jueves, 16 de diciembre de 2010

Reflexiones del barón

Me aprieto contra ti y tú me dices que te ame. Y yo te respondo que te amo desde que te conocí. Pero insistes y me dices, ya sabes lo que te pido. Y contesto sí, lo sé, pero quiero que lo digas y note en tus palabras ese deso que me excita al oír como me reclamas y ansías la caricia de mi cuerpo sobre el tuyo. Cómo deseas notar la fuerza de mi sangre dentro de ti. Por eso quiero escuchar esa frase que intuyo pero tú me escamoteas al decir solamente que te ame. Y te amo. Naturalmente que te amo aunque no te haga el amor. Pues eso sólo es la consecuencia del deseo y la enajenación que me causas al verte y percibir el fuego que te quema el vientre. Al estar tan juntos, hueles a mí y yo a ti, pero la mezcla de ambos olores es uno nuevo, porque huele a pasión, mezclada con una fuerte dosis de lujuria y la esencia incorpórea de una inminente sensación de alcanzar el éxtasis. Yo la llamaría fragancia de ambición por ser felices y estoy dispuesto a verterla sobre toda tu piel para emborracharnos con ella, hasta que un haz de luz nos avise que llega el amanecer y aún no hemos cerrado los ojos para soñar con volver a gozarnos aún dormidos 

No hay comentarios:

Publicar un comentario