jueves, 4 de marzo de 2010

Capítulo XII

"Señor, le llaman del Ministerio del Interior... Es Don Rogelio Palomo"
"Gracias, Román..... Dime, Roy"
"Buenos días, Adrián"
"Buenos días. Dime"
"Bien, No pasa nada. Gonzalo está bien"
"¿Pero dónde está?"
"En Pamplona"
"Explícate, por favor"
"Nada. Una tontería... Parece ser que tuvo un altercado con un agente de seguridad y está detenido"
"¡Cómo!"
"Ya te digo que todo fue una bobada. Algo sin consecuencias"
"¿Pero no dices que está detenido?"
"Si hombre. Pero sólo hasta que comparezca ante el Juez. Ya sabes como son estas cosas"
"Bien. Ahora cuéntamelo desde el principio. ¿Qué coño pasó?"
"Bueno. Pues, según me ha informado la policía, resulta que Gonzalo estaba en un centro comercial y tuvo un altercado con uno de los agentes de seguridad del centro. Pero ya te digo que sin consecuencias graves. Vamos, parece que todo se reduce a una simple discusión y alguna torta sin lesiones de consideración"
"¿Y el motivo?"
"Según me han dicho hay un jovencito por medio; y que también está detenido"
"¡Vaya!"
"No saques conclusiones precipitadas porque quizás no sea lo que piensas"
"Ya. Bueno, ¿y que más te han dicho?"
"Simplemente que iban a llevarlos al Juzgado de guardia y luego supuestamente los pondrían en libertad. Ya te digo que la cosa no parece demasiado seria"
"Bien. Muchas gracias, Roy.... Otra cosa.."
"Dime"
"¿Sería posible hablar con él?"
"Sí. Ya les he dicho que le dejen llamar a su casa. Imagino que estará a punto de hacerlo"
"Gracias, Roy. No sabes lo que te agradezco cuanto has hecho"
"Nada, hombre. Los amigos estamos para estos casos. Y a ver cuando nos vemos y cenamos juntos"
"Eso está hecho. Te llamaré en cuanto pueda y quedamos. Gracias otra vez"
"Espero tu llamada. Y no seas duro con el chico"
"No te preocupes. Un abrazo"
"Lo mismo. Adiós"
"Adiós, Roy"
"¡La madre que lo parió!. Román, despierte a Paco”

Lo capo. De esta se la corto y lo capo, seguro. ¡Qué carallo habrá hecho por Pamplona ese cabronazo!.

"¿Está bien Don Gonzalo, señor?"
"Sí, Román. Está bien...... (por el momento y mientras no le ponga las manos encima).......... ¿Buenos días. Se ha despertada ya la señora?"
"Acaba de levantarse, señor barón"
"Dígale que se ponga, por favor"
"Enseguida, señor"
"Gracias, Benito"
"Adrián, hijo, ¿qué pasa?"
"Nada, mamá. Gonzalo está en Pamplona"
"¿Y está bien?. ¿Le ha pasado algo?"
"No, mamá. Está bien"
"Entonces, ¿por qué no vino ayer?"
"No pudo"
"¿Algún problema?. Dime la verdad, Adrián"
"No es nada importante, mamá. No te preocupes"
"¡Pero dime que le ha pasado a ese muchacho!"
"Según me informó Roy, ese amigo mío que está en Interior, tuvo un pequeño altercado con un agente de seguridad de un centro comercial y lo detuvieron. Nada más"
"¿Y te parece poco?. Jesús, Adrián. Tienes la misma cachaza que tu padre. No os inmutáis por nada. Así se os caiga el mundo encima os quedáis tan tranquilos. Sal inmediatamente para Pamplona y ve a ver que le pasó a ese muchacho..... ¿En que centro fue eso?"
"Aún no lo sé, mamá. Estoy esperando que llame Gonzalo y me cuente algo más.... Y luego me voy a Pamplona"
"Bien. De todas formas llamaré a Maruja, que seguramente fue en el centro comercial que tienen allí"
"Mamá, no te precipites. Deja que yo resuelva esto"
"Tú haz lo que tengas que hacer que yo ya haré lo que considere oportuno. Venga cuelgo que puede que ya esté llamando Gonzalo. Adiós y vete con cuidado... Y llámame al llegar"
"Sí, mamá. Lo haré. Adiós. Y estate tranquila. Adiós"
"Román en cuanto llame Gonzalo saldré para Pamplona... ¿Aún no se despertó Paco"
"Ya lo he llamado, señor, pero no debió enterarse. Con tanta pastilla no me extraña, señor"
"Bien. Déjelo. Lo haré yo"
"Bien, señor"

Hasta dormido está guapo este chaval. Me encanta verlo así, con esa cara de niño inocente que tiene cuando duerme. Seguro que estuvo destapado toda la noche. ¡Qué bello es!. No puedo evitar que mi miembro se empine cuando lo admiro tendido sobre la cama bocabajo y totalmente desnudo.

"Paco. Mi amor. Despierta. Gonzalo está bien.... Vamos.... Despierta. Soy yo, Adrián"
"¡Adrián!. ¿Y Gonzalo?. ¿Ya vino?"
"No, pero está bien. Aún sigue en Pamplona..... Anda, dame un beso"
"Sí, pero ¿qué le pasó?"
"Nada serio. Estoy esperando que me llame y nos cuente lo que hizo"
"¿Tuvo algún problema?"
"No te preocupes que no es nada. Bésame otra vez"
"Adrián, no seas pesado que aún no me lavé los dientes"
"Y eso que importa. Te quiero. Os quiero a los dos cada vez más, y por eso quiero besaros a todas horas y en todo momento. Bésame, mi amor"
"Adrián.... Ummmm. Otro......... ¡Joder!. Esto sí es un buen despertar"
"El mejor de todos...... Ummmm.... Ahora ya puedes levantarte"
"¿Y me vas a dejar así?..... ¿Sin más?"
"Va a llamar Gonzalo"
"Pues habla con él mientras me follas..... Ahora lo necesito. Ven"
"Sí, mi amor. Los dos lo necesitamos"
"Déjame verla...... Así"
"Sí...... Así, Paco, así...... Nadie la chupa como tú, mi amor.... Sí... Así.... Así"
"Adrián.... ¿por qué no lo hacemos todas la mañanas?"
Sí, mi niño. Lo haremos. Pero déjame que te haga subir al cielo"
"¡Fóllame ya, por favor!"
"Sin prisas, mi amor. Espera a que te bese de pies a cabeza y lave tu cuerpo con mi lengua... Sobre todo aquí.... En este agujero tan dulce y tan maravilloso que tienes en medio de estas preciosas nalgas...... Así, ábrelas y separa las piernas para poder meter la lengua hasta el fondo....... Ummm"
"Sí..... Sí...... Sigue..... Así.......... Métela ya, por favor. Necesito sentirte con toda la fuerza que seas capaz..... ¡Venga, Adrián!. ¡Dame hasta no poder más!"
"Sí, mi niño. Ahora me sentirás........ Así..... Ya... Abre, ábrete bien que te la voy a clavar en el alma"
"¡Ah!. Ah. Sí........Así........ Sí....... Clávame, Adrián"
"¡Joder!. ¡Cómo me gusta follarte, chiquillo!. Dame tu boca. Así..... Ummm"
"¡Hostias!. ¡Qué polvo me estás metiendo, cabrón!. !Sigue!...Sigue, por favor"
"Con que cabrón, eh!. Ahora verás de lo que este cabrón es capaz con un culo así de abierto.... ¡Toma, joder, toma polla!"
"Sí.... Sí..... Sí, Adrián..... Soy tuyo, mi amor. Fóllame cuanto quieras. Dame por el culo y clávamela hasta los huevos. ...Así... ¡Ay!.... ¡Sí, métela de golpe!..... !Toda de golpe!"
"Ahora sólo con el capullo, mi amor...Así"
"Sí. Así..... Sí. Como tu quieras"
"Sí, y otra vez enterrada hasta el fondo. Así!
"¡Ah!..... Sí, sí, sí......¡Ah!. Me corro... ¡Ah!. ¡Ahhhhhhh!"
¡Ostias, Paco. Te voy a llenar ese culazo hasta preñarte!. ¡Joder......La leche que te han dado, tio!. Jooooooooooooooderrrrrr.................”
¡La puta, Paco..............Me dejas seco cada vez que te monto!”
Ummmmmmmmmm. Más secos tenía que dejaros tanto a ti como al otro. Haber si así no mirais otro culo que no sea este”.

Y, tras darse una sonora palmada en el trasero, Paco me morreo la boca hasta dejarme sin aire.

"Señor. ¿Está Ud. Ahí?"
"Sí, Román..... ¿Es Gonzalo?"
"Sí, señor, es Don Gonzalo desde Pamplona"
"Bien, Román. Hablaré desde aquí, gracias"
"Es Gonzalo"
"Luego déjame hablar con él"
"¿Gonzalo?"
"Hola, Adrián"
"¿Pero que coño pasa?"
"Ya te contaré. Ahora aún estoy en la comisaría"
"¡Joder!. El susto que nos has dado, tío"
"Lo imagino. ¿Qué tal está Paco?"
"Puedes suponerlo. Aunque acabo de darle un tranquilizante especial, marca de la casa, y ahora ya está más tranquilo"
"Me imagino que medicina le has dado. Pero que no se preocupe porque no pasa nada"
"Lo sé; pero aún no sabes cuando te sueltan"
"Supongo que en cuanto vea al Juez. No puedo hablar mucho; así que ya te contaré algo más cuando esté en la calle. ¿De acuerdo?"
"Sí, pero ahora mismo salgo para Pamplona. Así que en cuanto te dejen libre te vas al hotel de costumbre y me esperas sin moverte de ahí para nada. ¿Me has entendido?"
"Como quieras"
"Exactamente como yo digo. ¿Ok?"
"Sí. ¿Vienes en coche?"
"Sí"
"¿Y qué hago con mi coche?"
"Eso ya lo veremos cuando llegue el momento. ¿Conforme?"
"Sí. Como tu digas"
"Está bien. Y tranquilo que no pasará nada. Un beso"
"Otro. Déjame hablar con Paco"
"Quiere hablar contigo"
"Dime, Gonzalo"
"Perdona por el susto"
"No seas tonto. Ya pasó. Bueno no del todo porque no me habéis dicho aún que te ha pasado. Pero ahora lo importante es que vengas cuanto antes a casa. Te quiero, mi amor"
"Y yo a ti. Mucho, además..... Hasta pronto.... Besos"
"Sí. Muchos besos.......... Yo también quiero ir"
"No. Iré sólo"
"¿Y eso por qué?"
"Porque lo digo yo"
"Ve con cuidado que ya no estoy para más sustos... ¿Me oyes?"
"Sí"
"Y no te pases con él"
"No sufras que para algo tiene un buen culo donde llevar unos buenos azotes"
"Es mejor que lo folles y no que le pegues"
"Ambas cosas no son incompatibles. Y tu sabes bien que incluso a veces hasta son complementarias y sientan divinamente"
"¿Has llamado a tu madre?"
"Sí. Ya sabe que Gonzalo está bien"
"La llamaré para que venga a comer conmigo"
"Es buena idea. Llámala"
"Bueno. Con cuidado, Adrián. Y volver pronto a casa"
"Dame un beso. Y no te preocupes que lo traeré cuanto antes. Ah. Llama ahora a mi madre para que Manolo me lleve hasta Pamplona, porque volveremos en el coche de Gonzalo. Y de paso ya puedes decirle que coma contigo y quedas para ir a recogerla. Y yo termino de preparar las cosas que tengo que llevar"
"Bien"
"Dile a Román que venga"
"¿Desea algo el señor?"
"Sí. Acabe de disponer el equipaje, pero no lo baje al coche. Vendrá a buscarme Manolo"
"Sí, señor"
"Dice tu madre que Manolo viene en 15 minutos y que es mejor que comamos en su casa porque no tiene ganas de salir.... Ah!. También me dijo que lo de Gonzalo ya está arreglado y que ya me lo contaría durante la comida"
"¡Esta mujer es imposible!. ¡Qué diablos habrá hecho!... Dame el teléfono"
"Benito, póngame con mi madre, por favor"
"Enseguida, señor"
"Dime, hijo. ¿Ya salió libre?"
"¿Con quién hablaste?"
"Ya te lo dije. Con Maruja"
"¿Y?"
"Pues efectivamente el centro comercial es uno de los de su marido"
"Y que más"
"Lo normal, hijo. Llamó al Director del centro y le confirmó lo de Gonzalo y el guardia de seguridad. Al parecer Gonzalo le pego una bofetada que casi le salta un diente por un problema con otro muchacho joven, también gay. Pero naturalmente la culpa no fue de Gonzalo, ya que el de seguridad se metió con ellos. Así que Maruja le ordenó al director del centro que retirase la denuncia, y todo arreglado. ¡Ves como tu madre sabe lo que hace!"
"Sí, mamá. Nunca lo he puesto en duda..... Gracias"
"¿No estarás molesto por ello?"
"No, mamá. En serio. Gracias porque eres la mejor madre del mundo. Te quiero. Un beso"
"Gracias, hijo. A veces eres un sol. Ya le he dicho a Manuel que vaya con cuidado. Y tú vuelve pronto con el muchacho. Besos"
"Volveré con el muchacho enseguida, no te preocupes. Y también vendremos despacio. Adiós, mamá"
"Tu madre es la mejor persona del mundo"
"Tienes razón, Paco. Es la mejor persona del mundo. Y creo que no me la merezco"
"Tu también lo eres Adrián. Al menos para mí y para Gonzalo"
"Gracias, amor. Hasta luego.... Dame otro beso"

Siempre me agradan los viajes en coche; y desde hace un tiempo mucho más, si no tengo que conducir todo el rato, naturalmente. Ahora, desde luego, no creo que pudiese coger el volante porque me encuentro como desinflado. Lógicamente es la reacción normal después de todas estas horas de tensión y nervios contenidos. Ni ganas tengo de abrir los ojos y contemplar el paisaje, que es algo que siempre me apasiona por muy monótono y desabrido que parezca; porque me gusta ver la tierra vestida con sus campos labrados, o simplemente cubierta de polvo o escasos árboles. En cada colina o valle veo una posible idea para plasmar en un lienzo todavía virgen.

Creo que no hay colores más hermosos que los de la naturaleza, ni luz más bella que la claridad de un cielo soleado. Y si se hace de noche en el camino, ¿puede haber algo más sugerente y embriagador que un firmamento estrellado en donde la luna camina hasta el amanecer?. Las sombras alzándose en la noche es un recuerdo permanente de mi soledad.

¿Cual será la peripecia que a vivido Gonzalo con ese chaval de Pamplona?. Algún ligue, supongo. Lo que no me explico es que pintaban en un centro comercial. A no ser que lo ligase en los servicios. Cada día tiene menos cabeza ese pendón de siete suelas. Aunque, por otra parte, me extraña lo de la hostia a uno de seguridad del centro. Gonzalo no es en absoluto agresivo y, desde luego, es lo suficientemente educado como para respetar a todo el mundo. En fin. Ya me lo contará con puntos y comas cuando le eche la vista encima.

"Manolo, pare en la próxima área de servicio y tomamos algo para descansar un rato"
"Sí, señor. Como guste"

Desde luego con esto de las autopistas y autovías los viajes son mucho más rápidos y cómodos, pero indudablemente han perdido parte del encanto de ir pasando por los diferentes pueblos o ciudades que encontrabas en el camino. En cada parada que hacías renacía en la mente la posibilidad de una aventura, fuese del tipo que fuese, pero en mi caso siempre la imaginaba de carácter sexual. Cualquier muchacho podía convertirse en el soñado protagonista del mejor polvo de mi vida, o, simplemente de un escarceo sin mayores consecuencias en los servicios de un bar de carreteras. Y hubo un tiempo que todo eso me seducía y me parecía fantástico.

Y en cierto modo lo era. Recuerdo que en uno de mis viajes a Galicia, hace de esto muchos años, iba ya a la altura de Sanabria y me encontraba realmente hasta los cojones de tanto volante. Sin olvidar que aun me faltaba la sesión más fuerte a base de curvas y baches. Avisté un parador de carretera y puse el intermitente de la derecha indicando que pasaba de proseguir el camino por un rato. Aparqué el coche y al mirar instintivamente por el retrovisor, como siempre hago al apagar el motor, vi detrás de otro coche a un joven autostopista, sentado sobre una voluminosa mochila, dispuesto a hincar el diente en un magnífico bocadillo. Aun a pesar de la distancia podía a preciarse que era guapo. Y, sobre todo, se veía bien que tenía unos muslos dignos de un avezado caminante.

Salí del coche, y aunque no era necesario pasar cerca del chico para entrar en el establecimiento, no pude evitar aproximarme a él, alargando un poco el trayecto, y le miré a los ojos con un descaro impropio en mí, y que todavía hoy no me explico como fui capaz de hacerlo de ese modo. El muchacho respondió a mi provocación levantando del bocata sus ojos color miel; y lo hizo tímidamente, como si se ruborizase al ser consciente de que su belleza pudiese inflamar deseos y pasiones desordenadas. Miró hacía el pan nuevamente, pero no pudo dominarse y me miró otra vez en el mismo instante en que yo volvía la cabeza para verlo también. Sonreí y él bajó la vista un segundo, pero rápidamente me lanzó otra sonrisa con su preciosa mirada.

Entré en la cafetería del hostal, pedí al camarero de la barra un café, y me dirigí directamente a los servicios, en parte porque cuando viajo en coche y paro en un bar siento ganas de mear, y también porque quería comprobar si aquel vergonzoso jovenzuelo había captado la onda y me seguía con intención de ligar.

Me detuve ante el espejo del lavabo con la vista fija en la puerta, y el chico no se hizo esperar ni un minuto. Al pasar por mi lado volvió a mirarme, y yo le sonreí sin ningún disimulo. Entonces los dos al unísono ocupamos las dos únicas meaderas del recinto, sacamos a la luz nuestras vergas, ya empalmadas, y, sin más trámite, le agarré sus insinuantes nalgas, embutidas en un raído y gastado pantalón vaquero que las apretaba con la obsesiva intención de marcar aun más su exuberante redondez y dejar patente su indudable firmeza. El muchacho cerró los ojos y mi mano pudo notar el estremecimiento que recorrió su cuerpo. Me volví hacia él, y soltando mi polla le sujete la nuca para besar su boca. Y comenzó un acompasado baile de lenguas que se rozaban y se saboreaban, bañadas en nuestra saliva, empeñadas en comprobar sus formas y texturas. Una de mis manos seguía palpando los glúteos del muchacho; y éste, excitado y jadeante, echó mano a mi pene apretándomelo y pajeándomelo con ávido nerviosismo. En el recinto había también dos retretes, dentro de sus correspondientes cabinas, y sin soltar la presa ni retroceder un ápice en lo ya conquistado, arrastré al chico al interior de uno de ellas y le ordené que con la única mano que le quedaba desocupada cerrase la puerta y pasase el cerrojo.

Obedeció sin dilación, desabroché su bragueta y le bajé los pantalones y los calzoncillos al unísono. Me sorprendió gratamente el tamaño y belleza de su polla, pero mucho más me fascinaron aquellas nalgas que formaban su culito. Eran sencillamente preciosas y mucho más sugerentes y atractivas de lo que ya parecían dentro del vaquero que antes las cubría. Se agachó ante mí y también me dejó con mis vergüenzas al aire, y sin pensarlo dos veces se tragó la verga que mostré ante sus ojos chupándola con el mismo afán de quien no prueba bocado en un mes. La mamada era tan intensa que me costaba verdaderos esfuerzos contenerme sin chorrearle dentro de la boca todo el semen de un golpe. Yo apretaba los dientes y los labios, y crispaba mis dedos puestos sobre su cuello justo debajo de la nuca.

El, succionaba y lamía una y otra vez, y mientras lo hacía alzaba hacia mí su mirada, ahora llena de vicio, rogándome que no me resistiese más y le dejase alimentarse con mi leche. Aquello era demasiado y me dolían los huevos del esfuerzo. Así que, sin poder evitarlo ni un segundo más, me corrí a borbotones en su maravillosa boquita, y ni siquiera me di cuenta que él también se vaciaba manchando el suelo con su semen.

Quedé desfondado, apoyado de espaldas en la pared, y el chaval todavía permanecía en cuclillas a mis pies luciendo aun en sus lascivos labios restos de mi corrida. Fue magnífico, pero se me había escapado la oportunidad de darle por aquel apetecible culito, sintiendo no sólo el placer de una buena follada, sino también la excitante visión de mi verga penetrando su sonrosado y redondo ojete. Y, con la misma rapidez de un fogonazo, decidí que eso no podía ser. Intenté recuperar el resuello, lo icé del suelo abrazándolo con fuerza, y le pregunté:

"¿Hacia dónde vas?"
"A Santiago". Respondió.
"¿Tienes prisa?". Añadí.
Y contestó: "No demasiada.... Aunque tampoco quiero tardar demasiado tiempo"
"¿Qué entiendes por demasiado tiempo?". Insistí.
"Hombre.... Uno o dos días como mucho"
"Vamos a coger una habitación en este hostal y luego te llevaré hasta Santiago". Y, sin permitirle la menor réplica a mi propuesta, continué: "Súbete los pantalones y vámonos de aquí....... Ah!. Me olvidaba que tengo un café esperándome en la barra, así que tómate algo también y luego nos vamos a follar hasta que no podamos más. Y me parece que eso no va a tardar mucho tiempo en suceder. ¿No crees?"
"Si... ¡Y si me metes todo eso en el culo, me puedo morir de gusto, tío!"
"Pues aunque sea un incordio, te morirás...... Vamos, putita, que te voy a joder vivo"
"Hummm....... Bésame otra vez y fóllame hasta mañana si tienes fuerzas"
"¿Es una provocación?..... Veremos quien se agota antes. Tú, poniendo el culo, o yo, empalándote hasta hacerte gatear por la paredes. Venga, vamos chavalito, que vas a saber lo que es bueno".

Fanfarroneé mientras salíamos del retrete donde había catado la experta boca de aquel jovencísimo y guapo mamón.

Y no era menos sabio su culo a la hora de dar placer a una polla bien clavada en su interior. ¡Qué polvos echamos durante el resto de la tarde y la mayor parte de la noche!. Disfrutamos como perros en celo sin poder parar de lamernos, besarnos chuparnos, abrazarnos y, sobre todo, joderle el culito hasta dejarle el ano, aunque enrojecido y abierto, palpitante y deseoso de que mi nabo no parase de encularlo. Lo hicimos en todas las posturas relatadas en el Kamasutra; y hasta creo que en alguna más que ni se le pasó por la imaginación al autor de famoso tratado sexológico.

Cómo apretaba el esfínter en el momento justo, aflojando luego la tensión para permitir que su rígido y caliente huésped llegase hasta el límite del recto, ejerciendo para ello el esfuerzo justo.

La verdad es que el chiquillo tenía un vicio insaciable. Pero también poseía una ternura y una belleza dignas de un personaje de la lírica clásica.

Era seductor al máximo. Su cuerpo, esbelto y perfectamente cincelado, parecía una obra de Miguel Angel, representando la hermosura de un efebo. Y el tono y tacto de su piel simplemente divinos. Cuando eyaculaba y quedaba rendido y extenuado del placer, sus ojos y su rostro se tornaban cándidos y dulces como si aun fuese un niño pequeño. Daban ganas de apretarlo contra el corazón, y tenerlo así el resto de su vida con la intención de no dejarlo crecer.

Y no quedó ahí la cosa; ya que durante el trayecto hasta Santiago de Compostela, volvimos a hacerlo tres veces más aprovechando las paradas para mear y tomar alguna cosa que nos distrajese el hambre.

Bueno. Una de esas veces fue al pie del coche, protegidos entre unos árboles, en donde, después de la consabida mamada, lo coloqué a cuatro patas en el asiento trasero, con el culo hacia una de las portezuelas, y yo, de pié fuera del coche, se la enchufé hasta el fondo y me lo ventilé a lo bestia. Me dio un morbo terrible verlo en esa posición, y eso, unido al entorno en que nos hallábamos, hizo que la follada fuese mucho más brutal e intensa que las anteriores. Era como si acabase de recogerlo en la carretera y allí mismo estuviese violándolo. Y lo que más caliente me puso fue ver como mi semen rebosaba de su ano y le escurría por las piernas después de irme dentro de su carne. No pude contenerme, y sin perder ni una pizca de la dureza de mi pene se lo volví a hincar, jodiéndolo nuevamente hasta vaciar la última gota almacenada en nuestros testículos.

"¿Le parece bien aquí, señor?"
"Si, Manolo. Aquí mismo está bien. No tiene demasiada mala pinta"
"No, señor. Parece que la cafetería no está mal. Y de paso podemos cargar gasolina, señor"
"Bien. Nos paramos aquí"

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