situaciones en las que el final se torna inicio y da paso a otros sueños, a otras ilusiones, a otra vida. Y el principio se vuelve fin de aquello que muere para renacer a otro universo dejando atrás un mundo viciado y perverso. Con el amanecer nace el día, pero también acaba la coche. Y con el ocaso se apaga la luz del día y termina, dejando paso al resplandor de la luna que alumbra al mar con su beso de plata. Fin y principio son un instante parecido que no puedo definir con exactitud ni decir cual de los dos me parece más deseado ni hermoso. Mas, cuando un año termina, este hecho viene dado por la conveniencia de un calendario; y ante eso nada he de añadir que no sea un deseo de dicha para el próximo año, que pronto arrancará la última hoja del almanaque de otro, que ya está a punto de pasar y ser un mero recuerdo en nuestras vidas. 

lunes, 19 de diciembre de 2011

feliz navidad y próspero año nuevo


Vuelven las reuniones en familia para desearse mutuamente felices fiestas y besarse quizás por primera y última vez en este año que camina a su último día. A ese día en que a todos nos parece que debemos alegrarnos y divertirnos a pesar de que este 2011 que nos deja haya sido un año poco afortunado para la mayoría de las economías del mundo y mucho más para la de muchas personas que sufren con más crudeza la recesión. Porque ya no hay que hablar de crisis solamente sino de una verdadera situación de retroceso económico y sobre todo social. Sin embargo, yo quiero desear a todos paz en estos días de finales de diciembre y hago votos para que de verdad el próximo año nos traiga calma y comience la prosperidad para todos y no sólo para los pocos de siempre. Quisiera ambicionar que nunca más nos dominasen la hipocresía y la codicia desmedida, pero no quiero soñar quimeras y sí os daré un fuerte abrazo deseando sinceramente a vosotros mis amigos y al mundo que seamos felices y tengamos todos un buen año 2012 

viernes, 16 de diciembre de 2011

Reflexiones del barón


Por qué pretendes deslucir el sol si tú no puedes tapar su luz sin confundirte con ella, como se confunde la lágrima de una alegría o pena sino se mira el fondo del alma herida o ese corazón que salta de gozo latiendo sin tino. Cómo distinguirte si su brillo ciega y qué sería de ti sin ese calor que te alienta. Si el gozo se funde en dolor y juntos son el placer para quien ama por ser del otro también, no quieras la sombra; pues si los rayos del sol te atraviesan te hacen más bella y relumbras como una estrella. Muéstrate sin reserva a pleno día y siente en tu ser ese beso ardiente que te quema y te libera. Y así como la flor transparente con el sol se vuelve más hermosa, también el ser traspasado de amor por quien venera se embellece y luce casi tanto como esa luz que lo ciega  

sábado, 10 de diciembre de 2011

Reflexiones del barón



Si aún tienes la juventud, no te lamentes ni llores, porque aunque te falte casi todo, tu sangre nueva y ardiente vale más que cuanto hayas perdido. Si tan sólo rondas esa bella etapa de tu vida, no debes sufrir por casi nada, pues tu vigor y tu audacia son suficientes para sobrevivir y lograr lo que se te antoje. Cuando se es tan joven como eres tú, nada ni nadie pude vencerte y el resto del universo se rendirá a tus pies si sabes enfrentar tus propios miedos y dominar tu inseguridad. Y si sientes pánico o la tristeza te hunde el corazón, sacude tu mente y niégate ser débil. Ni la soledad ha de afectarte porque tú mismo serás la mejor compañía para andar el camino que tienes delante. Y cuando no puedas seguir, mira hacia el mar y grita, pero no llores, tan solo lánzale tus problemas y temores con un grito feroz de rabia y desafío. Plántate ante el océano y encontrarás un amigo eterno que te entenderá y hará que el viento te lleve el sabor y el olor de su amistad. Su fuerza será tuya y le pedirá al sol su energía y calor para rescatarte de la melancolía. Tu alma sólo será de quien sepa darte el amor que necesitas y entregarte enteramente a esa pasión te hará mucho más deseable y hermoso y no volverás a caminar solo

martes, 6 de diciembre de 2011

Reflexiones del barón



El fulgor de una chispa nos asombra y por un momento nos deslumbra y tan sólo nos deja ver una mancha oscura que pronto se vuelve de un tono amarillento hasta perder intensidad. El fugaz fogonazo de una chispa nos causa miedo, pero nos atrae y aún temiendo su estallido luminoso queremos verla de nuevo y nos atrevemos a provocarla con cautela, apartando la vista de ella para que no nos ciegue otra vez. Apenas dura la fracción de un segundo su luz, pero permanece más tiempo en nuestra retina la impresión de esa energía que nos hirió la vista al mirarla. Casi es como un sentimiento que brota en un instante y se apaga dejando detrás solamente su sombra en nuestra mente y en el alma un recuerdo que se esfuma lentamente igual que el sol al anochecer 

sábado, 3 de diciembre de 2011

Reflexiones del barón



Unos ojos tan verdes como el agua de ese mar me han visto esta mañana al despertar y yo, conmovido por la ternura casi inocente de su mirada, besé los labios que sin palabras me deseaban un buen día y me rogaban, húmedos y entreabiertos, que le diese amor y gozo a su cuerpo, notando el disfrute del mío dentro de su carne y de su ser. Unos ojos cristalinos y llenos de luz que no negaban la dicha de ser mío quien los luce sin darse cuenta de la belleza de ese par de esmeraldas de un tono claro y luminoso que atrapan la luz del día para regalarla más bella aún. Dos gemas que me alegran y me dicen que la vida todavía puede ser maravillosa y me trasmiten la energía y la fuerza del mar para levantarme y dar a mi existencia otra oportunidad para ser feliz. Quiero amar esos ojos y besar su mirada antes de gozar el inmenso placer de sentirme dueño de su ser y vibrar con su calor y el fuego de una pasión que deseo que nos devore a los dos      

lunes, 21 de noviembre de 2011

Reflexiones del barón


Como una gran araña sobre nuestras cabezas nos pesa el tiempo y se cierne una pesada bruma que nubla los pensamientos y nos hace temer el futuro. Qué somos si estamos solos y asistimos inertes a esa sucesión de días y noches que se juntan para formar nuestra vida?. Cómo vas a preferir la solitaria libertad absoluta, sin la menor traba o compromiso, al calor de la compañía de otro ser que te cobija cuando el alma se resiente y crees que tu corazón no podrá resistir el duro embate de la desolación. Como una mano huesuda ves el paso de las horas esperando a que alguien rescate tu ser y lo saque del frío olvido y la negrura de un abandono indeseado y aborrecido. Te sientes dueño de ti y dices que eso es lo que quieres y deseas. Pero quizás cambies todo ese albedrío de ir y venir sin cadenas por un solo beso dado con pasión y poder sentir el ardiente fuego de la pasión más violenta sobre la piel, aunque eso haga que prefieras esclavizar tu destino unido a otro corazón que logre que el tuyo palpite con más fuerza  

sábado, 12 de noviembre de 2011

Reflexiones del barón



A veces mi cama se vuelve tan árida como un desierto y noto ese vacío que sólo el alma que ha amado puede sentir. En esas noches de insomnio y soledad, recuerdo otras horas y otras tardes junto al mar, en que una brisa salobre besaba mi piel y veía en otros ojos la mirada dichosa de los míos. Todo aquello viene a mi memoria ahora y hasta parece que las olas mojan mis pies y la arena se paga terca a mis dedos que buscan ese otro cuerpo que nunca podré olvidar. Mi olfato huele aún a tierra mojada y a hierba recién segada y no creo que ningún otro aroma pueda superar la delicia de su olor. Y aunque todo pasa y parece que se olvida, yo te digo que no es verdad, porque la cabeza siempre guarda los recuerdos que han marcado tu vida y los atesora luego en el corazón    

lunes, 7 de noviembre de 2011

Reflexiones del barón


Como una vela sin más macha que la huella del tiempo, a veces acariciada por la brisa o azotada con violencia por el viento, que la hincha y preña de aire para impulsar la barca y surcar los mares. Como una vela se iza al notar la menor presencia del aire o se arria ante la calma chicha que no mueve ni la más leve pluma posada en la borda. Como esa vela que desplegada se muestra orgullosa a los navegantes para hacer notar la pericia de la diestra mano que la maneja. Como la vela que lleva al marino a otras riberas donde encuentra la tranquilidad y el sosiego tendido en la arena. Tal y como esa vela curtida de sal y quemada por el sol, que suspira por ser parte de las aguas sobre las que se desliza su embarcación, tu alma ansía ser parte de quién te inspira los sueños y te seduce con su presencia. Como ella tiende a confundirse con las nubes compitiendo en blancura, tú te disuelves en ese otro elemento profundo y espeso que absorbe tu existencia y todo tu ser para renacer en su misma esencia  

viernes, 4 de noviembre de 2011

Reflexiones del barón


Sin rectificar el rumbo marcado ajustemos la deriva y hagámonos a la mar con más ansia de aventura y el ánimo cargado de razón para continuar el viaje en una nueva singladura sin abandonar el bagaje acumulado hasta ahora en otros periplos truncados de repente y sin voluntad de no continuar la ruta ya fijada y emprendida. Pero no volvamos la vista atrás y dejemos que la fuerza del viento y la firmeza de la voluntad nos lleve lejos otra vez y logremos cubrir otras etapas que con esfuerzo y tesón se irán cumpliendo sin quebranto. Y ello reforzará y acrecentará el empeño de navegar sin ataduras enfilando siempre la proa hacia la libertad del pensamiento y el deseo de gozar sin herir ni lastimar a los demás   

jueves, 3 de noviembre de 2011

Dedicado a tres amigos y en protesta por la sin razón de un silencio forzado


No detengas tu camino ni pares tu viaje y sigue con ellos, animando y alentando sus pensamientos y ansias de vivir como tu deseas. No hay mayor libertad que la satisfacción con uno mismo y por eso los tres sois libres aunque ellos dependan de tu voluntad y te pertenezcan sus sentidos y sentimientos. Fija el timón de tu barco y enfila proa al horizonte donde ellos te seguirán en sus modestas naves y yo ayudaré al viento a impulsar las velas para surcar de nuevo el mar sin trabas ni nada que recorte o elimine la visión de una imagen ni la libre expresión de las palabras. Sois sinceros al seguir lo que os dicta el corazón y por tanto libres para navegar sin miedo con rumbo al límite del mundo. Y yo os veo zarpar y me siento bien por vuestra valiente felicidad, pero mi boca y mi mano se silencian en solidaridad contigo y con ellos dos también

sábado, 29 de octubre de 2011

Reflexiones del barón


Parece un simple pedrusco en medio del agua y no es más que un viejo pontón arruinado y dejado de lado en un baño de sal que no tiene fin. El sol, el aire, la salitre, todos lo han ido curtiendo y se hizo algo esencial en ese entorno que en otro tiempo vio su utilidad. Pero no está tan solo ni es inservible, pues aún lo usan algunos seres como los oscuros y estéticos cormoranes para reposar de sus picados de pesca o los largos vuelos impulsados por sus costumbres ancestrales, o instinto, si así preferimos llamarlas. Otros, bajo la superficie, se aferran a su áspera piel de granito para mantenerse firmes y no sucumbir al vaivén de las olas y las corrientes. Y quién no necesita un asidero que lo ampare y proteja de los avatares de su propia existencia. Quién no busca un cobijo en otro pecho y y desea el calor de otros brazos. Quienes lo encuentran son dichosos y nada puede suplir ese gozo

domingo, 23 de octubre de 2011

Reflexiones del barón


Hoy me ha despertado el viento y escuché su silbante murmullo filtrándose por la ventana. Hoy amanecí cansado y sin ganas de nada. Puede que el aire quisiese decirme algo, pero no supe entenderlo. O quizás sólo fueron voces traídas de otro tiempo, de otras vidas, o de otros años ya pasados y nada más. Vivencias que se agolpan ahora y al recordarlas de lejos varían y se mudan de penas a tristezas olvidadas, o de alegrías a gozos soñados y mitificados que en poco coinciden con la realidad si nos paramos en revolver el pasado y airearlo sin miedo para desnudarlo de adornos inciertos, aunque nos hayan sido necesarios para sentirnos mejor al haberlos dejado crecer alimentados de engaño. Todo eso me dijo el viento al amanecer y yo no oi más que su rumor

viernes, 21 de octubre de 2011

Reflexiones del barón


Que me moje la lluvia sino lo hace el llanto. Tu llanto o el mío, pues da igual de que ojos manen las lágrimas si las causa el placer de sentir tu gozo como si fuera el mio. Deja que se desprendan las hojas secas y que caigan al suelo para pisarlas juntos y olvidarlas, pues si no las regó la savia de la pasión no merecía la pena mantenerlas como adorno. La pena de un dolor ha de agotarse en el placer que siente el alma al mirarnos y notar que por la piel húmeda nos escurre un jugoso néctar que da vida. Y así te quiero yo al tenerte conmigo y saber que ambos somos una sola ambición y delirio

martes, 18 de octubre de 2011

Reflexiones del barón

Me arden los pies al caminar sobre la arena como me quema por dentro la angustia de no verte. Huelo el mar y lo escucho y casi puedo tocarlo aunque no lo veo. Apenas sopla una tenue brisa y sólo miro mis propias pisadas y las ondas que va dejando el viento sobre las dunas. Son señales inestables que pronto cambian y mudan de lugar pero no de forma. Son marcas que parecen permanentes porque el aire las renueva sin cesar. Y, sin embargo, no son las mismas ni nunca se repiten de igual manera. 

Los arañazos que tú me dejaste son más hondos que ese rastro y cambian también para hacerse más grandes en alguna noche que las estrellas me traen algunos recuerdos, o para suavizarse y mitigar su escozor cuando el sol me deja ver la sombra de tu imagen. A plena luz todo adquiere otra dimensión y nada es lo mismo que a la luz de la luna. Y al amanecer se puede ver que hasta las rosas lloran de noche

lunes, 17 de octubre de 2011

Reflexiones del barón

La actual situación del mundo sumergido en una crisis global económica y de principios, que ha provocado una ola de indignados que se extiendo desde occidente, trae a mi memoria los versos del gran Calderón, que, en un tiempo de desigualdades extremas y gran pobreza para la mayoría de los hombres, supo reflejar en su obra "La vida es sueño" la contradicción de un mundo de abundancia para unos pocos, que son los poderosos y sus secuaces, y de escasez y miseria para el resto de los desheredados de la fortuna, que es la gran parte de la humanidad a la que entonces y ahora y siempre se abusa de ella y les niegan y regatean hasta el pan y la sal para que los primeros, la escasa minoría que rige los destinos de la economía y la política, sean cada vez más ricos y opulentos. 


Y el poeta puso en boca de Segismundo estas palabras que pudieran ser dichas con acierto en estos momentos críticos por los que atravesamos todos: 




Es verdad, pues reprimamos
esta fiera condición,
esta furia, esta ambición,
por si alguna vez soñamos.





Sueña el rico su riqueza,
que más cuidados le ofrece;
sueña el pobre que padece
su miseria y su pobreza;
sueña el que a medrar empieza,
sueña el que afana y pretende,
sueña el que agravia y ofende,




y en el mundo, en conclusión,
todos sueñan lo que son,
aunque ninguno lo entiende.

domingo, 16 de octubre de 2011

Reflexiones del barón


Una estela de luz plateada se abre ante mis ojos y me indica el camino sin retorno que debo seguir. Dudo antes de dar el primer paso, pero algo impreciso me empuja y me susurra que debo andar por esa senda irreal que me llevará hasta otro universo donde todo será como yo deseo y necesito para que mi alma pueda descansar y ser feliz. El horizonte sólo es una sombra sin más tono que el reflejo de un sol que empieza a salir y yo creo ver una tierra aún ignota que me espera y me decido y comienzo el camino sin ver cuanto dejo atrás. Y qué importa lo que hemos sido y tenido si puede que en esa otra orilla encontremos la dicha que tanto procuramos hallar de este lado. Quién sabe que nos aguarda en esa ribera que ahora tan sólo podemos imaginar y creer que allí seremos lo que siempre quisimos ser. No necesito equipaje para este viaje, ni es preciso otro atuendo que la desnudez de mi cuerpo, porque ni siento el frío ni tampoco me quema el calor del sol. Solamente noto en mi piel una agradable brisa que me reanima y me sugiere el placer de una caricia cada vez más lejana pero nunca olvidada. Y estoy seguro que frente a mí está el edén  

jueves, 13 de octubre de 2011

Reflexiones del barón


Colgados entre la luz y la sombra estaban estos cántaros como cuerpos cansados tras el esfuerzo de amar y ser amados. Como seres sudorosos que yacen inertes después de agotarse para complacer a quien tiene la llave que abre su alma y dispara los resortes de su libido y la pasión. Como a ellos que les dio forma un hábil alfarero, al ser que descansa rendido por el esfuerzo y la tensión sexual también lo han moldeado y transformado otras diestras manos que supieron manejar la arcilla de su carne y sus sentidos para sacar de todo eso una obra manufacturada con delirio, dolor y placer. Por eso, tal y como esas ánforas realmente pertenecen a quien las creó, una criatura bien gozada sólo podrá tener por dueño quien supo hacer que vibrase y se entregase sin reservas para ser amada y disfrutase el sueño sin límites de una entrega absoluta que jamás tendrá fin, porque esa será la única recompensa a la que aspira su corazón y que desean sus sentidos

miércoles, 12 de octubre de 2011

Reflexiones del barón


Sólo la primera inocencia puede pintar en sus caras esa mirada temerosa y curiosa por ver y saber que ocurre en su entorno. Todo llama su atención y cualquier cosa puede asustarlos porque nada puede haber más indefenso que una criatura todavía tan tierna si no está cerca su madre. Son casi tan vulnerables como cualquiera de nosotros cuando nos alcanza el amor y nos devora el deseo y un ansia incontenible de sumergirnos en ese placentero dolor que nos causa una fuerte atracción por otro cuerpo. Tanto gozamos de el sublime deleite del éxtasis como sufrimos dichosos el delirio de la entrega sin límites, tan sólo por satisfacer a quien se adueña de nuestro afecto y no vemos más que por sus ojos y escuchamos por sus oídos. Sus labios y su lengua son el exquisito manjar que nunca nos sacia y el calor de su carne nos despierta todos los apetitos embriagándonos su olor. Sin embargo para esas dos pequeñas bolas de ojos azules como el cielo, que con tanta insistencia nos miran, todo esto no son más que palabras sin ningún sentido ni jamás llegarán a saber su significado ni el gusto de poder decirlas 

lunes, 10 de octubre de 2011

Reflexiones del barón


Cuantas veces habrán dicho los hombres “quién pudiera volar”. Y hoy se puede hacerlo pero no como los pájaros. No les hace falta ningún artilugio para remontar el vuelo y surcar el cielo. Ellos tienen alas. Alas de verdad cubiertas de plumas. Las aves si pueden volar por si mismas y eso nosotros, los poderosos seres que pretendemos dominar la naturaleza, no podemos lograrlo sino usamos artefactos más o menos sofisticados y potentes para despegar los pies del suelo. A no ser que volemos con lo único que quizás nos haga superiores a los demás habitantes de la tierra. Que dejemos volar la imaginación y creemos otro universo ingrávido y sutil donde cualquier cosa es posible y ahí sólo haya pasión y delirio. Que perdamos la nación del tiempo y del espacio y no sintamos el peso de nuestra carne y soltemos el lastre que nos impide ascender por encima de la nubes y dejarnos llevar por la fuerza del viento. Que solamente nos sostengan en el intenso azul de un cielo esplendoroso las manos de quien nos ama y amamos con más ardor que todo lo que dejamos abajo

sábado, 8 de octubre de 2011

Reflexiones del barón


Hasta la naturaleza llora cuando un sentimiento la desgarra. Una lágrima corre despacio por la piel, camino del abismo, y queda colgada unos instantes antes de desprenderse y caer al vacío dejando su huella en un rostro entristecido que refleja un profundo dolor. Una pena provoca angustia por un sufrimiento. Pero si es físico solamente, puede resultar placentero si nos lo causa el deseo de dar placer o gozar y se soporta mejor que ese otro que nos aflige y recome el alma. Porque el espíritu es más frágil y se recupera peor que el cuerpo y las lágrimas que brotan del corazón son mucho más amargas, aunque quizás sean más hermosas y la luz las haga brillar como gemas preciosas. Y un día vi como el rocío tomaba el aspecto del llanto al resbalar por la superficie de una jugosa fruta que colgaba de un peral en el huerto y me hizo pensar en las penas. Luego estuve contemplando esa gota que relucía y me acordé de las alegrías, pues por eso se puede llorar también y las lágrimas entonces son dulces en lugar de saladas y gusta su sabor.

jueves, 6 de octubre de 2011

Reflexiones del barón


Si he de amarrar mi barca para abrigarla y ampararla del viento y la galerna, ha de ser entre la rada de tus piernas con una fuerte maroma que rodee esa piel de oro que las cubre. Tu bello y firme cuerpo será el puerto seguro donde atracaré para no naufragar huyendo de la tormenta. Serás la fuerte bita anclada sobre el muelle que resista la inclemencia del temporal y no permita que las olas de esa mar brava hundan la embarcación con la que arribo a tus aguas, unas veces tranquilas y otras turbulentas, aunque siempre más deseadas que la apacible y cristalina superficie de un remanso tranquilo y sin emoción. Tu eres la ensenada llena de sol en la que se mecen serenamente mis días

lunes, 3 de octubre de 2011

Reflexiones del barón




Un mar transparente que se transforma en tonos del azul al verde. Lo mismo que el cielo que de tan azul lastima los ojos y los ciega su luz, haciendo más blancas las casas que surgen de la misma arena que forma la playa. Barcas y lanchas ponen puntos de color que se menean cadenciosamente al ritmo del viento y las olas. 

Y frente a esta ribera, bonita, apacible e informal, se ven las oscuras piedras volcánicas de Lanzarote que se elevan en un risco. 

Estamos en La Graciosa y su nombre tiene mucho que ver con esta pequeña isla que sabe a sal y juega con el agua del mar y sus olas. Aquí no hay asfalto y su costa es preciosa; y tan sólo en bañador y chancletas todos parecemos iguales

sábado, 1 de octubre de 2011

Reflexiones del barón


Ante esa inmensa negrura rematada por un deslumbrante cielo de oro, sientes que todo se hace pequeño y cualquier cuestión que te obsesiona pierde importancia y la ves de pronto tan nimia que si la caída del sol no te absorbiese y centrase tu atención, te reirías a carcajadas de tu propia necedad por la soberbia de creerte alguien frente a tal espectáculo inigualable. Entonces, en esos breves momentos de contemplación, la brisa del mar te trae la calma y apacigua tus sentidos disparando en tu interior los verdaderos sentimientos que nos importan y te sientes parte de la creación

jueves, 22 de septiembre de 2011

Reflexiones del barón


Atrapado, qué pensará ese insecto al verse cogido en esa fina tela que no verla a tiempo le ha costado algo más que su libertad. Enredado en una sutil red, tejida a su alrededor sin poder hacer nada para impedirlo, aguarda espantado lo que todavía ni siquiera adivina. Cómo va a saber lo que le espera, ni que será devorado despacio, sin prisa, poco a poco, casi a pequeños mordiscos para deleitarse el paladar su verdugo con su gusto y un sabor que tan sólo al recordarlo segrega más hilos de tela, finísimos, que le servirán de despensa mientras no acabe de comerse a su víctima. Y el rocío le da la necesaria humedad para conservar más jugoso el alimento. Y se lo tragará entero sin dejar ni las raspas. Así, tan cruel y voraz, puede ser el amor. Y, sin embargo, su calor nos hace falta y cuanto más abrasador nos resulte más nos atrapa y nos encadena al ser que de tal manera atroz nos seduce

lunes, 19 de septiembre de 2011

La casa grande, Epílogo

Nadie en el pueblo supo la verdad ni conocieron jamás los verdaderos secretos que guardaba la casa grande. La única mujer que los conocía era Amalia y se los llevó con ella al irse con su Alfredo sin dejar nada detrás que pudiese recordar la historia de aquella familia que fuera dueña de la mansión. Yo si conocía la historia de esa gente y sabía mucho más que la propia Amalia, pues ahora la casona era mía y no sólo la ocupaba sino que le devolviera el lustre y el mejor aspecto que tuviera antaño. Toda la finca me pertenecía o yo le pertenecía a la gran casa y sus fantasmas también eran parte de mí y yo no era más que un capítulo de una historia que no se acabaría conmigo ni con aquellos otros que viniesen a vivir en la finca cuando yo me fuera.
Los árboles estaban hermosos y las  flores alegraban el jardín de la casa y todo se veía limpio y en orden como cuando gobernaba todo aquello la dama del retrato. La señora de la casa. La verdadera dueña de aquel predio y de cuanto había dentro de sus muros. Esa mujer sin edad determinada, que desde el lienzo clavaba sus ojos grises en todo, pedía cuentas de lo que se hacía en su casona y, sin palabras pero con gestos, aprobaba cada cosa o cada iniciativa que se tomaba para embellecer las paredes y dependencias de la casa grande.
La señora, la matriarca doña Regina, podía descansar y no preocuparse por nada respecto a su casa, pues de alguna manera uno de sus descendientes, al que nunca conoció, se había tomado la molestia de convertirse en mi otra conciencia para atraerme a esta finca y apresarme en una misteriosa red invisible de deseos y apetencias que me amarró poco a poco manteniéndome cautivo de por vida. Y no me quejo por mi suerte, porque fue generoso el destino, o ese ser extraño que me guió por la senda que quiso marcarme, o que yo debía seguir por ser la que tenía marcada desde mi nacimiento. Sea como fuere, se cumplió mi sino de esa forma rara y encontré la parte de mi alma que me faltaba para ser feliz. 
Esa mitad que necesitaba tomó la forma de una muchacho guapo, tranquilo y cariñoso al que deseé sin saberlo desde el primer momento en que lo vi. Quizás en un principio me pareció demasiado joven y no supe entenderlo e interpretar las señales que me hacía con algún gesto o incluso actitud. Pero algo ajeno a nosotros dos le hizo ver con claridad al muchacho que clase de compañero buscaba y quería; y él, más decidido que yo, fue quien tuvo que dar el paso para romper la barrera que yo estúpidamente me empañaba en mantener entre ambos. Una barrera muy débil y en la que había una puerta que comunicaba nuestros mundos y acercaba nuestros deseos. Una simple pared entre dos cuartos contiguos, ante la que Miguel hizo sonar con ansia las trompetas de Jericó para derribarla.
Y con ese sonido metálico también se fue el espíritu que me atormentaba a veces y otras me hacía sacar del alma unos sentimientos secuestrados en lo más profundo de mi ser desde siempre, que a punto estuve de olvidar que existían y dejarlos morir por falta de ilusión y alimento. Pero han revivido gracias a ese Alfredo que nunca supe bien quien fue ni por que me eligió a mí para comunicarse y contar una historia que no era suya. Ese espíritu a veces amable y otras oscuro con atisbos de íncubo o mero fantasma según la óptica del cristal conque lo mirásemos, aunque en todo momento más acertado en sus comentarios que impertinente al hacerme ver mi verdadera condición y como tenía que hacer realidad las fantasías que yo llevaba dentro. Y realmente existía este soplo de otro mundo al que quise llamarle Alfredo, o no era otra cosa que mi doble conciencia a la que pretendía dejar a un lado para llevar una vida incompleta aunque socialmente correcta?. 
Ahora ya no importa, pues esa ficción o verdad cumpliera su misión y me sacó de la mediocridad en que las circunstancias y mi educación me tenían sumergido y donde me ahogaba por falta de aire fresco. Un soplo de frescor que salió por los labios de una boca joven y apasionada que yo me inventé primero y más tarde la encontré en la realidad diciéndome que me deseaba y quería hacerme feliz. Y lo consiguió y me hizo el hombre más dichoso de la tierra; y creo que correspondí a su dedicación y entrega dándome por entero sin regatearle nada que de mí dependiera. Me tiene entero y yo a él. Y nunca dejamos de ser uno solo fundiendo nuestro yo en el nosotros.
La casa grande se llenó de voces y llantos de niños que no eran nuestros sino de Sole y Castor. Pero también al resguardo de sus paredes y entre los árboles surgieron otros risas y gemidos placenteros que eran los de Miguel y los míos. Y he llegado a no entender la vida sin él, que con sólo mirarme, me dice sin pudor que soy el aire que anima sus días.
En la casa grande no quedan más espíritus que los nuestros, todavía prisioneros en cuerpos mortales. Y vidas nuevas la nutren de fuerza para continuar enseñoreando la comarca en la que se asienta. Mi amado es tan joven que renueva mi sangre con cada beso y él dice que mi experiencia y conocimientos nutren su mente para formarlo sin prisa. Porque yo deseo que mantenga por muchos años esa indolencia casi adolescente que tanto me gusta. No es que Miguel sea un crío irresponsable y atolondrado. No. No sólo no es eso, sino que en algunos momentos asume la sensatez de un hombre más maduro que yo. Pero hay dos ocasiones en las que su sangre nueva le hierve. Una es al montar a caballo, que entonces he de frenar su ímpetu y atrevimiento, pues carece aún de la suficiente prudencia que los años se encargan de grabarte en la mente para que no te descalabres a la primera de cambio y sin grandes motivos para ello. Y eso que hemos de admitir que la audacia es una de las mayores prerrogativas de ser joven. Y la otra es en la cama, porque allí es puro fuego y me arrastra hacia un torbellino de sensaciones que llegan a causarme vértigo. Pero no dejaría de seguirlo en esos momentos en que lo siento más mío aunque ello me costase la vida.
Castor disfruta con Sole, aunque según Miguel también reparte sus dones con alguna otra moza del pueblo cuando va solo para hacer recados. Pero Sole no sabe eso y por nuestra parte nunca sabrá nada. Buena es ella para tomarse con calma esas cosas!. Como dice mi chico, Sole es capaz de caparlo si se entera que Castor la mete en otro coño. Aunque inmediatamente añade: “Bueno, si no le gustase tanto esa polla, desde luego que se la cortaba por andar mariposeando en otras flores. Pero el caso es que Sole se pirra por el rabo de su macho. Y a un buen polvo es muy difícil hacerle ascos...... Verdad mi amor?”. “Desde luego”, respondo yo. Y en menos de cinco minutos ya lo estamos demostrando, aunque nos coja en la cuadra y nos vean los caballos. Por cierto, ahora tienen una yegua y muy pronto es posible que tengamos un potro. O una potra, que nos da lo mismo para montar cuando crezca y ya esté en condiciones de soportar nuestro peso sobre su grupa.
Así es mi vida ahora y  también el ambiente que se respira en la casa grande. Puede que para los vecinos del pueblo que viven en al orilla de enfrente, al otro lado del puente sobre el río, que ni Miguel ni yo queremos ni precisamos cruzar, en la casa sigan ocurriendo cosas y fenómenos extraños y hasta sobrenaturales. Y por ello casi nadie se acerca para ver si es verdad que hay fantasmas o gentes raras. Y eso nos libra de sus miradas indiscretas y sus comentarios, pues no es infrecuente que andemos en pelotas por el jardín. Y desde luego yo no me privo de acariciar y besar a Miguel sin preocuparme de quien pueda vernos. Y aunque pudiera parecer raro, Sole nos mira con mejores ojos que Castor. Yo pienso que a ese chaval le escuece un poco que Miguel haya preferido estar conmigo en lugar de seguir embobado y prendado de sus gracias y virtudes de macho. Es muy viril y lo que le van son las hembras, pero a todo hombre le molesta no ser el punto de atracción y el gallo absoluto de un corral donde a su entender, además de gallinas, sólo hay pollos sin arrestos para fecundarlas y hacer que pongan huevos. De todos modos Miguel le dejó claro más de una vez que la única gallina que podía montar era Sole, porque a él ya lo montaba otra especie de gallo distinto a él.
Y no queda nada más que contar de esta historia, ni secretos que airear, tanto de la casa grande como de sus habitantes. Y ahora solo resta desear a todos los posibles lectores de este relato que no vivan ocultándose a sí mismos su personalidad completa, dejando traslucir únicamente esa parte menos comprometida de acuerdo con la moral y las costumbres de una sociedad que nunca te agradecerá el sacrificio de vivir tu vida a medias y no ser plenamente feliz por guardar las apariencias.

sábado, 17 de septiembre de 2011

La casa grande XIX

Después de lo del río, la vida en la casa grande no se vio afectada en nada, ni las relaciones entre los dos muchachos parecían haber cambiado, al menos durante los primeros días. Y una tarde en que me encontraba muy melancólico, le pedí a Alfredo que me acompañase hasta la casa de Amalia, que no andaba buena por aquel tiempo y se la veía con mala cara. Aunque ella sólo lo achacaba al cambio de tiempo y a los años, el caso es que mi buena amiga estaba pachucha y lo menos que podía hacer era verla y darle compañía un rato, aunque no me ofreciese de merienda algo rico o me trajese alguna sabrosa fruta de su huerta.  
Amalia estaba sentada en el corredor y me recibió con la misma alegría de siempre y nada más sentarme a su lado, me dijo: “Menos mal que has venido esta tarde...... Quizás mañana ya no me encontrarías aquí”. No sabía, o no quería interpretar sus palabras, y le pregunté: ”Es que te vas a alguna parte?”. “Sí”, me respondió lacónicamente. Y sin dejar que le pidiese más explicaciones, añadió: “Tú también tendrás que irte algún día..... Todos vamos desfilando y ninguno se queda aquí”. Miré a mi amiga preocupado y le pregunté: “Qué quieres decir?....... Con quien te marchas?”. Y mirándome fijamente a los ojos, dijo: “Con él......... Ayer me dijo que vendría a buscarme, pero no me indicó el día...... Sólo me anunció que sería muy pronto........ Al fin volvió a mí ese muchacho de ojos grises y he de irme con él”. “Te refieres a Alfredo?”, pregunté innecesariamente. “A quién si no!”, exclamó ella. Y me quedaron ganas de indagar a cual de los Alfredos se refería, pero no hizo falta porque Amalia me aclaró con la mirada que estaba hablando de su Alfredo y no del mío.
Sentí una enorme pena por mí, ya que no por ella, pues al fin se reunía con el hombre que amó durante toda su vida. Quizás tarde, podría pensarse, pero para ella no lo era. Para Amalia era la mejor época de su vida en la que podría disfrutar con ese muchacho que tanto quiso y tanto deseó a lo largo de los años. El vendría a buscarla y eso era lo principal. Y les quedaba el resto de una eternidad para gozar juntos una existencia feliz y sin trabas de ninguna clase. Miré a mi alrededor buscando al otro Alfredo, al mío, y allí estaba serio y sin decir palabra. Me pareció que le molestaba que el auténtico Alfredo apareciese en escena, quizá por temer que le restase protagonismo, o le pidiese cuentas por la usurpación del nombre y el físico. Y aunque Amalia estaba presente, le pregunté a mi amigo en voz alta: “Y que le vas a decir al verdadero Alfredo si te ve en su casa y aparentando ser quien no fuiste nunca?”. El no contestó, pero si lo hizo Amalia: “Ese no se parece a Alfredo........ Puede que su madre lo llamase así y quisiese que los dos se pareciesen y se identificasen, porque ella adoraba a su hermano. Pero este sólo tiene un ligero parecido con su tío. Al menos en cuanto al físico. Del resto no puedo opinar porque no lo conozco lo suficiente, ya que hasta hoy nunca quiso venir a mi casa y hablar conmigo..... Pero ahora podemos hacerlo y veremos cuanto hay de su tío en él”. 
Yo me quedé perplejo y exclamé: “Acaso lo ves?......... Entonces sabes que está aquí conmigo!....... Ves como no eran invenciones mías!......... Durante tantos años no me creías y ahora puedes verlo y hasta quieres charlar con él......... Pues si ella quiere hablar contigo, tú no te calles, porque te está viendo........ Qué excusa pones ahora para no decir nada?”. Y Alfredo habló con Amalia y ella le contó muchas cosas de su tío y su madre. Y yo le pedí a mi amiga que también le hablase de sus abuelos y le aclarase quien era la dama del cuadro de quien heredaran su tío y él los ojos grises. Amalia contó despacio  toda la historia de esa familia, mientras yo iba al huerto a buscar unas manzanas de color verde claro que al morderlas crujían como si estuvieses hechas de cristal.
Amalia nos dejó al día siguiente y partió con Alfredo, su Alfredo, con rumbo desconocido. Y mi Alfredo quedó muy triste al no llegar a ver de cerca a ese otro Alfredo que al parecer era su tío, del que heredara nombre, aficiones y aspecto físico. Y yo lo consolé y besé sus labios hasta hacerle olvidar su pena. Pero desde ese día Alfredo nunca más fue el mismo. A veces no tenía ganas de bromas y parecía como si de repente le entrara la cordura en la cabeza. Dejó de tener pinta de adolescente y adoptó la imagen de un hombre maduro igual que yo. Y ahora a los dos nos pintaran canas en las sienes y no nos hacíamos bromas como cuando éramos chavales. Sin embargo no faltábamos ni una tarde al río, ya fuese a caballo o andando y recordando lo vivido hasta ese día y mencionando todo aquello que nos gustaría vivir todavía, pero que manteníamos en cartera como asignatura pendiente.
En la casa grande ya no había misterios que desvelar y nosotros no éramos más que una parte de ella y de su historia. Detrás vendrían otros que la ocuparían, creyéndose sus dueños, sin saber o no darse cuenta que la única dueña de todo era ella. La dama de ojos frises, que no era otra cosa que el alma de la casa grande y su esencia. El resto únicamente éramos accesorios o marionetas necesarias, pero no imprescindibles, para que la casa se mantuviese en pie y no la derribase el paso del tiempo. Pudiera ser que después de mí les tocase esa misión a Castor y a Sol, con ayuda de Miguel o sin ella. sin embargo eso aún estaba por ver y en cualquier caso yo no tenía la intención de retirarme tan pronto y dejarles el campo libre a la pareja de tórtolos que se pasaban el tiempo muerto arrullándose.     
Porque a partir de aquella tarde en el río, Castor se mostraba más obsequioso y empalagoso con su novia, como si tuviese que hacerse perdonar algo indebido. O tenía complejo de culpa por algo, o le había entrado una solitis crónica que lo hacía más vulnerable a las gracias naturales y no tan naturales de la chica; y no pensaba más que en estrujarla y besuquearla en todas partes. No sabía si entre él y Miguel hubiera alguna conversación sobre esa tarde y lo ocurrido a la orilla del río, mas aunque pareciese que nada cambiara, ni mermara su amistad, las miradas que se cruzaban no eran las mismas ni de igual intensidad por parte de Miguel hacía el otro muchacho. Y eso me daba que pensar y me tenía bastante mosca.
Pero una tarde me atreví a interrogar a Miguel y fui al establo, sabiendo que estaba solo, y lo abordé sin preámbulos. Y le pregunté: “Qué pasa entre Castor y tú?”. “Nada que no tenga remedio”, contestó el chaval. Pero yo insistí: “Es por lo que pasó en el río?....... Es algo de lo que nunca hemos hablado, pero sucedió y lo vi como te estoy viendo ahora”. “En parte sí”, respondió Miguel. “Explícate”, le exigí. Y se explicó: “Al día siguiente vino aquí cuando yo estaba cepillando los caballos y sin mediar más palabras ni explicaciones me preguntó si me había dolido mucho”. Eso significaba que supo lo que hacía y era consciente de que violaba a su amigo. 
Y Miguel continuó: “Le conteste que sí. Que me había dolido en el culo, pero no en el alma. Puesto que eso era lo que deseaba desde hacía tiempo, pero no de esa forma y con tan malas maneras”. Osea, que también se dio cuenta de todo y sufrió o gozó sin restar ni una sola de las sensaciones que el otro le hizo sentir y padecer. 
Guardé silencio y esperé a que Miguel hablase de nuevo y lo hizo: “Estaba avergonzado por lo que me había hecho y se justificó diciendo que de repente se vio encima de mi cuerpo y, sin saber si por rabia o por otro motivo, algo le incitó a clavármela y no reparó en hacerlo por la fuerza sin importarle si yo lo deseaba o buscaba eso al besarle en la boca”. “Joder!”, exclamé, pero me callé el resto de mi pensamiento que volvía a creer que Alfredo tuviera más intervención en todo el asunto de lo que el me aseguró ese día.
Pero recapacitando enseguida me di cuanta que tanto Castor como Miguel sabían lo que hacían; y posteriormente Castor intentó justificarse con el otro intentando arreglar las cosas.  Y esa idea se reafirmaba al contarme Miguel que Castor llegó a ponerse violento otra vez queriendo convencerlo que a él sólo le gustaba Sole y no sentía inclinación alguna por él ni por cualquier otro hombre. Castor juró golpeándose el pecho que con quien le gustaba follar era con su novia y el único agujero que le tiraba para meter la polla dentro era un coño y no un culo. Es decir, un culo de macho, porque Miguel bien sabía que más de una vez ese muchacho le había dado por el culo a la chica para evitar dejarla embarazada. Así que la cosa no era de anos sino de nalgas más o menos redondas, tersas, o prietas y recias.
Y Miguel me siguió contando que a las palabras de Castor. justificando su hombría, le respondió: “No tienes por que preocuparte, ni molestarte en demostrar lo que eres, pues sé bien que contigo nunca llegaría a nada y ni siquiera permitiré que se vuelva  a repetir algo parecido a lo que pasó en el río. Y con eso no me refiero a que dejemos de ser amigos como hasta ahora. Simplemente lo que ocurre es que cada uno seguirá con sus inclinaciones sin molestar e incomodarnos uno al otro. Ya sé de sobra que estás colado por Sole y que te van las mujeres solamente. Y no es necesario que me lo repitas, ni te daré ocasión para hacerlo. Y ten claro que no te guardo ningún rencor, porque en realidad me lo busqué yo mismo. Nunca debí provocarte de ese modo y te pido perdón por ello. Lo que si te digo es que con ella nunca hagas lo mismo que me hiciste a mí, porque hace mucho daño, te lo aseguro. Quizás lo que yo necesito es alguien diferente a ti, que sepa apreciar lo que le entrego y me haga sentir que para él soy el ser más importante del mundo. Y tú no puedes hacerlo, Castor”. 
Al escuchar a Miguel no se me ocurrió otra cosa que preguntarle: “Y dónde crees que hallarás a ese hombre..... Esperas encontrarlo en este pueblo?”. El chaval me miró con tal fijeza que me taladró los sesos y respondió: “Sí........ Ese hombre existe y no está lejos....... Ire en su busca esta noche y lo encontraré esperándome para amarme y compartir conmigo el mismo deseo de felicidad”. “Espero que realmente lo encuentres y que ese hombre sea quien te espera”, le deseé con todo mi corazón.
Volví a la casa y no había dado dos pasos cuando a mi lado ya estaba Alfredo más triste que antes y sin ganas de hablar. Me daba lástima verlo en ese estado de melancolía y me paré junto a la gran magnolia y sujetándolo por los hombros le pregunté: “Qué coño te pasa?...... Desde que fuimos a casa de Amalia eres distinto y no te reconozco...... Dime que ha cambiado?”. Alfredo me abrazó muy fuerte y con los ojos húmedos me contestó: “Me temo que no pinto nada aquí y mi sitio ya no está en esta casa..... Esta finca precisa de otros que la disfruten y renueven su energía; y yo debo irme, lo mismo que Amalia y ese otro Alfredo al que mi madre quiso que me pareciera...... Barrunto que muy pronto no me necesitarás y solamente seré un estorbo para ti....... Has asimilado lo suficiente como para ser consciente de tu propia personalidad y cuales son tus necesidades afectivas y sexuales.  Y no precisas quien te guíe e indique lo que debes hacer. Te bastas tú solo y solamente has de aceptar la compañía adecuada para compartir tu vida y mantener en pie esta casa..... La casa grande no puede quedar abandonada ni sentir que sus muros no albergan a nadie. Ella es más importante que quienes la habitan, porque nos hace reales y existimos en función de su supervivencia. Nunca lo olvides”.
Esa noche oía desde mi habitación los gozosos gemidos de Sole y los resoplidos salvajes de Castor, que, por la frecuencia e intensidad de los chirridos de su cama, se podía apreciar la pasión casi bestial del placer de la pareja. Era imposible conciliar el sueño con ese concierto de jadeos y estridencias. Y sin darme cuenta la puerta lateral de mi cuarto se abrió y en el umbral se dibujó la silueta de un joven. Y le pregunté: “Supongo que te molestan y no te dejan dormir”. Y él respondió: “No puedo dormir porque busco al hombre que necesito para realizar mi vida..... Y ellos no me molestan, ni tampoco envidio su gozo...... Yo busco el mío donde sé que puedo tenerlo y dárselo también al que me desea y me espera desde hace tiempo”. “Ya lo has encontrado?” pregunte. Y Miguel respondió: “Sí..... No tuve que ir lejos. Tan sólo tenía que abrir esta puerta y acercarme a su cama”. 
Y totalmente desnudo se acostó a mi lado y sin más palabras amé de verdad por primera vez. Y desde ese mismo instante Alfredo desapareció para siempre de mi existencia. Y mi vida y mis anhelos fueron otra cosa desde entonces y no me importaba nada que no fuese la dicha de mi amante. Ni tampoco me molestaba que alguna que otra vez los ojos de Castor se posasen lascivos en el trasero de Miguel, puesto que ya era mío y nadie más tenía derecho ni oportunidad de entrar en mi santuario.
La casa grande nos atrapaba entre sus muros a dos parejas y Miguel y yo no deseábamos más que seguir juntos en ella hasta que otros ocupasen nuestro sitio, si es que la gran casa los aceptaba como inquilinos, porque ella era la que mandaba y regía los destinos de sus ocupantes.