lunes, 9 de agosto de 2010

Reflexiones del barón

Como un amante que se lanza apasionado sobre su amada, así es el mar cuando lame con fuerza la piel pétrea de la costa. Silva antes de rugir, precipitándose sobre ella, y una vez que la besa y la envuelve con su enérgico abrazo, retrocede como aspirando aire para ver si le hizo daño. Pero vuelve de nuevo en su empeño eterno de amarla, no queriendo ver que la desgasta y le arranca algo de ella en cada envite que le larga a causa de esa atracción que lo ciega y domina

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