Así como avanza el tren esta mañana, el día se despierta en tonos de suave luz todavía mortecina, pero que ya promete un cielo despejado y de un refulgente azul celeste. La gente, a estas horas, tiene en los ojos y en la cara un rictus adormilado, que se va despejando al tiempo que lee las noticias del día, pues como ya es costumbre no nos sorprenden en absoluto pero nos dejan estupefactos y sin entender casi nunca las cosas de la política. Lo que a casi todos nos parecería una coherente actuación, lógica y normal, para ellos, los políticos, no debe ser así y sus palabras y decisiones en asuntos tremendamente graves para todos, parecen salir de la boca de seres extraterrestres. Pero volviendo al mundo real y sencillo de lo cotidiano, podemos ver en el tren que otros, que suelen ser todavía bastante jóvenes, el tiempo de cama les pareció corto y dormitan recostando la cabeza recién peinada, con gomina o sin apelmazar ni reprimir el movimiento a sus cabellos, en el respaldo del sillón, hasta que el revisor les pida que le muestren el billete y se lo pique. Ya se puso en marcha el convoy y bordeamos la parte interior de la ría, que también amanece y se desperezan las aguas marinas con el incesante coleto de miles de peces y la lenta agitación de los crustáceos en su interior. Y dentro de mí también habitan sensaciones y sentimientos que no cesan de dar coletazos queriendo aflorar, o se balancean cadenciosos al ritmo del recuerdo que todavía perdura y alimenta la añoranza del pasado, sin impedir por ello que vea un presente cargado de emociones y promesas todavía. Todos somos lo que fuimos, porque aunque cambiemos mucho, siempre llevaremos gravado algo de ese mundo del que venimos; y no sin esfuerzo quizás logremos superarlo. Pero, además, ya somos en parte lo que seremos o deseamos ser, pues nuestra voluntad se adelanta a los hechos y nos martillea el cerebro soñando con ese porvenir que esperamos alcanzar. Y como el tren, vamos parando en las estaciones, que son la etapas que vivimos, para dejar pasajeros y recoger otros nuevos, en forma de ilusiones o proyectos que desgranamos unas veces despacio y otras con demasiada precipitación, que no suelen salir como imaginamos por acelerarnos sin meditar del todo las consecuencias. Mi tren arranca otra vez y va cogiendo marcha para llegar a la estación final del recorrido. Espero poder decir que el viaje ha sido por lo menos tranquilo y sin sobresaltos desagradables, ya que no me venturo a pedir que sea feliz
Que tu viaje sea tan dulce y te produzca tantas sonrisas como tus palabras a mi.
ResponderEliminarBesotesssssssssss
Eli
( Estuve de vacaciones por eso mi ausencia, lo extrañe Maestro!!! ahora a ponernos al dia con las lecturas, de su novela y de sus reflexiones! Abrazos)
Yo también eché de menos tu compañía en este espacio que nos une aún sin vernos. Besos
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