Guardamos cosas en la cabeza, como almacenamos objetos en nuestras casas, a veces trasnochados, pero cargados de nostalgia y recuerdos. A lo que ya no le encontramos utilidad lo arrinconamos, pero nos da pena tirarlo y va a un trastero o al sótano. Hasta que un día, sin saber el motivo, nos acordamos que existe y lo desempolvamos, dándonos cuenta que todavía puede ser útil y que, en cualquier caso, es bello y tiene una intrínseca poesía. Y nos gusta verlo de nuevo en nuestro entorno, aunque resulte anacrónico en ese lugar o parezca un tanto surrealista donde lo colocamos ahora. Pues en la mente ocurre lo mismo. Vivimos el momento y van y vienen los recuerdos mezclados con ideas nuevas y viejas. Y ponemos lo que nos gusta ahora y quitamos lo que ya no interesa, sin perjuicio de traerlo de nuevo al primer plano de nuestra memoria cuando nos resulte oportuno otra vez. Y los políticos son unos verdaderos maestros para hacer esto
Quiza por eso a veces mi cabeza es como una olla expres.
ResponderEliminarLa tuya y la de todos. Menos la de aquellos que cuecen cosas que sólo les prestan a ellos.
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