sábado, 11 de diciembre de 2010

Reflexiones del barón

Habla. Di que piensas. No calles cuando te miro y deja que tu voz diga lo que creo leer en tus ojos. O mucho me equivoco, o esas dos esferas brillantes y húmedas, que de tan negras parece que esconden en su profundidad la vida, quieren dármela. La misma vida que quiero darte y tú no dices que la quieres ni tampoco la rechazas, pero evitas comprometerte con una palabra que reafirme tu voluntad de tenerme. De tenerme como yo te tengo a ti en mi alma y en mis sentidos. Como yo deseo vivir contigo y que tú amanezcas a mi lado para besarte y decirte simplemente, buenos días. Dos palabras que lo significan todo si sabes pronunciarlas y pensarlas con las consecuencias que conlleva querer lo mejor de la existencia cotidiana para quien amas. Saber que eres la causa de mi risa y el motivo que me despeja cada mañana para salir al mundo cargado de ganas y energía para morderlo si es preciso sólo por dártelo. Sólo por que tú te sientas bien y tengas el tranquilo bienestar que esperas encontrar al despertarte a mi lado. Así decía un ser enamorado que no fue correspondido por quien creyó su amor  

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