jueves, 9 de septiembre de 2010

Reflexiones del barón

Al anochecer, con el ocaso del día, vuelvo otra vez a mis rutinas y pensamientos. Parece que nada cambia y, sin embargo, nada es igual al declinar la luz y volverse de oro viejo el cielo y el mar. Las sombras emergen sobre ese fondo de luz mortecina y la mente procesa ideas que no siempre son profundas ni sirven para otra cosa que no sea saber que aún vives y respiras como otros muchos seres que conviven en este planeta llamado tierra. Un mundo en constante evolución que no sabemos muy bien hacia donde camina. Pero si hay algo inmutable es la luz del día y la oscuridad de la noche, tanto dentro como fuera del alma

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