La
vida me parece como las mareas de la mar frente a la que nací.
Cambia constantemente, sube, baja. Unas veces se agita y se torna
brusca y hasta resulta traidora si te confías y no te guardas de
ella. Con todos sus contratiempos y avatares queremos gozarla y hasta
tantos vaivenes llegan a divertirnos. Y es mejor tomarla siempre con
buen humor y hasta en cierta forma de broma. Pero nunca le demos la
espalda y no vigilemos esa ola que de repente se levanta y nos atrapa
y envuelve engulléndonos en un torbellino del que creemos no salir.
Y qué bello es el mar con sus inseguridades y peligros y qué
hermosa la vida para aborrecerla y pretender dejarla al primer
encontronazo o desaire que nos haga. Si el mar nos engancha tan sólo
con admirar su mágica calma o su cautivadora furia, el sosiego de
esos días sin más acontecimientos que los cotidianos, o aquellos en
que surgen alegres novedades, nos bastan para desear otro amanecer
que nos llene del fuego abrasador de esa desenfrenada pasión que
justifica la existencia y compensa la amargura de las amarguras que
dé toda una vida
Es una belleza....
ResponderEliminarUn saludo afectuoso Sr. Andreas
Gracias por tu compañía. Un saludo cariñoso
ResponderEliminarMaestro, como siempre haciéndonos reflexionar, creando con las palabras justas un espejo donde identificarnos.
ResponderEliminarGracias y besos
La energía que cada día nos hace despertar y querer seguir se llama amistad. Y es el afecto de los amigos el combustible que pone en marcha el corazón. Besos
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