martes, 2 de marzo de 2010

Capítulo X

Alguien me habla desde fuera de mi universo, y de pronto la realidad pega un giro de trescientos sesenta grados y vuelvo a estar sentado en el orejero de la sala invadido por la luz del pleno día.

"Señor. ¿Pasó aquí toda la noche?"
"¡Ah!. Eres tú Petri. ¿Pero qué hora es?"
"Las nueve y media, señor"
"¡Vaya por Dios!. Debí quedarme dormido oyendo música"
"¿Aviso a Román para que le sirva el desayuno?"
"No. Deja a Román que duerma tranquilo. Si haces el favor pónmelo tú y mientras haré unas llamadas"
"Enseguida está listo. ¿Todavía no sabe nada del señorito Gonzalo?"
"No, Petri. Aún no hay noticias. Gracias por preocuparse"
"Vd. sabe que yo les aprecio mucho, y en la casa todos estamos intranquilos. Y más tratándose del señorito Gonzalo, que es tan guapo y tan simpático"
"¿También a ti te tiene sorbido el coco, Petri?"
"¡No es lo que Vd. se cree!. A mí me llega con mi novio. Pero don Gonzalo es muy majo. Y porque no le van la mujeres, sino las tendría a montones. Se lo digo yo, que de eso sé un rato largo. ¡Hasta mi novio se pone algo celoso cuando le hablo del señorito Gonzalo!. ¡Y qué cuerpazo tiene!. ¡Está mejor que muchos de los que salen en las películas!. ¡Dónde va a parar!"
"¡Petri, que tienes novio!"
"Una cosa no quita la otra, señor. El Anselmo también tiene sus cosas muy bien puestas; y las maneja bien. Pero don Gonzalo es como esos que salen en las revistas. Como diría mi amiga Clara, ese es un hombre y lo demás son malas imitaciones"
"¿Lo has visto desnudo alguna vez, o qué?"
"Casi. ¡Pero fue sin querer!. No sabía que estaba en el baño y entré en su habitación para limpiar, y a poco más lo pesco desnudo. Pero tampoco hace falta eso, señor. ¡Una se puede imaginar muchas cosas viendo al señorito Gonzalo!. ¡Tendría que oír los comentarios de las vecinas!. ¡Más de una daría un brazo por una sola mirada de don Gonzalo!. Se lo digo yo"
"Que sabes mucho de eso"
"¡Y tanto, señor!"
"¿Y Anselmo y tú cuando pensáis casaros?"
"El Anselmo ya cumple con lo suyo. Y yo no voy a estar en ninguna parte mejor que aquí; por eso no tengo prisa"
"Me parece bien. Bueno voy a ver si este tío ya está en el despacho. Petri, no te pases con el desayuno que no tengo demasiado apetito"

No hay cosa que más me desesperé que llamar a un organismo oficial y tarden la intemerata en coger el teléfono. Si el horario de trabajo comienza a las ocho de la mañana, se supone que a las nueve y media debe haber alguien que atienda las llamadas. Más, cuando el teléfono no comunica. Pero quizás los nervios me hagan más impaciente de lo habitual y cualquier demora me parezca insoportable.

"Subsecretaría de Interior. Buenos días"
"Buenos días. Quisiera hablar con don Rogelio Palomo"
"¿De parte de quién, por favor?"
"Adrián de Fontboi"
"Un momento, por favor. No se retire"
"¿Adrián?"
"Buenos días Roy"
"Buenos días. ¿Cómo estas?. Hace un siglo que no nos vemos"
"Bien. Sí, tenemos que vernos un día de estos. Mira, te llamo porque necesito que me hagas un favor"
"¿Tú dirás?"
"Resulta que Gonzalo tuvo que ir a Pamplona por asuntos de trabajo, y debería haber vuelto ayer por la noche. Vamos, de suyo llamó por la mañana diciendo que venía, pero lo cierto es que no apareció y no tenemos noticia de lo que pudo haber ocurrido. ¿Podrías intentar averiguar que pudo sucederle?"
"Déjalo de mi cuenta. ¿Venía en coche?"
"Sí"
"Tú vas a estar en casa. ¿Verdad?"
"Sí. Llámame en cuanto sepas algo, por favor; porque estoy pendiente de salir para Pamplona si fuese necesario"
"No te preocupes. Te llamaré lo antes posible. ¿El resto, todo bien?"
"Todo bien, gracias"
"En un momento espero tener noticias. Hasta luego Adrián"
"Hasta luego Roy. Y gracias"
"Por nada. Para eso están los amigos. Hasta luego"
"Hasta luego"

Roy es un viejo amigo con quien pasé buenos ratos hace años, tanto de copas como en la cama, que conserva de mí un buen recuerdo (y yo de él, por supuesto), y que muy de tarde en tarde quedamos para charlar y tomarnos unas copichuelas o simplemente un café recordando tiempos pasados.
Me lo ligué en una sauna cuando nos duchábamos al mismo tiempo. Éramos dos chavales todavía, y simplemente con el encanto de la novedad nos bastaba a los dos para llevarnos al catre a quien nos diese la gana. Esa tarde posiblemente éramos los dos más cotizados de toda la sauna, y, como es natural, nos quedamos recíprocamente el uno con el otro, viendo como nos enjabonábamos y acariciábamos nuestro propio cuerpo bajo el agua provocándonos mutuamente. Él frotaba una y otra vez las nalgas, metiéndose los dedos entre ellas, sugiriéndome con sus ojos negros que lo realmente maravilloso sería apretarme el pijo con su hermoso culazo. Cogí la directa y el órgano empezó a disparárseme de la mano cubierto de espuma. A Roy le complació el calibre y no aguardó ni un minuto más para echarle la mano delante de los tres o cuatro mirones de costumbre. Aún bajo el agua, lo atraje hacia mí por la nuca y le besé la boca, mientras mi otra mano se complacía jugueteando con las yemas de los dedos en el epicentro mismo de su trasero, tan carnoso como un dulce pan de membrillo. Mirándonos fijamente, amagamos un rápido secado con la misma toalla que anudamos seguidamente a la cintura, y él hizo la invitación formal de irnos a una cabina para follar a lo bestia. ¡Y lo hicimos!. Al final nos corría mas agua por el cuerpo que si estuviésemos una hora seguida dentro de la sauna.

Tengo que reconocer que Roy tenía y tiene un bonito cuerpo con poco vello y una piel algo cobriza que le da un cierto aire mestizo, acentuado más si cabe por un fuerte y lacio pelo negro que brilla como si lo untase con aceite. Y en cuanto al sexo, tanto puede ser un cariñoso gatito como una pantera salvaje. Es excelente en la cama porque folla con todo su cuerpo y te hace sentir su propio orgasmo en todas las células de tu ser. Cuando se siente clavado por ti, su carne aprieta de tal forma que te estremeces prodigiosamente sin necesidad de hacer ningún movimiento con el pene. Bueno, al menos así era entonces cuando él y yo nos veíamos con cierta frecuencia para echar un polvete. E incluso puede que hoy día, con más experiencia, sea mejor que antaño. Recuerdo que le encantaba cogerme la polla con las dos manos y sobarla hasta ponerla como un morcillo; y ya madura, la engullía primero con la boca y luego se sentaba en ella muy despacio tragándosela completa por el ano. Después cabalgaba a pelo y sin bridas agarrado a mi cuello como un apache a las crines de su montura. Y también le daba palmadas en el culo en pleno polvo, porque me excitaba oír la sonoridad de su carne tensa por la excitación del placer.

Jodíamos sin mesura ni recato alguno, y siempre me pillaba el amanecer dándole por el culo al cachondo de Roy. Supongo que ahora, con tantas responsabilidades en el Ministerio, habrá sentado más la cabeza. Pero espero que siga follando tanto y tan bien como antes en provecho de su cuerpo moreno y en aras de una mejor salud mental, a fin de cuentas, siempre beneficiosa para todos nosotros, pobres administrados.

Y creo que efectivamente así es, puesto que, de ser ciertos los comentarios de Carlos al respecto, al parecer el bueno de Roy se ha liado con un joven escolta del Ministro, que calza un cuarenta y siete por lo menos, y el gorilita le deja el culo como una malvarrosa de contento. Carlos, que lo conoce, asegura que no usa recortada sino que va armado con una de cañón largo. ¡Así me explico esa alegría en la voz de Roy por las mañanas!. Es bien cierto el proverbio. Quien por la noche goza de un buen rabo, no tiene penas el resto del día. Tendré que quedar un día con Roy aunque sólo sea para que me confirme los cotilleos de Carlos. Que por cierto, la última noticia vía Alberto es que Fer y Carlos salen juntos. Mira por donde resultó cierto que las ácidas críticas de Carlos hacia Fer eran puros celos. Pero la muy zorra se salió con la suya y cazó al culo de mal asiento con titulación de ingeniero. ¡Hostias que sorpresa se llevaría Gonzalo si supiese la noticia!. Precisamente él era quien más sostenía que a Carlos le gustaba su amigo Fer. Y al fin de cuentas tenía razón. Pues me alegro por los dos. Y sobre todo por Carlos, si éste le dura; porque también anda bien calzado el muchacho, y a Carlos siempre le han ido las tallas grandes. En cuanto solucione lo de Gonza, tengo que llamar a esa puta para que me lo cuente todo con pelos y señales. Seguro que de entrada se hace la tonta y a todo lo más dice: "Bueno. Verás... No es eso exactamente. Lo único que hay es que Fer y yo nos vimos el otro día y tomamos unas copas". Y yo le preguntaré: " ¿Y qué más?". Y la zorra contestará: "Pues nada más. Solamente que después fuimos a mi casa a tomar la última". Y yo añadiré: "¡Y zas!. Al catre". Y él simplemente confesará: "Se le hizo tarde y se quedó a dormir". Y yo me cabrearé con tanto cinismo, y le chillaré: "Y antes de quedarse dormido te folló; y luego le cantaste una nana meciéndolo en tus brazos. ¡Pero por qué no dices las cosas con naturalidad, so puerca!. Te gustó siempre, confiésalo. Y no paraste hasta conseguirlo; lo cual me parece muy bien. ¡Pero coño!. ¡Por qué no dices lo que sientes en lugar de andar con subterfugios!". Seguro que le diré todo eso y mucho más si me queda humor para algo después de la odisea que nos está brindando Gonzalo.
¡Será hijo de puta este niño de mierda!. Con todos los respetos para mi querida suegra, pero su hijo en estos momentos es un perfecto hijo de la gran puta. Y de esta se la corto. ¡Lo juro!. Sólo espero tener noticias antes que se despierte Paco. Y si es posible, que sean buenas; porque no quiero ni pensar lo que ocurriría en caso contrario, tanto por su parte como por la mía. ¡Hasta a mi madre le daría un síncope si le pasase algo malo al jodido Gonzalito!. ¡Es curioso el cariño que es capaz de despertar en la gente este muchacho!. Quizás sea su aspecto indolente de niño grande, o sencillamente esos preciosos ojos verdes con los que te mira sin recelo ni prejuicio de ninguna clase. Pero lo cierto es que consigue meterse en el corazón y no tienes más remedio que quererlo con toda el alma. Parece que lo estoy viendo sentado bajo el viejo árbol del Parque del Oeste la primera vez que me sonrió. Se grabó a fuego en mí el brillo de su mirada y el limpio metal de su voz. Eternamente paladearé el sabor de su primer beso y seguirá electrizándome el suave pinchazo que su contacto produjo en mi cerebro. ¡Te quiero Gonzalo!. ¡Te quiero!. ¿Pero dónde diantre andas, so cabrón?. ¡Juro que si te recupero jamás te dejaré marchar de mi lado!. Renunciaré a lo que haga falta, pero nunca volveré a dejarte ir con otro. Será como en los primeros tiempos, sólo los tres, sin necesidad de mojar la minga en otras fuentes que no sean las nuestras. Solamente Paco, Gonzalo y yo; y todo lo demás sobra.

"Puede pasar a la mesa cuando quiera que el desayuno ya está preparado"
"Está bien, Petri. Voy enseguida, gracias"
"¿El señorito Fran no se va a levantar todavía?"
"Si aún no se ha despertado es preferible que siga durmiendo. Y por si acaso no hagas mucho ruido por ahí. Petri, es mejor esperar a tener noticias antes de despertarlo. ¿No crees?"
"Creo que sí. Vd. se toma las cosas con más tranquilidad"
"No lo creas, Petri. No lo creas. Pero al menos procuro aparentarlo. Esa es la única diferencia"
"Pues da Vd. el pego. Porque la verdad es que está muy en su sitio. ¡Anda que cómo estaría yo si no supiese nada del Anselmo!. Ahora eso sí, en cuanto le echase el ojo encima lo mataba, y así aprendía para la próxima vez"
"Lo malo es que matándolo ya no habría próxima vez, Petri"
"Es un decir. Vd. me entiende. ¿O acaso no le entran ganas de retorcerle el cuello al señorito Gonzalo?"
"Sí, Petri. Tengo que confesar que sí. Le retorcería el cuello si lo tuviese delante en este momento. O quizás, tanto tú como yo, solamente los besaríamos de alegría al volver a tenerlos con nosotros. ¿No piensas que sería lo más probable?"
"Tiene Vd. razón. Eso sería lo que le haría al Anselmo. ¡Pero después bronca que te crió!. ¡Pues no es nadie para esas cosas la hija de mi madre!. ¡Qué se iba a ir de rositas el muy mamón!. Y perdone la expresión"
"Tendré en cuenta eso de la bronca, Petri. Éste tampoco se irá de vacío. No te preocupes. Me parece que en esta casa hay que empezar a poner respeto, porque estos muchachos andan un poco a su aire y están mimados de más"
"En todas partes tiene que estar claro quien es el que manda; y aquí le corresponde a Vd., que para eso es el mayor"
"Tienes razón, Petri. ¡Fíjate no había caído yo en eso de poder mandar por ser el mayor!. ¡No hay nada más sabio que la filosofía popular!. El viejo debe ser el que mande, y en esta casa el viejo soy yo, indiscutiblemente"
"Tampoco es que Vd. sea viejo"
"Déjalo como está, Petri. Es un hecho. Yo soy el mayor de los tres, y con diferencia además. Por tanto debo mandar yo y meterles en cintura a los dos"
"Bueno, don Paco es muy formal"
"¡Nada de eso!. Está muy consentido también. Tú tienes razón Petri. Cuanto más en corto se les ate, mejor marchan las cosas después. Los novios son como niños y hay que regañarles de vez en cuando para que se porten bien"
"En eso tiene Vd. toda la razón. Porque al Anselmo cuanto más le das más quiere. ¡No das abasto con él!"
"¡Y tú encantada!. Anda, que si no fuese así habría que oírte. ¡Ya quisieran pillarlo otras!"
"¡Ay si!. Que ya intentaron quitármelo. Y a más de una y uno tuve que enseñarle las uñas"
"¡Pero tu Anselmo también ...!. ¡Eh!"
"¡No!. Pero siempre hay gente aficionada a lo que no le pertenece. ¡Y con lo que gasta el Anselmo!. ¡Vd. dirá!. Una no es tonta y se da cuenta de las miradas y sonrisas que le lanzan por la calle y en la discoteca. Y él, como es así de corto, pues ni se entera de las malas intenciones con que va la gente. Vd. bien sabe como son estas cosas, que también tiene mucho que guardar de las malas pécoras que deben andar por ahí sueltas"
"¡Demasiadas, Petri!. ¡Demasiadas!. ¡No lo sabes tú bien!"
"Bueno. Le dejo que hoy no termino en toda la mañana. A ver si se sabe algo pronto del señorito Gonza"
"Eso espero, Petri. Y gracias por la instructiva charla"

La verdad es que debería haberme duchado antes de desayunar, porque me da la impresión de que huelo a tigre. Pero ahora no voy a dejar que esto se enfríe. Con lo cual, primero repongo fuerzas y luego ya me ocuparé del aseo personal.

Hablando del aseo personal, me viene a la memoria un guarrete que conocí hace cuatro años, al que le molaba cantidad oler los calzoncillos ajenos (cuanto más sucios mejor) y se ponía como una burra bizca metiendo la nariz en una entrepierna que no hubiera visto el agua de cerca durante dos días. Una humanidad sudada después de un arduo ejercicio, o unos pies recién descalzados al terminar una esforzada marcha, lo volvían loco y podía tener tres orgasmos seguidos sólo con imaginarlo. Vamos, no había nada más excitante y seductor para él que un barracón lleno de soldados exhaustos tras unas largas y agotadoras maniobras. El tío era un solemne cochino de tomo y lomo; mas, sin embargo, él no olía mal y le preocupaba su propia limpieza exageradamente. Seguramente, la razón estaba en que evitando el olor de su cuerpo apreciaba mucho más las esencias de los ajenos. Lo mismo que un catador precisa tener los sentidos del gusto y del olfato totalmente descontaminados de todo lo que no sea el caldo que ha de catar. Por supuesto, yo no tengo nada en contra de cualquier apetencia sexual o forma de erotismo; y puedo afirmar que con este muchacho me lo pasé en grande. Si quería restregarse mis calzoncillos por la cara por qué no iba a hacerlo. Lo mismo que a otros les flipa otro tipo de aromas, a éste le chiflaba olerme el culo y los genitales, aspirando luego fuertemente los calcetines y el interior de mis zapatos, mientras le ensanchaba el ano para que tuviese una mayor ventilación interior durante el resto de la jornada. Y también he de decir que no andaba mal servido de cachas; duras, macizas y sin pelos, tal y como debe ser para meter la tranca entre ambas en busca de los placeres que ocultan en su interior.

Después de nuestro primer encuentro lo vi un par de veces más, y repetimos de pies a cabeza el mismo ritual olfativo, añadiendo algunos azotes en las posaderas, oportunamente suministrados a lo largo del polvo, al igual que un par de insultos y tres a cuatro frases vejatorias que le hicieron una gran ilusión erótico orgásmica. Podría dibujar su físico logrando un parecido aproximado; pero, por más que me estruje el cerebro, no recuerdo el nombre de este amante de lo escatológico.

¡Cómo se llamaba!. Lo siento, pero no me acuerdo. Y tampoco tengo ahora la cabeza como para andar haciendo esfuerzos de memoria, ya que bastante tengo con no pegar botes y lanzar gritos de ira por culpa del cabrito de Gonza.

Reconozco que nunca me sentí tan impotente y lleno de estupor como en estos momentos. Es normal que un imprevisto de esta naturaleza nos deje descolocados; pero a mí esto me tiene anonadado y no consigo coordinar mis ideas con la lucidez necesaria para abordar el problema. ¡Naturalmente si es que existe problema alguno!. Porque hasta ahora tampoco se puede afirmar que haya algo concreto por que preocuparse.

Esa incertidumbre es la que me tiene frito y me mata lentamente al no saber todavía a que debo enfrentarme. Creo que lo más prudente es que me refresque las ideas bajo el agua y me prepare cuanto antes por si tengo que salir para Pamplona cagando leches.

2 comentarios:

  1. Señor Andreas nos tiene muy intrigados, por favor que no le pase nada malo a Gonza.

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  2. A alguien como Gonza nunca suele pasarle nada malo. Ni a una criatura como tú tampoco. De todos modos esta historia está escrita hace años y el final ya está puesto en el papel. No todas las historias tienen un final triste.

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