viernes, 24 de junio de 2011

Reflexiones del barón


El aire trae recuerdos de días ya pasados y es como si en mis oídos retumbasen sones y palabras que tenia olvidadas. El viento me susurra cuanto escuché en otro tiempo y creo volver atrás en el tiempo y revivir aquellas tardes tranquilas de intenso calor en las que todo se adormecía esperando que llegase la brisa del atardecer refrescando el ambiente. Todo quedaba en penumbra al cerrarse las contraventanas y se hacía el silencio en la casa. Tan sólo se escuchaba afuera el trino de los pájaros; y hoy es el día que admiro su terquedad a dejarse envolver por la somnolencia. Era la hora de la siesta, pues no se debía salir mientras no bajase el sol y la pereza se adueñaba de la casa y solamente las moscas tenían ganas de seguir dando la lata a todo ser vivo con su zumbido y molestando el sueño al posarse impertinentes en nuestras narices u hocicos. 

Cuántas sensaciones se agolpan ahora en mi cabeza y hasta parece que siento en la piel el tacto de esas manos que supieron despertar en mí el deseo y ese apetito carnal aún adolescente que marea el estómago y hace que todo gire muy aprisa en la cabeza, como si ese calor que te abrasa el cuerpo por dentro y por fuera nos consumiese irremediablemente y no hubiese nada que pueda aliviar el ardor que te deja sin aire para respirar después de besar unos labios por vez primera. Me ahoga de nuevo el ansia de gozar esas cálidas caricias de antaño que me ponían el vello de punta y provocaban en mi frente la peor calentura que se puede sufrir sin tener fiebre. El sudor empapaba mi cara y se escurría por las sienes hasta las mejillas y por detrás de mis orejas caía sin parar con cada roce que mis piernas notaban al arrimarse a otros muslos. Qué sofoco entran en esas ocasiones e incluso se llega a pasar mal hasta que no logras romper las trabas que otros te han creado en tu mente y aceptas que no hay nada más maravilloso que amar y ser amado sin importar otra cosa que la atracción que sientas por el otro ser que se funde contigo en la misma pasión, despreciando cualquier tabú conque impregnaron nuestra educación desde niños         

2 comentarios:

  1. Que lindo era y es la siesta junto a quien nos eriza la piel... tantos recuerdos...
    Gracias Maestro, por aqui sigo rompiendo mis trabas internas.
    Besotes
    ELi

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  2. Esas trabas son difíciles de romper pero acabamos por entender que sin esas cortapisas seremos más felices

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