Como
una vela sin más macha que la huella del tiempo, a veces acariciada
por la brisa o azotada con violencia por el viento, que la hincha y
preña de aire para impulsar la barca y surcar los mares. Como una
vela se iza al notar la menor presencia del aire o se arria ante la
calma chicha que no mueve ni la más leve pluma posada en la borda.
Como esa vela que desplegada se muestra orgullosa a los navegantes
para hacer notar la pericia de la diestra mano que la maneja. Como la
vela que lleva al marino a otras riberas donde encuentra la
tranquilidad y el sosiego tendido en la arena. Tal y como esa vela
curtida de sal y quemada por el sol, que suspira por ser parte de las
aguas sobre las que se desliza su embarcación, tu alma ansía ser
parte de quién te inspira los sueños y te seduce con su presencia.
Como ella tiende a confundirse con las nubes compitiendo en blancura,
tú te disuelves en ese otro elemento profundo y espeso que absorbe
tu existencia y todo tu ser para renacer en su misma esencia
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