En el cielo sólo la estela de un artefacto que vuela. Tan alto, que apenas se puede oír su zumbido. Y, sin embargo, la mar lo escucha y lo silencia con el continuo rumor de las olas que nunca se quedan sobre la arena. Comienza a ondularse el agua y se hace grande la onda, hasta adornarse de espuma blanca al romper indolente en la orilla de la paya. Ese ir y venir de la marea, que unas veces sube para volver a bajar y descubrir las rocas más próximas, me fascina y logra hipnotizarme haciendo que se me pasen las horas sin darme cuenta. Así de fuerte es la atracción de esa masa líquida, inquieta y trasparente, que resplandece y se hace azul verdosa aún siendo incolora
No hay comentarios:
Publicar un comentario