Esta tarde el mar quiso jugar con las olas y, sin viento, levantaba montes de agua y espuma para divertirse con los muchachos que con una simple tabla dicen que van a coger olas. Y me acordé de otra criatura que gozaba deslizándose sobre grandes ondas saladas ribeteadas de espuma. Esos chicos se entregan de cara, con energía, volviendo el riesgo en placer, y danzan un trepidante baile con el mar. No sienten miedo y quieren ser parte de ese mundo líquido y caprichoso que los atrae con más fuerza que la seguridad del suelo firme, que siempre lo prefieren de arena. Ellos se entregan a tope a ese deporte de equilibrio y agilidad, con el fin de mantenerse por más tiempo sobre la ola más alta. Y para eso se quedan en la playa sin notar el frío ni el ardor del sol. Quizás por acostumbrarse a ese esfuerzo, ese ser duro de cuerpo y apasionado de espíritu viva con la misma intensidad el amor y se dé al ser amado sin reserva hasta confundirse con su esencia, de igual manera que le ocurre con el mar
Maestro, hoy las manos de mi Amo cumplen la función de aquellas olas, y su aliento la función de aquel viento. El es mi mar.
ResponderEliminarBesos de uno de sus admiradores.
Tu amo es más que eso. Es la tierra firma, además
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