sábado, 2 de marzo de 2013

Reflexiones del barón


Cierro mis ojos y veo los tuyos. Casi no hay luz, pues tan sólo entra en mi vida un tenue hilo de luna que se filtra en esa noche de eterna sensación de soledad. Apenas veo otra cosa que no sea la imagen de tu cara en la penumbra y un acerado brillo que hiere mi alma y se clava en mi mente para no olvidar tu mirada. Tus pestañas tamizan quizás tu alegría, o evitan que descubra la intensidad de un placer que no quiere traducirse aún en sonrisa. O más bien en una mueca de gozo que traiciona tu pretendida frialdad que me mantiene en vilo esperando lograr que estalle contra mi pecho la pasión que encierra tu cuerpo. Su brillo me mata y me deja indefenso y no puedo retirar mi vista de ese par de mortales esmeraldas que lucen esta noche tan sólo para mí. Y es la luna quien destella en ellas su reflejo o será la intensidad de mi deseo que mis ojos proyectan en los tuyos devolviéndomela otra vez. Acaso no distingo ya cual es tu mirada o la mía, como apenas diferencio tu cuerpo del mío en esta oscuridad que me rodea y que trae a mi sueño tu ansia, tu miedo, tu  deseo y mi amor  

2 comentarios:

  1. Maestro, que hermoso texto! Cuanto sentimiento y pasión! Es emocionante!
    Besossssss

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  2. Que mis palabras emocionen a un joven que conoce bien los sentimientos y la pasión de un amor intensamente vivido a diario, es el mejor premio que puedo recibir por escribirlas. Gracias por tu cariño, querido stephan. Besos

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