domingo, 10 de octubre de 2010

Reflexiones del barón

Esta tarde el mar quiso jugar con las olas y, sin viento, levantaba montes de agua y espuma para divertirse con los muchachos que con una simple tabla dicen que van a coger olas. Y me acordé de otra criatura que gozaba deslizándose sobre grandes ondas saladas ribeteadas de espuma. Esos chicos se entregan de cara, con energía, volviendo el riesgo en placer, y danzan un trepidante baile con el mar. No sienten miedo y quieren ser parte de ese mundo líquido y caprichoso que los atrae con más fuerza que la seguridad del suelo firme, que siempre lo prefieren de arena. Ellos se entregan a tope a ese deporte de equilibrio y agilidad, con el fin de mantenerse por más tiempo sobre la ola más alta. Y para eso se quedan en la playa sin notar el frío ni el ardor del sol. Quizás por acostumbrarse a ese esfuerzo, ese ser duro de cuerpo y apasionado de espíritu viva con la misma intensidad el amor y se dé al ser amado sin reserva hasta confundirse con su esencia, de igual manera que le ocurre con el mar

2 comentarios:

  1. Maestro, hoy las manos de mi Amo cumplen la función de aquellas olas, y su aliento la función de aquel viento. El es mi mar.
    Besos de uno de sus admiradores.

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  2. Tu amo es más que eso. Es la tierra firma, además

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