domingo, 5 de diciembre de 2010

Reflexiones del barón

En medio de la oscuridad surgió la llama de tu fuego y salió de tu pecho como una temblorosa lengua ardiente que lamía mi ser. Un verde en tus ojos se mezcló con el grana oscuro de mi deseo y se formó una rosa. Una flor de pasión, de amor, de gozo, de doloroso deleite y tan placentero que nos volvió locos en un instante supremo que nos pareció eterno. Y los pétalos de esa rosa se retorcieron buscándose unos a otros, como nosotros nos seguimos con el tacto y el latido del corazón, para escuchar los gemidos y el roce de los labios al besarnos. Y volvimos a creer que era posible morir de amor y soñar con un mundo de mil colores en cuyo cielo luciese para siempre un hermoso arcoíris anunciando el fin de las lágrimas que trae la tormenta. La flor parecía surgir de la nada. Y, sin embargo, nacía de ambos cuerpos regada por nuestro sudor. Y qué caliente era el aire esa noche. Y qué precioso fue ese amanecer. Qué locura al verte a mi lado y saber que ya eremos uno en lugar de dos. Y ese único ser nuevo era el fruto de esa rosa que apareció en mi cama al abrazanos otra vez  

2 comentarios:

  1. Que bellas palabras y que sentimientos tan potentes destilan.
    Besos y abrazos Maestro!
    ELi

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  2. El sentimiento ha de ser potente si es verdadero. Besos

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