jueves, 19 de agosto de 2010

Reflexiones del barón

En el cielo sólo la estela de un artefacto que vuela. Tan alto, que apenas se puede oír su zumbido. Y, sin embargo, la mar lo escucha y lo silencia con el continuo rumor de las olas que nunca se quedan sobre la arena. Comienza a ondularse el agua y se hace grande la onda, hasta adornarse de espuma blanca al romper indolente en la orilla de la paya. Ese ir y venir de la marea, que unas veces sube para volver a bajar y descubrir las rocas más próximas, me fascina y logra hipnotizarme haciendo que se me pasen las horas sin darme cuenta. Así de fuerte es la atracción de esa masa líquida, inquieta y trasparente, que resplandece y se hace azul verdosa aún siendo incolora

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