Quiero trasmitir entre mis pensamientos y reflexiones, adjuntando unos sonetos que el artista escribió dedicados a ese muchacho, cuyo dibujo con su rostro también añado a esta página, lo que he leído en unos apuntes biográficos de Miguel Angel Buonarroti. Y es lo siguiente:
"No es nuevo que Miguel Ángel durante su larga vida amó a varios muchachos, en especial a uno que lo acompañaría durante toda su vida y hasta el final de sus días.
Pero de todos ellos, el nombre que resalta por encima, es el del noble de sentimientos: Tomasso Cavalieri.
A Tomasso lo conoció Miguel Ángel a finales de 1532, cuando Tomasso tenía 17 años y Miguel Ángel 57 y la amistad se fue dando entre ellos de manera paulatina, pasando de lo espiritual a lo carnal y viceversa"
Soneto XIV: Si el deseo inmortal que alza y modera
los demás pensamientos, aflorase los míos,
quizá a quien en la casa de Amor despiadado
reina, tornarle podría en apiadado.
Mas pues que el alma por ley divina
mucho vive, y el cuerpo muere en breve,
no puede el sentido su alabanza o valor
describir del todo, si del todo no entiende.
Entonces, ¡ay de mí!, ¿cómo será entendido
el casto deseo que al corazón enciende,
por quienes siempre a sí en los demás se ven?
Mi jornada mejor no me es posible
con mi señor que atiende a las mentiras,
pues diciendo verdad, es embustero quien no cree.
Soneto XVII: Si yo hubiera creído a la primer mirada
al cálido sol de esta fénix alma
por fuego renovarme, como acostumbra ella
en la vejez extrema, en el que entero ardo,
cual velocísimo ciervo, lince o leopardo
sigue su bien y del dolor escapa,
a los actos, sonrisas y honestas palabras
corriendo habría ido, mas soy presto tarde.
¿Pero porqué dolerme, si veo
en los ojos de este ángel único y contento
mi paz, mi reposo y mi entera salud?
Peor hubiera sido -quizá- primeramente
verlo y oírlo, que ahora con igual vuelo
consigo me arrastra a seguir su virtud.
Soneto XVIII: Solo con fuego el herrero el hierro extiende
por hacer su trabajo igual a su concepto,
ni sin fuego artista alguno el oro
al sumo grado lo refina y vuelve;
ni el singular fénix se rehace
si no ardió primero; por lo que, si ardiendo muero,
espero más claro resurgir entre aquellos
a quienes muerte enaltece y no ofende el tiempo.
Del fuego que hablo me es gran ventura
aún para renovarme en mí tenerlo,
contándome ya casi entre los muertos.
O bien, si al cielo asciende por natura,
a su elemento, y estoy convertido en fuego
¿cómo ocurrirá que consigo no me suba?
Soneto XIX: Tan amigo a la fría piedra le es su fuego interno
que, si con un golpe, la circunscribe,
aunque la queme y despedace, aún vive
uniendo con ello otras para lugar duradero.
Y si resiste en la hornaza, vence al estío
o al invierno, y alcanza mayor valor que
antes, como purgada entre las altas y divinas
almas que al cielo volviese del infierno.
Librado de mí, si me disuelve el fuego,
que dentro me es como un juego oculto,
ardo y me apago y aún puedo vivir mucho.
Entonces, si vivo hecho humo y polvo,
eterno bien seré, si me endurezco al fuego;
y quien me golpea no es hierro sino oro.
Q belleza! gracias por hacerme descubrir nuevos costados!
ResponderEliminarBesos
ELi
Así puede ser un amor apasionado. Besos
ResponderEliminarPasion y amor que rompen barreras, que borran límites. Muchas gracias Andreas
ResponderEliminarA vosotros por prestar atención a esta página
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