viernes, 17 de diciembre de 2010

Reflexiones del barón


La flor busca la luz para mantener su color y su lozanía, pero también el exceso de sol la mustiará mucho antes si el calor es fuerte. Necesita agua para renovar su savia y crecer hermosa, pero si la riegan demasiado la ahogan y muere antes de tiempo. Nos pasa lo mismo que a la flor si en vez de amar con el intelecto, cultivando la fibra sensible del alma, lo hacemos sólo con los sentidos del cuerpo sin arriesgar el corazón. Pues al abusar de ellos sin un sentimiento fuerte y sincero, nos empachamos de tanto ardor y el amor se apaga en lugar de arder con más fuerza. Y de tanta humedad pringosa, se anega el deseo y puede que mucho antes de lo previsible ya hayamos sumergido la pasión en el tedio y la rutina de practicar el sexo sólo por costumbre, o lo que es peor, por obligación. Y entonces resulta un aburrimiento sin ilusión ni fantasía. Y como la flor, pierde el color y se va marchitando, porque ya carece de la energía necesaria para vivir y seguir siendo hermoso como fue esa flor antes de perder su lozanía y su gracia


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