Son hermosas y su color del malva la rojo cubre sus pétalos de terciopelo de seda. Pero ni la belleza está a salvo de la corrupción y la flor comienza a ajarse sin remedio. Todos somos como esa frágil joya de la naturaleza y perdemos la frescura de la primavera al llegar el calor del verano. Y en otoño caemos al suelo marchitos y no podemos quejarnos porque ella ha durado mucho menos
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