Reflexiones del barón

La rapaces fascinan y nos sobrecogen un poco son sus acrobacias y vuelos rasantes cayendo en picado para cazar una pieza con que nutrir a su prole. Hay otras que sobrevuelan en círculo oteando desde lo alto la carroña que llenará sus tripas. Unas y otras lo hacen por necesidad y sólo cogen lo justo para sobrevivir tanto ellas como sus crías, sin abusar ni poner en riesgo de extinción a quienes les sirven de alimento. Y como esas aves temibles, planean sobre nosotros otros pájaros de presa, que nunca se sacian ni jamás les basta lo que enganchan con sus afiladas garras de avaricia y ambición desmedida. Provocan crisis y se enriquecen más con las desgracias de los demás y nunca ponen límite a su codicia. Cuando el resto de la sociedad anda apurada para salir adelante a duras penas, ellos claman y exigen medidas restrictivas de ajuste de las economías, pero al mismo tiempo anuncian el incremento de sus riquezas, finanzas y repartos de beneficios asombrosos e indecentes. Y los demás lo soportamos y callamos y aguantamos sufridamente lo que nos quieran hacer, sin osar ni atrevernos a abrir el pico por si nos dejan secos de un zarpazo en todo el morro. Y morro es el que tiene esa pandilla de prebostes que rigen el mundo y juegan a ser los horados prohombres de la tierra, sin darse cuenta que pueden acabar con quienes los engordan y hacen cada vez más cresos. Y puede ser que un día nosotros nos cansemos de todos ellos y gritemos “Basta!”