Con sólo ver sus ojos se adivina su ansiedad al esperar a su amo. Lo respeta y le teme a veces, pero lo adora y depende de él para todo. Incluso para respirar feliz y gozar al oler su cuerpo y notar sus caricias y hasta los golpes con la correa que le atiza si no obedece con prontitud, porque sabe que se los da para que aprenda y sea un buen perro. Y se lo agradece lamiéndole las manos a su dueño
No hay comentarios:
Publicar un comentario